•D R A G O N •

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Octubre 26, 2016. Miércoles.

Ese día me encontraba frente al hombre de cabello verde, sus orbes oscuros estaban posados sobre mi sin moverse, no me miraba a la cara y no sabía como sentirme.

Desde hace tiempo viene dos veces a la semana, me manda a llamar y voy a Private Zone, la tercera puerta a la izquierda, el cuarto no es muy grande, tiene un minibar en una esquina, un gran sofá rojo en C en la esquina, una pequeña tarima con un tubo de pole dance en el centro y luces rojo neon por todo el alrededor del techo. Yo vestían un traje de dos piezas negro, parecía que solo era un brassier y bragas pero tenía un poco de brillos, en mi cuerpo también había colocado algo de brillo, llevaba un maquillaje exagerado y el cabello en una coleta alta, tacones demasiado altos color plateado y medias hasta la mitad del muslo.

La música sonaba más bajo dentro del Private Zone, desde afuera no se lograba escuchar nada de lo que se hablaba o hacía dentro, cada salón estaba decorado distinto pero todos eran similares.

El hombre de cabello verde encendió un cigarrillo, el olor de este llegó rápidamente a mis fosas nasales y no pude evitar hacer una mueca de desagrado, siempre me había molestado el olor a cigarro y nunca pude ocultar mi desagrado. Los labios del hombre estaban levemente pintados de morado gracias al vino de su copa, estaba sentado de la manera más masculina y menos atractiva que tenían todos los hombres, encorvado con las piernas abiertas como si las bolas no lo dejaran sentarse de manera decente, su cabello verde y largo caía a los costados de su rostro sin taparlo del todo dejado expuestos esos ojos alargados y oscuros.

Desde que había comenzado a bailar para él no me dirigía ni una sola palabra, el primer día que estuve aquí ni siquiera me pude presentar, con su voz seca solo dijo.

—Dedicate solo a bailar, no me interesa nada más.

E hice caso, me llamaba, lo seguía, no saluda ni preguntaba qué deseaba, solo colocaba la música y comenzaba a bailar, nunca me he acercado lo suficiente a él, siempre es de frente y él tampoco se acerca, solo me observa.

Pregunté a la anterior chica que antes bailaba para él si siempre era así pero ella me dijo que no.

—Cuando algo le gusta a Dragon no para de halagarlo.

Pensaba que no le gustaba lo que hacía pero entonces ¿Para qué seguir pagando por mi?, Sin embargo no me quejé, no me quejaría cuando el dinero seguía llegando a mis bolsillos y yo solo debía bailar.

Aún así quería recibir sus halagos, quería escuchar como me piropeaba, pero no lo había logrado aún.

La primera hora había terminado, la música se detuvo junto con mis pasos y yo sonreí como siempre lo hacía, lo miré a los ojos y me senté en la orilla de la tarima frente a él, mis piernas estiradas parecían ser más largas gracias a los zapatos y según yo me veía muy bien agotada.

Dragon me observó, me recorrió con la mirada.

—Sigue. —dijo sin más.

Bufé caminando hacía el parlante.

—Un "por favor" no me caería mal. —solté en modo de burla, más para mi que para él, pero al parecer lo escuchó.

—A las putas no se les pide por favor.

Me giré ofendida. —No soy una puta.

La comisura derecha de su labio se levantó en una media sonrisa.

—¿Entonces qué eres? ¿Abogada? ¿Cocinera? ¿Mh? Estás aquí, actuando como una sucia perra, mi perra.

—¿Quién te crees que eres para llamarme perra? —caminé hacía él enrabiada.

—Oh ahora resulta que no puedo llamarte por lo que eres —se levantó y quedamos cara a cara. —solo eres una puta cualquiera a la que le estoy pagando para que haga un solo maldito trabajo, —me agarró con fuerza del brazo y me jaló hacía él con busquedad. —no estás aquí para que te respeten, solo eres una muñeca barata y asquerosa, eres un maldito juguete que funciona con monedas, no eres nada más, eres insignificante, solo eres una puta.

Apreté mi mandíbula con fuerza, lo veía directamente a los ojos como él lo hacía conmigo.

Yo no merecía que me tratasen así, no merecía que me despreciaran, no soy de lo que trabajo, soy una persona, tengo una vida fuera de este lugar, tengo familia y tengo un sueño, no soy una puta, no soy esto.

Cegada por el enojo le di una cachetada en el rostro que le hice girar la cabeza, su cabello verde cubrió su cara y una queja salió de entre sus labios.

—¿Yo soy insignificante? Yo bailo para los hombres, si, pero solo un desesperado debe pagar por atención, tú eres tan insignificante que ni una sola mujer voltea a verte a menos que le entregues un fajo de billetes ¿Yo soy la insignificante? Yo no tengo que pagar atención, me pagan por mi atención, limpiate la boca antes de dirigirme la palabra porque quién está dando dinero para que le bailen y le miren eres tú, no yo.

Di unos pasos atrás para salir de P.Z, agarré de la orilla de la tarima mi bata y fui a la puerta cuando está se abrió dejándome ver a Gorila.

—¿Qué sucede aquí? —preguntó con fueza, yo instintivamente me acerqué a él en busca de protección.

—Tu perra esa me golpeó en la cara. —se quejó Dragon.

—Me insultó y me intentó hacer daño —miré a Gorila. —me agarró del brazo rompiendo una de las reglas, quiso hacerme daño y yo solo me defendí.

Dragon me veía con enojo, pero en ese momento no me importaba nada.

—Ve a los camerinos, Mina. —me dijo Gorila llamándome por mi apodo. —Dragon, acompáñame.

Yo no quería causar problemas, pero soporto mucho en este lugar, no soportaré a este imbécil solo porque tiene dinero.





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