XXII

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Hugo.

Siempre me han dicho que es mejor tarde que nunca, que eso del 'amor' viene sin ser llamado, tal vez estén en lo cierto.

Me emocionaba cada vez que oía 'habits' y está vez no iba a ser diferente, bajaba Fuencarral con ella a todo volumen en mis cascos, cantándola, sin pensar en la gente, esa misma que me miraba como si estuviese loca. Llevaba puesto mi vestido corto de flores favorito y no sé quien demonios me mandó a ponerme estas vans, tal vez el recuerdo, aunque ya había pasado mucho tiempo de todo.

Llegué a Sol y ahí estaba, de pie, junto a la salida de metro, era realmente guapo, y mío, no sé lo que me llevo a aceptar que fuéramos algo más que amigos, supongo que como era nueva en la ciudad y Hugo se había ofrecido a enseñarme todo desde un principio, pues eso me llevó a esto, a que lleváramos cuatro meses juntos, era totalmente diferente a él...

Al ver que me acercaba vino hacía a mí con esos andares tan peculiares, era alto, castaño y de unos profundos ojos verdes, físicamente impresionaba, pero lo que más anonadada te dejaba era su interior, el como con solo tocarte te hacía sentir más de un sentimiento a la vez, el como te hablaba y solucionaba todo con la frase 'estamos juntos en esto', en como con solo abrazarte te sentías protegida, soy muy enamoradiza, siempre lo pensé, pero como para menos. Puse mis brazos alrededor de su cuello, y antes de besarle le sonreí, me devolvió la sonrisa y nos besamos.

Le cogí de la mano y emprendimos camino a un starbucks cercano, mientras andábamos me iba contando chistes, nunca entendí lo de la gracia fácil, nunca tuve sentido del humor, pero con él era fácil, todo lo hacía fácil, asustaba sí, pero realmente era reconfortante.

Mientras íbamos andando sentí una mirada penetrante, me recorría toda la columna vertebral, era una sensación extraña, absurda y imbécil, pero mi instinto hizo que me girara, y no falló, a lo lejos visualicé un cuerpo de pie, ese cuerpo que tantas veces recorrí con mis manos, el mismo al que tanto hice cosquillas, conté los lunares, y fue mío, me miraba, su cara expresaba sorpresa, pero también tenía algo de miedo, aunque estuviese lejos lo notaba, notaba como me saludaba con la miraba, yo no sabía como reaccionar, Hugo sabía la historia y él como yo estaba visualizando la situación, esperando que hiciese algo, no podía hacer nada, mi cuerpo no respondía, había pasado tanto tiempo...

No le saludé, en lugar de eso agaché la cabeza en modo de decepción, sonreí a Hugo y tiré de él para proseguir el camino.

No, no, no, no podía seguir con esto.

¿Qué hace él aquí?

Otra vez no.

Fuera.

Déjà vuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora