Tal y como su madre dijo la semana siguiente le había hecho llegar una carpeta con nuevas chicas en ella, le perturbaba ver como su madre estaba siendo tan extremista con el tema de que se casara, él quería casarse, pero no ahora, no tuvo una última buena relación por lo que quería estar sólo un poco más de tiempo y concentrarse en su trabajo antes de realmente tomarse en serio un matrimonio.
— Sr. Tuan, su madre llamó, quiere que le recuerde de la cena de fin de mes — dijo su secretaria por el intercomunicador.
Soltó un pesado suspiro y vio la hora, justo eran las cinco de la tarde y como olvidarlo si su madre había estado llamando todo el día para que no lo olvidara. Tomó las dos carpetas que tenía listas para ser devueltas a su madre y salió del lugar no sin antes darle la tarde libre a su secretaria y pedir que los empleados se retiraran a tiempo a sus casas.
— Si alguien viera el contenido de esto pensarían que soy un pervertido — musitó mientras lanzaba las carpetas a la parte trasera del auto y arrancaba.
Habían pasado unos cuantos días desde su charla con Bambam, y por muy estúpido que pareciera no podía dejar de pensar en la idea que le dio, por mucho que a Yugyeom le pareció estúpido no le importó.
"Tu lograste enamorar a Bambam y él era muy heterosexual" objetó cuando Yugyeom le dijo que era imposible que sus padres le creyeran que era gay luego de las novias y citas que tenía. La pareja se había encargado de darle mil y un razones por las que sus padres podrían reírse de él en su cara y no creerle su mentira.
Pero si no era eso entonces ¿qué le daría más tiempo de elegir? No quería un matrimonio arreglado, tampoco quería que su madre le arreglara citas como lo hizo con sus hermanos, porque, aunque ellos se vean plenamente felices con sus esposas, él no quería eso.
La puerta se abrió luego de que dio un par de toques en ella, entró tranquilamente a la casa y saludó a sus padres dejando las carpetas en una de las mesitas en la sala de estar recibiendo intensas miradas de sus padres en mientras lo hacía.
— No me gustó ninguna — sentenció.
— Mark, ni siquiera estás intentándolo.
Obviamente no lo hacía. A veces se preguntaba si realmente había un hámster corriendo en una rueda en lugar de cerebro en la cabeza de sus padres, se sentía grosero como la mierda, pero cualquiera con dos dedos de frente podría llegar a la conclusión de que intentar manejar la vida de tus hijos no está bien.
— Lo hago, ninguna tiene lo que yo quiero para ser mi futura esposa — dijo tranquilamente ajustando sus gemelos.
Su madre sonrió y se levantó de su lugar a tomar un pequeño cuaderno que se encontraba en la mesita de centro. — Dime que es lo que buscas y yo me encargaré de conseguirlo.
Eso lo sorprendió, lo dijo al aire para ganar mas tiempo y no esperaba que su madre estuviera dispuesta a buscarle a alguien tal y como él quería. Esa mujer no dejaba de sorprenderlo y eso no siempre era bueno.
— En realidad no lo sé, simplemente veo todos esos perfiles y siento que me piden trabajo no una cita.
— Arreglemos eso entonces, hagamos una cena en la que conozcas a las chicas y sus familias.
Esta vez Mark miró a su madre y luego con una mirada acusatoria dirigió su vista a su padre, molesto por que no había dicho una sola palabra. — ¿No vas a decirle nada a mamá?
Sabía que su reclamo era inútil, pero estaba al borde de hacer un berrinche peor que los que hacía de niño. No le cabía en la cabeza los extremos a los que llegaban las madres por ver a sus hijos frente a un altar intercambiando anillos con alguien.