En el tranquilo pueblo de Forks, donde los días grises y las sombras parecen esconder misterios en cada rincón, los destinos a menudo se entrelazan en formas inesperadas. En este lugar de calma superficial y secretos ocultos, dos almas destinadas a...
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Los años pasaron con calma para Edward y Aurora. Habían formado una vida plena y feliz en Forks, rodeados de amigos y familiares. El amor que compartían había demostrado ser indestructible, y juntos habían enfrentado todas las adversidades.
Sin embargo, llegó un momento en el que Edward comenzó a reflexionar sobre la idea de ofrecerle a Aurora un regalo que cambiaría sus vidas para siempre. La idea lo había atormentado durante mucho tiempo, pero sabía que era una decisión importante que solo podía tomar una vez.
Una noche, mientras caminaban juntos bajo la luz de la luna, Edward finalmente reunió el coraje para hablar de ello.
—Aurora, hay algo de lo que he estado pensando durante mucho tiempo —comenzó Edward con seriedad—. Quiero ofrecerte un regalo, un regalo que te concedería la eternidad.
Aurora lo miró con sorpresa y curiosidad. —¿La eternidad?
Edward asintió. —Sé que es una decisión importante y que no puedes tomarla a la ligera. Pero quiero ofrecerte la oportunidad de convertirte en un vampiro, de compartir la eternidad conmigo.
Aurora se quedó en silencio durante un momento, procesando la propuesta de Edward. Sabía que ser un vampiro implicaba renunciar a su vida humana, pero también significaba estar con Edward para siempre.
—Es una decisión que no puedo tomar de inmediato —dijo finalmente Aurora—. Necesito tiempo para pensarlo y entender completamente lo que significa.
Edward asintió comprensivamente. Sabía que era una elección que no podía tomarse a la ligera y que requería una profunda reflexión.
Pasaron semanas y meses discutiendo las implicaciones de la propuesta de Edward. Aurora investigó a fondo lo que significaba ser un vampiro, los sacrificios y las ventajas. Finalmente, llegó a una decisión.
—Edward, he tomado mi decisión —anunció Aurora con determinación.
Edward la miró con expectación. —¿Y cuál es tu decisión, mi amor?
Aurora sonrió. —Quiero estar contigo por la eternidad, Edward. Quiero ser un vampiro.
La decisión de Aurora marcó un nuevo capítulo en sus vidas. Se embarcaron en el proceso de transformación, sabiendo que enfrentarían desafíos y dificultades, pero también que estarían juntos por siempre. El regalo de la eternidad los uniría de una manera que trascendía el tiempo y el espacio, y su amor perduraría a lo largo de los siglos.
