Danny Johnson

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Lil' Mouse

The Ghostface

Advertencias: blood, gore, murder, attempted murder, survivor, killer, NSFW, torture, implication of smut, Ghostface being a sick fuck- he's Ghostface

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Advertencias: blood, gore, murder, attempted murder, survivor, killer, NSFW, torture, implication of smut, Ghostface being a sick fuck- he's Ghostface.

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Pocas cosas hacían que su sangre bombeara, que la adrenalina corriera por sus venas con hambre; hambre profunda e incólume, una necesidad primaria. Una de ellas eran las persecuciones. Le encantaba la sensación de una persecución, la adrenalina pura que le producía, vivía para la caza y el acecho. Ver a su víctima caer lentamente en la locura, la paranoia de ser observado, pensar que lo están observando sin saber quién ni dónde, el miedo en sus ojos y el nerviosismo en su cuerpo; pero lo que amaba más que el acecho era el sonido de su cuchillo atravesando la carne de una persona, el chapoteo de la sangre y la sensación de calor bajo sus fríos guantes de cuero. La fría plata se convertía en un brillo carmesí después de una puñalada, una droga que enloquecía su organismo; le excitaba ver cómo la sangre brotaba de la herida y cubría el suelo donde yacía su víctima.

Si gritaban- Oh, si gritaban y destrozaban, sólo le serviría de acicate, haciendo que el juego del gato y el ratón estuviera realmente vivo. Los gorgoteos y jadeos que recibiría, sus oídos sintonizados con las canciones de dolor desgarrador que se apagaban lentamente a medida que su víctima se desangraba hasta morir. La vida líquida drenando el calor y el color de su piel, los ojos vidriosos y los labios pintados de rojo. Otra imagen para la memorabilia: su retorcido sentido del recuerdo de sus víctimas pasadas añadido a los papeles que escribía sobre sí mismo.

Mataba para divertirse, para sentir la emoción y la energía que le producía- quizá por eso no le molestó que ella le llevara al mundo de la Entidad.

Ella se alimentaba de la esperanza y la desesperación, palabras con las que él estaba familiarizado, también se divertía viendo a la gente llorar y desesperarse. A sus ojos era un buen negocio, podía acechar, cazar y matar sin la molesta presencia de figuras autoritarias ni tener que desplazarse siempre de un estado a otro; le ahorraba tiempo y dinero, aunque carecía del poder que tenía sobre la ciudad que acechaba y no alimentaba su necesidad de popularidad mediática.

Las mismas caras, los mismos métodos, las mismas voces, pero las distintas formas en que los apuñalaba, los asfixiaba y los daba por muertos era estimulante. Podría haber sido mejor que antes, podía dejarles gritar tan fuerte como quisiera. A algunos los odiaba (un odio mutuo entre él y algunos supervivientes), otros le importaban un bledo mientras se divirtieran (le temían por buenas razones, era un psicópata armado con cuchillos que cargaba contra ellos). Ninguno era su favorito, no tenía ninguno, no podía encontrar un individuo lo bastante interesante como para mantener constantemente su atención, pero entonces apareciste tú.

Un superviviente de ojos saltones con cicatrices en los puños del cuello, líneas plateadas bien ocultas bajo su holgado polo; seguramente ninguna de ellas era resultado de sus acciones. Frunce el ceño con cautela y frunce las cejas en los juicios, suavizándose cuando apunta a otro superviviente y endureciéndose en una mirada decidida cuando es sorprendido por uno de los suyos. Qué adorable. Lo observaste desde lejos, sin atreverte a acercarte a él, ni siquiera cuando te hizo señas con un gesto burlón, con los ojos entrecerrados y la espalda encorvada mientras te alejabas de él. La primera vez que os conocisteis te fuiste corriendo, rápida y lista, y eso le gustó. Aunque eras un poco callada, en cierto modo como un ratón, como lo serían algunos supervivientes después de vivir un tiempo en el reino de la Entidad; escabulléndote antes de que ocurriera algo malo; jugueteando con las manos; mirando hacia atrás ante cualquier ruido. Adorablemente, te convertiste en su nueva obsesión.

En la segunda prueba, te acorraló, te acechó, te atrapó y te persiguió como un gato merodeando a la caza de un ratón escurridizo. Te quedaste paralizada, con las manos temblorosas y las piernas rígidas de terror, las ojeras hacían tus ojos muy abiertos mucho más bonitos cuando él captaba en ellos el destello de su cuchillo. Cada paso suyo doblaba el tuyo, arrinconándote contra una pared, indefensa y a su merced.

"Te voy a trinchar otra, ¿vale?".

Fiel a sus palabras, te encontraste a horcajadas en el frío y húmedo suelo, con las manos volando hacia su rostro enmascarado, sus manos, sus hombros... cualquier lugar que pudieras que potencialmente le detuviera, para disuadirle de que te trinchara otra. Una risita profunda y sacarina, amortiguada por su máscara, llegó a tus oídos mientras su cuchillo se hundía en tu carne, trazando las líneas que había dejado tu anterior atacante. Lo que él pudo terminar antes, Ghostface pudo hacerlo, trazando nuevas líneas sobre las antiguas, pintando de rojo la plata rosácea y de rojo la carne sin cicatrices.

"Estás buenísima, nena", te arrulló, sonando muy alejado de la pérdida de sangre.

El zumbido en la cabeza y el cuerpo entumecido te dijeron todo lo que necesitabas -te hicieron recordar la vez que te atacaron y te dieron por muerta en aquel callejón, olvidada-, excepto por el duro pinchazo en el muslo que te dijo otra cosa: era un puto enfermo. El cabrón se había empalmado mientras te apuñalaba. 

Encontró nuevas formas de acabar contigo, en el tercer encuentro te enganchó -por una vez-, en el cuarto, te degolló; en el quinto, te apuñaló una vez en el abdomen y te abrazó mientras te desangrabas hasta morir; en el sexto, un golpe rápido y misericordioso en el corazón después de romperte las costillas; séptimo...

Le odiabas, donde él encontraba placer, tú encontrabas dolor- era de esperar de un asesino hacia un superviviente. Sin embargo, con cada muerte, él te ayudaba, The Ghostface te ayudaba a seguir adelante poco a poco, superando tu experiencia cercana a la muerte- de que todo el mundo te abandonara después de que pensaran que habías estirado la pata, adormeciendo el dolor. Siempre te preocupabas o te felicitaban después de un combate con él, y él, fiel a sus palabras, siempre volvía a por más.

"Mi adorable ratoncito", dijo, arrugando los dedos alrededor del mango de su cuchillo mientras miraba por encima de la pared.

Degradante, sí, pero con algo de afecto.

O salías impune o morías con él, no cojeando hasta la puerta con La Forma o mareado y con el cerebro revuelto por El Doctor. Todos eran unos bastardos enfermos, pero Ghostface era uno de los... más amables contigo.

"¿Hmm?", arrulló, ladeando la cabeza de forma casi cómica con su máscara. "¿Quieres saber cómo llamarme aparte de Ghostface?"

"Danny, nena, Danny Johnson. Será mejor que lo recuerdes porque gritarás ese nombre esta noche".

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Autor: diejager

Slashers and Dead by Daylight (One-Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora