Finca del '80 || Daerin . Candyz

OO3

   La chica de ojos gatunos salió de la escuela y oyó pasos detrás de ella, sabía que era Danielle.

   —¡Hey, Hae! ¿Para qué lado te vas? Si quieres podemos ir juntas— Exclamó la castaña en un tono alto.

   Haerin apuntó con la cabeza hacia donde quedaba su casa, Danielle sonrió, entrelazó su brazo con el de Haerin y se fueron caminando.

   —¿Quieres agua? Hace un calor insoportable.

   Haerin estaba aterrada, sabía que el agua potable no era igual al del campo, solo habían pasado horas desde el té que tomó por la mañana y le pareció una desgracia inhumana.

   —No, no quiero agua.

   La castaña no obedeció y sacó botellas de agua mineral de su mochila para compartirla con su amiga.

   —Toma, te ves sedienta, estas toda sudada, ¡espero te bañes al llegar a tu casa, eh!— Dijo Danielle dándole un golpecito en el brazo a la chica de ojos gatunos.

   Haerin agarró la botella a poca gana y la quedó viendo, ¿y si no le gustaba? No podría quedar mal delante de Danielle, pero vamos, ¡era agua mineral! Seguía pensando que era una dramática total por no querer tomar agua.

   —¿Qué sucede? ¿Todo bien?— Preguntó la castaña al ver a Haerin mirando la botella.

   —Perdona, aún no me acostumbro a comer y beber cosas de aquí. Hoy por la mañana tomé un té y lo escupí instantaneamente, el agua sabia horrible— Argumentó Haerin el porque no tomaba lo que le ofrecieron.

   —Habrá sido agua sin purificar, el agua mineral tiene cloro, específico para que no te den enfermedades por bacterias que contiene el agua, sé que es complicado, pero dale una oportunidad. Si no te gusta, escúpela, soy tu amiga y no me reiré de ti.

   Haerin se sintió más cómoda y segura al oír ese discurso.

   —Lo intentaré.

   La chica de ojos gatunos abrió la botella y tomó un trago, curiosamente estaba buena y siguió tomando.

   —Veo que te gustó, vamos, sigamos caminando, te dejaré en tu casa.

   Haerin sonrió, tapó la botella y comenzó a escuchar a Danielle mientras contaba su día. Danielle hablaba y ella escuchaba, como su amiga era sumamente extrovertida y ella era lo contrario, pegaban como dos piezas de un rompecabezas.

   —Oye, Hae, ¿tienes movil?

   —¿Un movil? Tengo solo un teléfono fijo... Si te refieres a un Nokia, no, no tengo.

   —Ooh~ Anótame tu teléfono fijo, mínimo así podremos hablar los fin de semana.

   —Ok... es +**********

   —Perfecto, te llamo luego, Haerin-ah. ¡Ve a ducharte! Estas llena de tierra.

   —Tú también lo estas, unnie, ve a ducharte ahora.

   Danielle asintió y sonrió, se despidió de Haerin y se fue.

   Haerin entró a su casa y oyó el ruido que hacia su padre mientras arreglaba el coche, por otro lado, su madre cocinaba sopa.

   —¡Hola, hija! ¿Qué tal tu primer día? Vaya, sí que estás sucia, ¿te prendo el agua caliente para bañarte?

   —¿Qué? ¿Aquí hay agua caliente?— Su madre asintió.

   —De todos modos, no, no la prendas, hacen treinta y cinco grados, hace un calor de locos. Me fue bien, hice una amiga.

   —¡Oh! Luego cuéntame más, ahora báñate.

   Haerin asintió con la cabeza y fue a la ducha.

   La chica de ojos gatunos se encontraba tirada en su cama viendo desde la lejanía de su cama el teléfono fijo que estaba en su nuevo escritorio, solo anhelaba una llamada de Danielle para acabar el aburrimiento.

   Alguien tocó la puerta del cuarto de Haerin, era su madre —Cariño, te traje unas tostadas con queso crema. Noté que hoy por la mañana te disgustó un poco el té, asi que te traje tostadas— Haerin sonrió —El té era realmente repugnante— Pensó Haerin —Gracias, mamá— Su madre sonrió y se fue de la habitación.

   Esperó que se enfriara el té, mientras tanto comenzó a acomodar cosas de su cuarto, había llegado el día anterior a Seúl, no tenía nada acomodado. Acomodó y acomodó, solo hasta que el teléfono fijo sonó y Haerin empujó una silla para sentarse a hablar con su compañera.

   —Hola Hae~

   —Hasta que llamas, Dani

   —Oww, ¿estuviste esperando mi llamada?

   —Estoy aburrida y el calor no favorece. Afuera está insoportable.

   —Pues qué pena, iba a invitarte a dar un recorrido por Seúl, pero cómo estas así...

   —Vamos.

   —Paso a buscarte en quince minutos, prepárate, Haerin-ah~

   —Te espero, unnie.

   Haerin colgó el teléfono y comenzó a comer las tostadas que su madre le dio anteriormente mientras volvía a oír la música clásica que provenía del casete de su padre en la cocina.