no tan feliz cumpleaños, ale

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Alejo no conocía su cumpleaños sin la compañía de su mejor amigo, Facundo. No recordaba un solo festejo en el que él no esté a su lado, soplando juntos las velitas de la torta y siendo el primero que lo abrazaba luego de aquello.

De todas formas, este no era un cumpleaños cualquiera, Alejo cumplía 18, obteniendo la mayoría de edad. Por esto mismo es que decidió hacer una fiesta.

— Para mí que tenemos que poner la mesa ahí, cosa de que si llega a llover no tengamos que salir corriendo a guardar todo— opinó Facu, señalando el lugar que había a un lado de la parrilla en el quincho.

El grupo de Alejo se encontraba en la casa quinta de Matías Soulé, un pelinegro, algo delgado y con bonita sonrisa que había ofrecido su casa para poder realizar el festejo sin problemas.

Facundo y Matías, junto a Alejo, intentaban ver dónde colocar la mesa en la que luego dejarían botellas de distintas bebidas alcohólicas.

Mientras tanto, en el quincho, Agustín junto a Federico y Máximo, se encargaban de prender el fuego para el asado. En la cocina, dentro de la casa, Luka y Valentín preparaban ensaladas mientras hablaban sobre sus compañeros de colegio, porque si hay algo que no les puede faltar, es el viboreo.

— Sí, puede ser, pero tendríamos que ponerla después de comer igual.— contestó Alejo a la propuesta anterior de Facundo.

— ¿Seguimos hablando de la mesa?— preguntó el menor de los tres, dejando escapar una sonrisita de costado.

— Si ustedes van a hacer esas cosas, mínimo esperen a estar solos, no sean desubicados— agregó Matías.

Alejo soltó una risa, pasando un brazo por los hombros de Buonanotte para pegarlo a él.

— Vos me decís lugar y fecha y yo estoy eh— murmuró cerca del oído del más bajo.

— Uh mirá, justo me llama Fede— Matías se dio vuelta y fue en dirección al quincho, dejando solos a los mejores amigos.

Véliz se giró para quedar enfrentado a Facundo, quien intentaba ocultar el sonrojo en sus mejillas.

— ¿Qué pasó? ¿Te incomodó el comentario?— indagó Alejo con preocupación plasmada en el rostro. — Perdón, ni lo pensé antes de decirlo— bajó su mano para tomar con ella la contraria.

Facu, aún con la cabeza gacha, observó el agarre. La calidéz que sentía en su pecho cada vez que Véliz lo tocaba así, cada vez que se preocupaba por el, cada vez que intentaba sacarle sonrisas, lo invadió. Era ya tan conocida para él. Incluso sabía lo que significaba.

Lo había descubierto hace unos meses atrás, casi a principio de año.







Estaban con el mayor acostados en su habitación. El aire acondicionado los resguardaba del infernal calor que hacía afuera.

Habían estado toda la mañana en la pileta, tomando tereré y saliendo solo para almorzar unos sanguches hechos por ellos mismos. Luego de comer, habían sentido el sueño bajarles por lo que decidieron tomar una siesta.

Alejo se había acostado en su cama, dejando el lado de la pared libre, siempre lo hacía cuando estaba Facu con él. Ambos estaban sin remera y con las mallas ya secas, por lo que no se vieron obligados a poner una toalla para no mojar las sábanas.

El mayor estaba boca arriba con sus brazos abiertos, esperando a que Buonanotte se acostase a su lado para así poder conciliar el sueño.

Una vez Facundo se hubo acomodado, Véliz paso un brazo por sus hombros para que este apoyase su cabeza en su pecho, su otro brazo descansando debajo de su propia cabeza.

a la vez - alejo centerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora