Soy el tesoro bebé, soy el premio

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Sinopsis:

—¿Estás trabajando para la señora Sandwich? —preguntó Nina.

—No... —dijo Crowley. —Bueno, sí. Bueno, define "trabajar".

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O donde resulta que Crowley es muy bueno fingiendo ser trabajador sexual.

Créditos: stereobone en AO3

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Cuando Crowley regresó a Whickber Street, había pasado un año.

No había planeado regresar, era sólo que se había acostumbrado a estar rodeado de gente durante los últimos milenios, y no era que Crowley se sintiera solo, era solo que no estaba seguro de qué hacer en la tierra ahora que Aziraphale se había ido.

Por supuesto, durmió primero. Fueron aproximadamente diez meses de sueño acurrucado en el asiento trasero del Bentley después de conducir hasta Dunnet Head. Hubo un breve momento, entre el espectacular borde de los acantilados y la oscura e interminable agua azul frente a él, en el que Crowley consideró presionar el acelerador y sumergirse hasta el fondo. El Bentley puso el freno de mano.

—Oh, no seas así —dijo Crowley. —No hablaba en serio. ¿Crees que quiero terminar de regreso en el infierno ahora?

El freno de mano permaneció firmemente en su lugar. Crowley chasqueó los labios y se subió al asiento trasero.

Resulta que diez meses de sueño era todo lo que podía soportar cuando sus sueños estaban plagados de recuerdos inconexos de Aziraphale, pesadillas profundamente viscerales de Aziraphale golpeándolo o sueños en los que las cosas eran diferentes. Sueños donde Aziraphale se quedaba. Diez meses de eso eran suficientes.

Entonces, Crowley regresó a Whickber Street y sintió una sensación de alivio y terror al mismo tiempo. A primera hora de la tarde caía una lluvia neblinosa que golpeaba el Bentley, no había mucha gente alrededor y, en el silencio, casi se convenció a sí mismo de marcharse. Se estacionó frente a la cafetería de Nina. No miró en dirección a la librería de Aziraphale. En el momento en que Crowley salió del Bentley, un dolor punzante le golpeo el pecho. Era como si la librería lo estuviera observando, consciente de él. No tropezó con nada y comenzó a caminar en dirección opuesta.

Si Nina lo había visto, lástima. Esto había sido un error. Crowley no podía hacer esto. Debería haber vuelto al coche. De hecho, ni siquiera estaba seguro de por qué seguía caminando o hacia dónde se dirigía. La visión de Crowley se redujo a un túnel. Se dejo caer contra el costado de un edificio, sin darse cuenta de las personas que lo rodeaban o de la lluvia, solo de su propia respiración patética y entrecortada.

—¿Estás bien ahí, amor?

Hubo una mano en su brazo y Crowley giró demasiado rápido. La señora Sándwich parpadeó hacia él. Su rostro pasó de la confusión al deleite en segundos.

—Eres tú... —dijo ella. —Espera, pensé que eras una de mis chicas ahí parado con ese hermoso cabello. ¿Dónde has estado escondiendo eso?

Crowley levantó la mano sin comprender y tocó las puntas de su cabello. Ahora caía en ondas sueltas más allá de sus hombros, tocando su esternón. Simplemente no se había molestado en cortarlo.

—En mi cabeza —dijo. La señora Sándwich echó el cuello hacia atrás y se rio.

—Siempre fuiste mi favorito —dijo ella. —¿Dónde has estado? No te he visto por aquí en mucho tiempo.

Crowley considero decirle que había dormido durante diez meses y que luego había pasado los dos últimos en París completamente borracho y llorando junto a una gárgola pero antes de que pudiera responder, la señora Sándwich volvió a apretarle el brazo. Tenía un fuerte agarre.

ESPOSOS INEFABLES ONE SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora