vergüenza 3/3

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Todo eran brazos y piernas entrelazados. Ella encaramada sobre su cadera, moviéndose de la forma más incitante que él había sentido jamás.

Granger siempre había sido buena en todo lo que se proponía y, al parecer, ella se había propuesto seducirlo. ¿Quién era él para resistirse a sus encantos?

Porque, mierda… Vaya que los tenía.

Ella le había rasguñado la espalda y el rostro entre caricias, mientras besaba su garganta haciendo que toda su sangre se drenara hacia áreas más bajas de su anatomía, y entonces:

—Llévame a tu cama otra vez, basilisco.

¡Mierda!

Draco la bajó como fue capaz y comenzó a desabotonar su blusa. Y en verdad pretendía hacerlo con cuidado pero, para cuando fue consciente, ya había arrancado algunos botones, dejando al descubierto el encaje negro de su sujetador.

No podía dejar de besarla. Era como si estuviera muriendo de sed y ella fuera el único bálsamo para su suplicio. Y las manos de Hermione Granger recorriéndolo mientras descendían hacia su pantalón no ayudaban para nada a que controlara sus voraces impulsos.

¿Y si se la tiraba contra la pared? Tal vez así ella no volvería a llamarlo mojigato nunca más en la vida. Tal vez podría ponerla contra el muro y voltearla de espaldas a él, y entonces arrancarle esas lindas pantaletas negras a mordidas y…

Un golpe en la puerta y, en medio de su frenesí, apenas tuvo tiempo para separarse de ella cuando su madre ya estaba entrando.

—Buenos días cariño. Anoche ya no supe a qué hora llegaste, así que vine a traerte una taza de té para que me cuentes cómo te fue con…

Y la bandeja estaba hecha añicos en el piso y no podía decirse quién de los tres estaba más pálido o tenía los ojos más abiertos.

Mierda.

—Oh —Narcissa fue la primera en hablar, ya que ninguno de los otros dos parecía capaz de abrir la boca sin emitir un gemido—. No sabía que tuvieras compañía, Draco. Deberías avisarme esas cosas.

—Madre… —graznó, y tuvo que aclararse la garganta antes de continuar—. Qué sorpresa tenerte por aquí.

Hermione soltó una risita nerviosa que intentó ocultar carraspeando y poniéndose violeta. Al parecer, ya se había terminado toda la gama del rojo.

Él jamás había sentido tanta vergüenza en su vida.

—Buenos días, señora Malfoy —la voz de Granger era apenas perceptible—. Yo ya me iba… Mmm… Sí… Gracias por todo, Malfoy —¿De verdad le estaba agradeciendo la cogida? Pues, de nada… Ella se acomodó la blusa sin botones con toda la dignidad de que pudo reunir—. Que pasen un buen día…

—No se despida, por favor, señorita Granger —dijo su madre mientras la observaba apreciativamente de arriba a abajo—. Quédese con nosotros a desayunar. Draco —Narcissa volteó hacia su hijo y él sintió que su corazón se le atoraba dentro de la garganta—, los espero a ambos abajo en veinte minutos. Vestidos, de preferencia.

Y ella salió por la puerta, cerrando la puerta a su paso sin hacer un solo ruido.

—…trague la Tierra y me escupa en el infierno.

—¿Disculpa? —preguntó Draco, al escuchar los casi ininteligibles cuchicheos de Hermione.

—Nada. Estaba hablando conmigo misma… —Hermione lo miró y sus mejillas volvieron a tornarse sonrosadas—. Será mejor que me vaya, Malfoy. Lamento haberte causado un problema con tu madre.

Dramione  One Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora