6: El Viento y la Nada.

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─ Kagura, respira, inhala, exhala, uno, dos, tres. ─ la mujer susurró, tranquilizandose a si misma.

─ ¿Con quien hablas? ─ el ser sobrenatural preguntó.

─ Necesito procesar... procesar que estoy en el jodido aire. ¡MENOS MAL QUE NO LE TEMO A LAS ALTURAS! ¡ESTO ESTÁ JODIDAMENTE MAL! ¡NO ESTOY EBRIA! ¡TAMPOCO DROGADA!

─ Deja de gritar. ─ ordenó molesto.

─ ¡NO ME DIGAS QUE ME CALLE!

─ Puedo soltarte si así lo prefieres.

─ No te atrevas.

Así fue como Sesshomaru y Kagura huyeron de la escena del crimen con cierto éxito. Pasar desapercibidos quizás fuera una misión imposible, no con la voluptuosa apariencia de Sesshomaru ni el escándalo que hacía Kagura durante el corto viaje.

Mientras tanto, Sesshomaru pudo apreciar la apariencia del nuevo mundo, notando el gran contraste de la ciudad a la vista con el ambiente de su propia época.

El número de hogares, siendo que presumía aquellos cuadrados grises eran casas, era casi el cuádruple o quintuple de lo que acostumbraba a ver en el pueblo más grande. Los caminos perfectamente alineados y en vez de carrozas y caballos, carrozas de metal circulando por los caminos.

No eran peleas a la alejania, esos carros eran quienes hacían el bullicio que los oídos de Sesshomaru habían detectado.

La cantidad de humanos poblando la tierra era inmensa incluso para procesar. Ningún rastro demoníaco a los alrededores.

Ninguno.

Y tampoco parecía ser un mundo agradable en el que podría vivir a apartir de ahora. El gran Sesshomaru debía estar en su hábitat natural.

─ ¿A donde me llevas? ─ fue lo único que logro escuchar con atención de parte de la mujer que cargaba.

─ Ningún lugar en específico, ya que no me diste una dirección particular al cual refugiarte.

─ Es una locura estar aquí arriba. Supongo que deberíamos volver a mi casa ya que -¡Oh mierda! ─ se interrumpió a sí misma.

Sesshomaru quedó en silencio, sintiéndose raramente... confundido.
El simple hecho de no estar acostumbrado a estar expuesto más de cinco minutos con una persona cuya personalidad fuera exagerada, bulliciosa, y complicada de comprender.

Jum, por no decir, desquiciada.

─ ¡Tienes que llevarme a casa! No sé ni siquiera que hora es, Kana debe estar por llegar. ¡De nuevo no encontrará a nadie! Es muy tarde, es muy tarde.

¿Kana? ¿No es ese el mismo nombre que...?

─ Desde aquí puedo ver las vías del tren, el barrio donde vivimos es del otro lado, es un sector más cercano al centro. ─ señaló, como si Sesshomaru le sirviera de chófer.

Una suerte de chófer aéreo.
Cuando hace tan solo minutos atras acababan de encontrarse. O más bien, volver a conocerse.

¿Por qué el gran Sesshomaru iba a obedecer las ordenes de aquella humana?

Una humana, común y corriente. Sin nada de magia, espiritualidad o poderes demoníacos. El perfume artificial desprendiéndose de ella intentando ocultar su olor natural.

Huele mucho mejor así, sin rastros de lo que fue el despreciable Naraku.

Se ve mucho mejor así, sin cadenas que la aten a un destino tan miserable.

La libertad a cambio de la mortalidad.

A pesar de tener la vida en una mano y la muerte en la otra, el sentimiento, desde ese entonces, le fue ajeno. Cuando la decisión corrió por cuenta suya, no de él. Como si no tuviera el poder, por que no lo tenía.

Su duda eterna. La decisión que se apropió como si le correspondiera.

Si murió en vano o no, en verdad.

Estaba seguro que se despidió sonriendo. Sin embargo ¿Esa última sonrisa reflejaba verdadera felicidad?

¿Era feliz en el otro mundo?

¿Es feliz ahora en su nueva vida?

Sesshomaru tiene que ser testigo, tiene que verlo con sus propios ojos.

Por esa razón... él va a llevarla hasta su hogar. Si, no por qué ella lo ordenará, si no, por que el orgulloso Sesshomaru lo decidió por si mismo. Si.

...

Con mucho éxito lograron aterrizar justo en la cuadra, Sesshomaru caminó por su cuenta detrás de ella con tal de no ser arrastrado.

Se encontró con un edificio cuadrado y gris. Muchas ventanas indicaban muchas habitaciones.

No le sorprendía que Kagura pudiera llegar a tener el estatus suficiente para conseguir una edificación de ese tamaño.

─ Esto es... demasiado.─ Susurró la mujer mientras estaban detrás de una columna.─  ¿Cómo vamos a entrar sin que te vean los vecinos? ¡Con esa ropa, llamas demasiado la atención! ¿No podrías quitarte... La armadura, al menos?

─ No.

─ Está bien.  ─ decidió ignorar su indiferencia para continuar con su monólogo ─ Al parecer Kana todavía no ha llegado, quiere decir que hay una oportunidad para planear mejor como esconderte.

─ ¿Disculpa?

─ Es lo máximo que te puedo ofrecer con mi posición. No tengo otro lugar donde enviarte y no es como si pudiera presentarte a mi hermana ¿Bajo que pretexto? No quiero asustarla con un completo extraño.... ─ Kagura volvió a revisar a su inesperado visitante de pies a cabeza. ─ ... muy extraño.

─ Quiero pensar que quisiste decir que vas averiguar como harás para revertir el hechizo. ─ hasta la paciencia del señor Sesshomaru era ciertamente limitada.

─ ¿Es mi deber, no? Pero también entiende, que, mi vida es algo complicada. ¡¿Cómo diablos se supone que haga eso?!

─ Es tu problema.

Kagura, teniendo mucha menos paciencia que él, ya quería darle un golpe por desesperación.

─ ¿Te preocupa que... ─ Él comenzó a preguntar ─ Los vecinos sean concientes de mi presencia? ¿Qué poderes tienen ellos sobre ti?

─ ... el chisme. Son muy chismosos. ¡Como todos los vecinos! No creo que traiga nada bueno.

─ Sé qué, incluso el solo nombrar de mi ser puede llegar a ser razón de temor y respeto. Sin embargo, creo que estas siendo exagerada al respecto.

─ No luces como un humano.

─ No soy humano.

─ Y no se supone que sea así. No se supone que estés aquí en primer lugar. Ay, dioses. Kana no lo entendería.

─ Ja. ─ raramente, Sesshomaru no recordaba la última vez que se permitió ser sarcastico con alguien más, la situación era de más hilarante. Colmandose de estrés por las estupideces que oía. ─ ¿Qué tanto le costaría entender un hecho tan simple? Ni que fuera una menor de cinco años o una discapacitada mental.

Sesshomaru solo necesito el uso de su lengua venenosa para golpear así de bajo a una mujer orgullosa y fuerte como Kagura. Sintiéndose como una bajeza y una humillación total.

Quizás, quizás, quizás, ha metido un poco la pata.

─ ¡Tiene ocho y es autista! ─ rechinó con los dientes, llena de indignación.

Por alguna razón, Kagura se veía hirviendo del enojo, suponiendo ofensa por algo que él dijo.
Seguramente sea por haber llamado discapacitada mental a una niña, que presumía también era humana, con la condición de autista. ¿Qué era eso? No tenía la menor idea pero tampoco interés en saberlo.

Ni cuando él rechazo su petición de destruir a Naraku a cambio de fragmentos, ella se veía tan enojada como ahora. Kagura estaba incluso temblando, murmurando por lo bajo.

─ Disculpate ya mismo. ─ la mujer estaba a punto de cometer un crimen de odio.

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