Capítulo 02 | Primer día de Trabajo
Era una mañana tranquila, no por ello menos ruidosa que de costumbre. Al levantarme de la cama, la brisa heló mi cuerpo por completo, obligándome a cerrar la ventana y ponerme una bata de felpa.
Adoraba los días fríos cuando podía quedarme en la cama con un chocolate calentito y unos churros para desayunar mientras veía Emily en París, pero hoy no sería el día. Así que, a regañadientes, me desplacé dos metros hasta la cocina, y me preparé una buena taza de café para empezar el día con algo de energía.
Tenía dos horas para prepararme, y en mi defensa diré que soy muy lenta por las mañanas y necesito mi tiempo para hacerlo todo, de lo contrario, llegaría tarde al trabajo y no me podía permitir ese lujo el primer día.
¿Qué imagen estaría dando si lo hiciese?
Descarté por completo cada corta respuesta que mi cerebro empezó a formular, y me calenté las manos con la taza del café recién hecho que inundó por completo el piso con aquel aroma tan delicioso.
Por la noche ya estuve organizando mi ropa y mi nuevo bolso de Parfois, con bolsillo exterior y cierre de cremallera en marrón, así que solamente tenía que preocuparme por desayunar, ducharme y arreglarme un poquito antes de salir a comerme el mundo en mi nuevo puesto de trabajo.
Estaba feliz.
El sábado por la mañana llamé a mis padres para contarles la noticia, pero no tuvieron mucho tiempo para alegrarse por mí; sus ajetreadas vidas no les permitían desperdiciar tantos minutos de su día a una de sus hijas.
No les tengo rencor por no estar cuando más les he necesitado, estoy acostumbrada a esto. Aunque por desgracia, siempre me acaba sorprendiendo su falta de empatía hacía nosotras. A mi hermana le pasaba lo mismo, la diferencia entre ella y yo era que ella estaba allí con ellos y podía verles todos los días; yo no. Así que tenía que quedarme con esas cuatro palabras de aliento que me dio mi madre, porque mi padre no pudo ponerse, y seguir con mi vida.
Una vez me duché y maquillé, procedí a ponerme el outfit tan otoñal que me había comprado para hoy: un jersey beige, unos leggins negros y unas botas Dr. Martens del mismo color que el jersey y que estaban de moda esta temporada. La verdad es que eran monísimas, quitando que ahora se llevaban mucho, combinaban demasiado bien con el outfit.
Personalmente no me gustaba seguir modas, pues la mayoría las veía absurdas, pero en ocasiones, Pinterest me mostraba tanto algunos complementos, que era imposible que no me acabasen gustando. Eso mismo me pasó con las botas. Eran un capricho, sí, pero se podían combinar de tantas formas que al final la balanza de los pros y los contras favoreció que me las comprase. Restó bastantes días a mi estancia en Valencia, pero ahora tenía trabajo, en un mes volvería a tener dinero, así que no tenía nada de qué preocuparme.
Al salir de casa a eso de las 08:20, la ciudad ya estaba despierta y en movimiento. Así que me puse los cascos y dejé que mi play list de Spotify sonara y apagase el ruido de la ciudad.
Me gustaba Valencia, pero no su ruido. Ojalá hubiese un botón de apagado para no escuchar las bocinas de los coches, ni a la gente gritando por teléfono. Mientras no lo hubiese, unos cascos y Taylor Swift de fondo hacían muy bien su trabajo de apagar y encender todo al mismo tiempo.
El autobús me llevo hasta el casco antiguo de la ciudad, lugar donde estaba ubicada la oficina de Melic. Edificios con balcones blancos, construidos en los años noventa, decoraban las calles estrechas de la ciudad; mi oficina era uno de esos edificios. El color verte pastel junto con el blanco le daban un aspecto elegante a aquella oficina de dos plantas que a partir de hoy sería mi lugar de trabajo.
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Tú No Eres Mi Jefe ©
ЧиклитCon 20 años, no tienes ni la más mínima idea de qué hacer con tu vida, y te adelanto que con 25 años tampoco. No sabes quién eres, ni a dónde vas; solo sabes dónde no quieres estar. Sofía tenía muy claro que Madrid no era su sitio, por lo que se mud...