I Need You ( Bucky Barnes/ el soldado de invierno)

Capítulo 2

Guié al desconocido hasta la cafetería más cercana, Nino's, donde frecuentaba todas las tardes de los miércoles tras volver de aquel pequeño museo. Para mi suerte, allí pasaba desaprecibida.

—¿Qué van a tomar?—dijo el camarero de 17 años que se acercaba indiferente.

—Yo quiero un café con leche.—dije mirando al desconocido, dándole a entender que debía pedir.

—Yo lo mismo.—dijo mirando al adolescente que nos atendía como camarero, aunque este no prestase mucha atención.

Cuando el joven se fue apuntando el pequeño pedido en su libreta, volvimos a quedar en silencio.

—Yo soy Susan,—dije rompiendo aquel incómodo silencio.—Encantada.—dije, esperando su nombre.

—Yo... Soy Bucky.—dijo escuálidamente.

—No hablas mucho, ¿verdad?—dije mostrando una leve sonrisa.

—No suelo relacionarme mucho.—dijo cada vez más suave.

—¿Qué te gustaba del cuadro? Me refiero a...¿por qué lo mirabas?— pregunté, harta de andarme con rodeos y yendo directa al grano.

Entonces el camarero vino con los cafés y, hasta que no se marchó, Bucky no quiso contestar.

—No lo sé muy bien, simplemente me impactó, el cuadro... trasmitía libertad. Como l—

—La libertad que siente el artista al pintar el cuadro.—dije cortándolo.

Entonces ambos nos miramos, y sonreímos.

—¿Sabes? Me alegro de haberte encontrado. La mayoría de la gente cree que ese cuadro es un cuadro sin sentido que no merece la pena, pero yo lo que veo es como el autor sale de la oscuridad con ese rayo de esperanza.

—No todo el mundo desea la libertad, solo los que no la tienen, pueden ver su belleza.

No podía dejar de mirarlo. Tenía la sensibilidad del arte que siempre había estado buscando, y su rostro también me incitaba a observarlo. Empecé a dar sorbos a mi café, y él hizo lo mismo. Otra vez estábamos sin tema de conversación, aunque nuestras miradas ya hablaban por si solas.

—Y... ¿A qué te dedicas?—pregunté, intentando que la conversación fluyera de nuevo.

Él pareció dudar otro momento más.

—Trabajo en una pequeña tienda arreglando coches a las afueras de la ciudad. ¿Y tú?—dijo dándole un sorbo a su café.

—Estoy estudiando económicas.

—Vaya, juré que tenías 25 o así.—dijo sacando una leve sonrisa.—sin ofender.—añadió.

—Tengo 26. En verdad me he metido a la universidad un tiempo después, no podía por otros motivos antes y...

—No sigas, no hace falta que lo cuentes. ¿En qué año estás?

—En mi tercer año.— contesté.

Él solo asintió con una pizca de interés y continuó bebiendo su café.

—Voy a pagar.—dije al terminar.

Me acerqué a la barra y allí le pedí la cuenta a una camarera. Cuando pagué me volví a dirigir hacia la mesa. Bucky ya se encontraba de pie. Sin saber como, parecía que cada vez se acercaba más a mi, era tan mono. Salimos de la cafetería y quedamos en silencio. ¿Debería pedirle el teléfono?

—Esto... Bucky, ¿me das tu número?—dije muy a mi pesar.

—Yo... no tengo teléfono.—dijo sacando una sonrisa incómoda.—Si quieres... puedo ir a visitarte a tu casa algún día.

Aquello me pareció muy hardcore que lo dijese pero, parecía un buen chico que no había medido sus palabras y que solo quería pasar un buen rato.

—Claro.—dije asintiendo y sacando un papel y un bolígrafo de mi bolso.

Lo siguiente que ocurrió fue que le escribí mi dirección y se la di. Luego nos despedimos y cada uno volvió a su casa. Yo no pude dejar de pensar en él durante todo el camino. Al llegar pude ver el rostro de Sean algo molesto.

—Llegas tarde, ¿qué te ha pasado? No respondías al teléfono y estábamos preocupados por ti.—dijo de brazos cruzados.

—Va, va, ya está el modo padre on. —dijo Lucy quien salió tras Sean riendo.

—Lo siento pero, lo he encontrado.—dije con una enorme sonrisa.

Ante mi respuesta, Sean parecía un poco confuso pero Lucy sabía exactamente a que me refería y no había tardado en demostrar emoción por ello.