1: Vivir en el Japón Actual

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Nada como llegar a tu casa luego de una tediosa jornada laboral.
Kagura podía saborear, ya desde antes de entrar a su departamento. Y luego de eso, tirarse a su cama. Descansar como si no hubiera un mañana antes de la hora de la llegada de Kana, su hermanita menor, a casa.

Desde que sus padres habían desaparecido, Kagura al ser mayor de edad era legalmente tutora de su hermana. Un asunto del que no le daba mucho gusto hablar. Siempre y cuando pudiera ser la protectora de Kana, todo estaría bien.

Eran felices ellas dos. Juntas contra el mundo.

Oh bueno, todo lo que pudieran hacer una niña introvertida de ocho años y una joven adulto de veintidós.

Kana no acostumbraba anunciarse al llegar a casa, Kagura sólo podría saberlo con el ruido de la puerta abriéndose. Eso significaba tener que levantar su trasero para recibirla y prepararle de comer.

─ ¿Cómo te fue hoy? ─ Kagura preguntó, mientras preparaba la leche caliente en la cocina y la menor se acomodaba en la mesa de ahí.

─ Bien. ─ era simple y claro cómo el agua. ─ Hablamos sobre un árbol.

─ ¿Ah si? ¿Qué tipo de árbol?

─ Árbol Ge-Gene- ─ tartamudeó hasta pensar lentamente en la palabra. ─ Genealógico.

─ Oh, ya veo.

Era un asunto complicado, admitiéndolo, incómodo. Ya sentadas juntas, Kagura pudo observar la tarea plasmada en el cuaderno de Kana. Un árbol dibujado por ella misma, con solo cuatro hojas verdes completas, con sus nombres.

─ Las demás hojas están vacías. La maestra dijo que ─ la niña comenzó a explicar ─ Qué debía investigar para completarlo.

Qué tarea de mierda. ─ por suerte, Kagura sólo lo pensó.

La mujer reconoció su propio nombre y los otros dos en ese dibujo, aparte del nombre de su hermanita.

─ ¡Ah! ¿Necesitas mi ayuda? Que pregunta tonta, por supuesto que debo ayudarte. Creo que lo mejor que puedo hacer es llamar al hermano Byakuya, quizás el sepa más que yo. ─ prometió.

Kagura inmediatamente miró el calendario colgado en la pared. Ya faltaba poco para que terminara el mes. Pronto, sería problema de Byakuya.

Más tarde marcó su número pero no respondió. La mujer quería ya colgarlo de una soga. No pudo evitar compararlo con un padre ausente. Después de todo, el también aceptó hacerse responsable. ¡¿Por qué no puede devolver una maldita llamada?! ¿Y si se tratase de una emergencia?

El silencio en la casa era tal que hasta se podía escuchar la respiración de la otra persona. Por ello, Kagura sabía que en ese mismo momento, la pequeña estaba jugando con sus muñecas en su habitación. Siempre ser cuidadosa y no soltar una grosería, Kana podría oírla.

Ya habían pasado por muchos momentos difíciles.

Solo quería lo mejor para ella.

Estúpido. ─ maldecirlo en su mente era lo mejor que podía hacer. ─ Hombre tenía que ser. ─ se renegó.

...

Al día siguiente, caminando por las calles luego de salir del trabajo, por suerte, unos minutos antes. La gente siendo tan feliz y algunos apurados, coloridos carteles por todos lados en la ciudad.

Sin darse cuenta se había metido a una cuadra donde una fila enorme de personas esperaban. Pero lo que más llamaba la atención, eran sus estrafalarios atuendos.

─ Iugh, otakus. ─ pensó, despectivamente.

Era lo mejor ignorarlos, personalmente, no le gustaba el anime ni los videojuegos modernos que enloquecian a los más jóvenes. Los volvían tontos, como unos zombies. Pero por otro lado, entendía que la disciplina de aquel país podía ser muy dura y nada liberal, podría entender que esta era la mejor forma de expresarse que tenían. Aun si hacían el ridículo vistiendose como personajes ficticios. Con prótesis o grandes peluquines de colores. ¡Por los dioses, era tan irreal!

─ Señorita, usted se ve como toda una solterona. ─ Un atrevido vestido como un viejo sacerdote se acercó a Kagura.

─ ¿Disculpa? ─ fue tan repentino que ni tiempo le dio a procesarlo. 

─ ¡Este folleto tiene todas las respuestas! ─ No dio más explicaciones que esa, dejando el papel en sus manos, mientras de encargaba de atenerder a otros transeúntes.

Kagura continuó con su camino echando humos. Con la furia totalmente reprimida, la única razón por la que no aventó ese jodido papel fue por que no había ningun basurero cerca. Parecía el colmo.

¿Se puede tener tanta mala suerte en un solo día?

─ ¡Fiu~ Preciosa! ¿No quieres ir a dar una vuelta?

Nunca hacerse la pregunta prohibida.

A pesar de llevar una falda de vestir larga y un saco para nada provocador, los malditos siguen creyendo que las mujeres quieren oír sus piropos de mierda. Kagura revisó su reloj de muñeca, Kana todavía no saldría de la escuela. Pensaba seriamente en desviar su camino y no ir a casa directamente.

─ ¡Te hice una pregunta! ¡Eres muy creída, muñeca!

─ Ya Cállate, gusano. ─ fue todo lo que dijo Kagura antes de caminar más de prisa.

De reojo, pudo saber que no estaba solo. Y que no era un pervertido cualquiera, lucía como todo un pandillero peligroso. A plena luz del día y en el centro de la ciudad. ¡Que locura!

A pesar de darle aviso a los policías más cercanos, no fue lo suficiente para sentirse segura. Cambiando de camino, yendo de prisa. Japón era un país de primer mundo sin dudas, sin embargo, ni siquiera era lo suficiente. O quizás, Kagura no podría superar la desaparición de sus padres y no podría evitar relacionarlos con los negocios turbios.

...

Por una mano sostenía a su hermanita mientras ambas caminaban juntas, quizás ir algún parque antes de hacer las compras no estaria mal.
Mientras que su otra mano la ocupó para atender la notificación que acababa de llegar.

- Vi tu llamada ¿ocurrió algo?

- Ya estamos muertas, gracias de todos modos.


- No tengo tiempo para tus chistes sucios, sabes que tengo mucho trabajo.

- Yo también trabajo, no desaparezco un día entero, idiota! Nada grave, Kana tiene que hacer un estúpido árbol genealógico para la escuela, te llame para que participaras en esto.


- Te llamaré luego.

...

Maldecirlo era poco. Como siempre, era la única que podía y daría la cara frente a las dificultades. A veces, le gustaría que no fuera un maldito cobarde y diera mucho más de su parte, aunque no fuera su responsabilidad. Ahora, debía de encargarse de Kana sola. Fue muy estúpido pretender que su estúpido hermano la ayudaría.

─ ¿El hermano mayor va a venir?

─ Todavía no es tiempo. ¡Quiero decir! Todavía no le dio el tiempo. Osea, su jefe lo tiene tan ocupado que, el hermano Byakuya le ruega mucho para que lo deje libre el día al final del mes.

─ No dijo nada ¿Verdad?

─ Sabes que ya lo llame, pero me respondió por mensaje. Él dijo que llamaría. ¡Así que él debe cumplir con su palabra! Debemos ser pacientes y esperarlo.

...

Ya era noche cuando ambas habían terminado de cenar, los platos ya estaban limpios mientras la pequeña tomaba un baño. Kagura preparaba su ropa, o más bien uniforme de trabajo para el día siguiente. Y el siguiente, y el siguiente, y así por el resto de su vida hasta que se retire.

Hasta que encontró en sus bolsillos el folleto que no botó. Con más calma, decidió leerlo antes de tirarlo.

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