Carta trece

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Mi amada Diana:

Cada vez que escribió se me olvida que ya no estas para recibirlas. Pero al finalizar el día solo deseo estar en mi habitación. Recuerdo haber destrozado la habitación completa, dejando salir todo mi dolor, la vida ya no tenía sentido cuando te tuve entre mis brazos sin vida.

Justo en este momento estoy sentado en el lugar que solíamos estar cuando visitábamos el boliche. Aquí te conocí, ese recuerdo aún se mantiene muy vivo. Ver a esa mujer frustada por no saber jugar boliche, como olvidar nuestra primera cita en el bosque, aquel beso bajo la lluvia. Sigo conservando el anillo de pareja, pero el que no pude seguir mirando era el de compromiso así que decidí devolverlo. Tus padres me ayudaron a elegirlo y tus padres estaban dispuestos a ser los cómplices de la propuesta. Mi dulce Diana como me hubiera gustado vivir ese momento, ponerme de rodillas ante de ti y pedirte que seas mi esposa.

Hubo una vez en la que me imaginé parado en el altar y te vi tan hermosa en ese vestido blanco caminado directo hacia a mí. Quizás podamos en otra vida amor mío.

Tuyo Nicolás.

Adiós mi amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora