Capítulo 2

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Gabriela salió del cuarto de Alex con una gran colección de pensamientos encontrados. Todos aquellos sentimientos y sensaciones negativas que experimentó mientras él la poseía en contra de su voluntad, se desvanecieron bajo el peso de esas últimas palabras, aquellas que develaban los sentimientos que tenía el muchacho por ella, los mismos que eran correspondidos por todo el amor que Gaby sentía. Fue inevitable que una sonrisa se dibujara en los labios de la chica, poco antes de marcharse a su cuarto, donde pasaría la noche soñando con situaciones románticas que incluían a Alex en cada una de ellas.

La mañana del domingo, Gaby despertó sonriente, rejuvenecida por las palabras que Alex le había dicho, se levantó y echó un ojo al hombre que dormía en la habitación a un lado de la suya, lo miró completamente dormido y se marchó a la cocina a preparar el desayuno para ambos.

Alex despertó en respuesta a los aromas que se desprendían de lo que Gaby estaba cocinando, pero en cuanto fue consciente de nuevo, los recuerdos de la noche anterior lo atacaron con crueldad, haciéndole entender que, en realidad, pocas horas antes había violado a Gaby. No obstante, también recordó aquellas últimas palabras que le dijo a esa mujer, justo cuando estaba por salir del cuarto, junto con las imágenes de ella arropándolo y dándole un tierno beso antes de marcharse. El caos de sus pensamientos lo abrumó. Se sintió culpable por haber transgredido la voluntad de la mujer más bondadosa que había conocido, aquella quien le abrió las puertas de su casa, dándole con ello un techo bajo el cual dormir.

Tras ponerse de pie, Alex fue plenamente consciente del intenso dolor de cabeza que, combinado con la culpa que sentía y los terribles recuerdos de la noche anterior que no lo dejaban de torturar; hicieron que aquel muchacho mostrara un semblante lamentable. Si bien podía escuchar a Gaby haciendo ruido en la cocina, podía oler el aroma de la comida; no estaba seguro de que todo estuviera bien, después de todo, la noche anterior él le había hecho justo aquello de lo que en un principio la salvó.

Alex se puso unos boxers, una playera y un short, salió de aquella forma al pasillo, pensando en el peor resultado que se le ocurría, donde Gaby le gritaría y lo correría de su casa, sin embargo, mientras más se acercaba, más claro llegaba a sus oídos el sonido de una chica alegre, cantando en voz baja. El chico asomó la cabeza por la puerta de la cocina, Gaby se veía hermosa, con el pelo recogido en un chongo por encima de su cabeza, vistiendo una playera muy grande y calzando un par de pantuflas rosas. El muchacho se quedó asombrado cuando la vio bailar un poco mientras hacía el desayuno, bajó la cabeza sintiéndose culpable y no fue capaz de decir nada. Gaby se dio cuenta de su presencia con un sobresalto.

- ¡Ay, me espantaste! - dijo la chica y luego sonrió, sorprendiendo por completo al chico quien, confundido, solamente se le quedó viendo - siéntate a la mesa, el desayuno ya está listo, ahora te sirvo.

Alex obedeció llevado por la duda y la confusión, aunque realmente no entendía la actitud de Gaby, quien en aquel momento, a pesar de su apariencia, estaba sumamente nerviosa, pues no sabía si el hombre que la esperaba, podría recordar aquello que le dijo por la noche, antes de que ella saliera de la habitación.

Gaby se dirigió a la mesa llevando una bandeja con dos platos servidos, un par de jugos de naranja y varias botellas de diferentes tipos de salsa.

Ambos empezaron a comer sin decir nada, a ratos se miraban discretamente pero cuando sus miradas se encontraban solamente redirigían su atención al plato. Cuando terminaron de comer las excusas para no hablarse se acabaron y sus miradas se encontraron, solamente que esta vez no voltearon a ningún otro lado.

- Gaby, lo que pasó ayer...

- ¿Es cierto?

- ¿A... a qué te refieres?

Gabriela: hasta el último roundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora