seño Mati

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Alejo se encontraba durmiendo de manera profunda, su cama estaba calentita y cómoda. En medio de su sueño comenzó a sentir que todo temblaba, que era sacudido tan violentamente que terminó cayendo al vacío.

Se despertó de repente, estaba en su cama y su pecho subía y bajaba rápidamente. Terminó de entender dónde estaba cuando escuchó una voz.

— Ale, despertate— sintió a su pequeña hermana sacudirlo un poco más.

— ¿Qué pasa, Bruni?— preguntó intentando disipar un poco más el sueño que sentía.

— Ya son como las ocho y tengo hambre— un pucherito se formó en sus labios.

Alejo solo pudo abrir grande sus ojos ante la mención del horario, tomó su celular para verificarlo y, en efecto, eran las nueve menos cuarto. El salto que pegó el mayor de los hermanos para salir de la cama hizo reír a la pequeña.

— ¡No me sonó la alarma! Andá a ponerte tu uniforme mientras yo te hago el desayuno, tenías que estar a las ocho en el jardín, la puta madre— le indicó mientas corría hacia la cocina para ver que podía darle a su hermana para que desayunase.

El mayor sabía que Bruna era lo suficientemente madura como para vestirse por sí sola, además no tenía que escoger las prendas, el jardín al que iba tenía uniforme, por lo que confiaba en que su hermana iba a poder cumplir con lo que le pidió.

Después de haberle hecho una chocolatada, con mucho Nesquik y sin azúcar, como tenía que ser, se dispuso a batir un poco de café en lo que esperaba que las tostadas terminaran de hacerse.

Tenía que llamar a Agustín para preguntarle si podía recoger a Bruna del jardín y cuidarla en lo que él salía del colegio. ¡El colegio! Estaba llegando por demás tarde, lo iban a matar.

En lo que pensaba en cómo organizar todo lo que tenía que hacer, escuchó unos pasitos corretear hacia la cocina. Bruna apareció ya vestida y con un peine en su mano.

— Ale, ¿me peinas?— los ojitos brillantes de la menor lo obligaron a decir que sí, aún sabiendo que eso iba a retrasarlo para prepararse él mismo.

— Obvio, Nini. Vení tomá la choco mientras, que no tenemos mucho tiempo— de hecho, no tenían nada de tiempo, pero si por él era, llegaría a las once de la mañana para que Bruna vaya peinada por sus manos.

Así que, entre preguntas de Bruna, respuestas y pequeños retos de Alejo por hablar con la boca llena, le hizo dos colitas. En cada una le había puesto unos moñitos rosas que tenía la menor en sus bolsillitos.

Después de eso, Ale dejó a Bruna para que terminase de desayunar en lo que él se bañaba tan rápido como podía y se cambiaba. Su uniforme era algo básico, una chomba azul oscuro con algunos detalles en blanco, un pantalón de gabardina del mismo color y sus vans negras, lo que destacaba era su campera de egresados. Aquella que tantas peleas había causado entre sus compañeros, era de un color cremita con su apodo en la espalda escrito en azul. Tenía otros detalles, como el año y unas líneas en una de sus mangas.

— Nini ¿ya estas lista?— gritó en lo que se ponía las zapatillas.

Salió de su cuarto asegurándose de tener sus cosas en su mochila y tomó las llaves de la casa y del auto. Su mamá se encontraba en un viaje de trabajo, por lo que él era el encargado de Bruna durante ese tiempo. Cuando estuvo seguro de no olvidar nada, agarró la mochila de su hermana y con su mano libre la llevó hacia el auto.

— Nini ¿cómo se llama tu seño? Tengo que hablar con ella apenas lleguemos para pedirle disculpas por la demora— se dirigió a la pequeña mientas se adentraban a las calles de la ciudad.

a la vez - alejo centerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora