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"chico del tren"
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Fui caminando sin sentido por el castillo, estaba tan molesta con Matheo que ni siquiera sabía a donde iba, como podía haber alguien tan estúpido e idiota. Me senté en el pasillo y me solté a llorar, todo esto era una mierda.
Solo quiero volver a casa.
-Oye ¿estás bien? -pregunto un chico, me gire y vi que era el chico que me empujó en el tren.
-Quiero estar sola -pedi mientras me limpiaba las lágrimas.
El chico se acercó hasta donde estaba, se sentó a mi lado y se quedó en silencio. No entendía que hacía aquí, me le quede mirando unos segundos y luego el me miró, tenía ojos bonitos.
Saco un chocolate de su bolsillo y me ofreció, yo acepte y corte un pedazo, nos quedamos en silencio comiendo el chocalate. Sinceramente le agradezco que no haya hablado, estar así era más fácil y tranquilo. Fue como si hubiera leído mi mente y supiera que no estaba en condiciones de dar explicaciones.
Nos quedamos así por una media hora hasta que vimos que los estudiantes empezaban a dirigirse a sus dormitorios. Se puso de pie y me ofreció su mano, dude al principio pero después acepte y me ayudó a ponerme de pie.
-Ven te llevo a la sala común -asenti y fui con el.
Bajamos un poco, varios chicos de túnicas negras con verde iban a hacia la misma dirección. Hacía un poco de frío estando ahí. Llegamos a la entrada.
-¡Sangre pura! -dijo el chico y la puerta se abrió.
-¿Sangre pura? Es el enserio.
-Cambia cada semana, ten lo en mente.
Entramos a la sala común; era larga, semisubterránea, con los muros y el techo de piedra basta. Varias lámparas de color verdoso colgaban del techo mediante cadena, debajo de la repisa labrada de la chimenea, crepitaba la hoguera, lo que hacía que fuera un poco cálido el lugar.
-Bienvenida a Slytherin.
-Gracias chico del tren.
-Asi que chico del tren eh -rio- Me gusta.
Reimos ambos y un profesor alto de cabellera negra y piel pálida me habló, me despedí del chico del tren y seguí al Profesor. Sin decir nada me dio un uniforme y el horario de mis clases. Me dio unas llaves supongo que las del dormitorio.
-El señor Riddle ya pago el uniforme de acuerdo-antes de que pudiera protestar salió de ahí.
Busque mi dormitorio, era la última habitación. Entre en ella y solo habia una cama, una mesita de noche, un ropero y un escritorio. Estaba triste la habitación, lo único bonito era la ventana que había, literalmente estábamos debajo del lago negro.
Mis cosas ya estaban ahí, así que empecé a sacar mis cosas e hice que la habitación se viera un poco más a mi estiló. Me iba a poner mi pijama para poder irme a dormir. Mientras me quitaba la blusa la puerta se abrió, me tape con la playera. Era Matheo.
Se veía tan molesto, no traía su playera puesta así que pude observar su abdomen muy bien. Me aventó su playera y sentí como me ensuciaba el rostro con el jugó de calabaza. La alejé de mi rostro y la tire al piso.
-¡Vas a lavar mi camisa! -exigio.
-Lo siento mucho pero no recibo órdenes de un idiota como tú -bufe- Largo, me estaba cambiando por sí no te diste cuenta.
Matheo cerro de un puertazo la puerta, camino hasta mi y me tumbó en la cama, se puso encima de mi. Ambos forcejeamos por la playera, yo quería ponermela y el me la quería quitar, obviamente el me gano y tiro la blusa. Me tomo de las muñecas para que no pudiera golpearlo o hacer otra cosa.
-¡Muevete! -exigí.
-Me gusta tu sostén -se mordió el labio- Si no me cayeras mal te haría tocar el cielo.
-Sabias que puedo demandarte por esto, es acoso -dije.
-Ay Amy por favor -rodeo los ojos- Veo en tus ojos que quieres que te folle tan duro -acerco su rostro al mío a tal grado de rozar nuestras narices, tocó mi labio con su dedo y empezó a acariciar mi espalda. -Solo piensa en lo que te haré si eres buena niña.
Fingí que lo quería besar, lo tome de la cadena que llevaba en el cuello para acercarlo a mi. En cuanto bajo la guardia le di una patada en sus huevos, cayó alado de mi, estaba quejandose de dolor. Yo me puse de pie, me puse mi playera y tome la lámpara de noche.
-¡Hija de puta! -dijo entre quejidos.
-Conmigo te equivocaste, si creíste que caería como todas las chicas de una vez te digo que conmigo no tienes oportunidad.
-Me las pagaras -se puso de pie.
Salió de mi habitación sobandose. Cerré la puerta y puse el seguro para que no pasará algo como lo de hace rato. Me solté a llorar, ya no aguantaba todo lo que estaba guardando, me sentía más sola que nunca.
...
Termine de arreglarme para ir a clases, tomé mi maquillaje para darme un retoque. Se notaba que había llorado y no quería responder preguntas.
Salí de la habitación y habían pocos alumnos ya, era la hora del desayuno e iba cinco minutos retrasada. Mientras caminaba hacia el GC escuché risas pero no me detuve, seguí mi camino o eso solo fue un instante porque unos gemelos estaban aventando globos de agua.
-Bienvenida a Hogwarts bella señorita -dijeron ambos entre risas.
Estaba totalmente mojada del cabello y un poco de la túnica que me la tuve que quitar.
-¿Asi son sus bienvenidas? -sonrei ligeramente- Am creo que es muy original y divertido.
-Te vamos a llamar... -dijo uno de ellos- Am pulga..
-¿Pulga? -pregunte intrigada.
-Es que estás chiquita y cuando te aventamos los globos brincaste como tres metros -rieron.
-¡Vaya! -rei.
-Soy George Weasley -se presento uno.
-Y Yo soy Fred Weasley o mejor conocido como el amor de tu vida -tomo mi mano y le dio un pequeño beso.
-Que caballero -sonrei y Fred me guiño el ojo.
Los dos me acompañaron al GC, me invitaron a sentarme con ellos y acepte, así no le vería la cara a Matheo. Además es incómodo que todos te vean como bicho raro.
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