VI

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Lentamente comencé a recuperar la conciencia

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Lentamente comencé a recuperar la conciencia. Ahora me encontraba en el barco, acostada en una superficie de madera algo incómoda, con una comezón molesta en mi espalda. Me levanté y lo primero que noté fue que me habían cambiado de camiseta por una limpia, ya que la mía probablemente estaba empapada de sangre. Volteé y noté a Zoro durmiendo en una esquina, al lado de donde yo estaba acostada antes. Al escucharme moverme, despertó y se levantó, tomándome suavemente del brazo y haciéndome sentar nuevamente.

–Perdiste mucha sangre, es mejor que no hagas ningún esfuerzo –dijo Zoro.

–¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? –pregunté algo desorientada.

–Casi 24 horas –respondió Zoro, con algo de preocupación en su rostro–. Nami te curó y desinfectó las heridas.

Abrí los ojos sorprendida; no creí que había dormido tanto. Sentí como si hubieran sido solo un par de horas.

Con su ayuda, me levanté de donde estaba acostada y salí hacia donde se encontraban Luffy y Nami. Ambos voltearon a verme con una expresión de alivio al verme despierta.

–¡Al fin despertaste, Lily! –dijo Luffy alegremente–. Mira, he terminado nuestra bandera pirata. ¿Qué te parece?

Luffy me mostró una bandera de una calavera medio deformada con un hueso y el sombrero de paja de Luffy dibujado.

–Peculiar –respondió Zoro.

Lo miré mal.

–No seas grosero –lo regañé y luego me dirigí hasta Luffy–. Tienes la idea, solo falta que alguien la mejore –le dije, sonriendo.

Luffy me devolvió la sonrisa como siempre.

Sin decir más, me acerqué al borde del barco y me quedé un rato observando el mar. Las olas se mecían tranquilamente de un lado a otro. De fondo, comenzó a escucharse una pelea entre Nami y Zoro, otra vez. Esta vez, no me molesté en intervenir; simplemente los dejé peleando y me quede viendo el mar con la mente en blanco, lentamente recuerdos comenzaron a venir a mi, y quedé perdida en ellos.

Me sentía muy incómoda y tenía muchas ganas de llorar. Mis uñas estaban clavadas en la palma de mi mano, tratando de contener todas esas emociones. Estaba en medio de aquel salón, rodeada de personas que jamás había visto, y mi papá me presentaba a hombres con la intención de que se interesaran en mí lo suficiente como para pedirle mi mano a cambio de poder y riquezas, que era lo que mi padre más buscaba. Me sentía usada, asqueada y sucia. Esos hombres se me acercaban mucho y me tocaban, y papá no hacía nada.

Llegué a mi límite cuando un hombre de tal vez unos treinta intentó arrastrarme hacia una de las habitaciones de aquel lugar; yo solo tenía 15. Lo empujé lo suficientemente fuerte, haciéndolo tambalear, dándome tiempo para correr. Entre lágrimas, salí corriendo de aquel salón. Corrí y corrí hasta alejarme lo más que pude, y emprendí mi camino de regreso a casa, donde me encerré en mi cuarto y lloré hasta quedarme dormida.

FAKE - ᶻᵒʳᵒ ʳᵒʳᵒⁿᵒᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora