Seventeen

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23 de febrero 2010

639 días antes de...

4:38am

Después de un concierto y un viaje desde Luxemburgo hasta Rotterdam, toda la banda ya se encontraba cansada, lo único que querían era descansar.

Por otro lado, estaba el guitarrista el cual se sentía inquieto, lo que Bill le había dicho sobre Ella lo había alarmado, temía que volviera a suceder lo que había pasado unos años atrás. Cuando llegó a su habitación, dejó su orgullo de lado y se dirigió a la habitación en donde estaba Ella.

— ¿Ella? — llamó tocando suavemente la puerta, espero por un momento pero nadie abrió la puerta. — ¿Ella? — volvió a llamar, pero nuevamente no hubo respuesta.

Tom se questiono si es que debía de irse o seguir insistiendo.

¿Y si Ella ya estaba dormida?

Siguió tocando la puerta, pero no tenía ningún tipo de respuesta, después de unos minutos suspiro con un poco de frustración y se fue de ahí, se dirigió al elevador y subió a la terraza, quería fumar un poco y era el único lugar del hotel donde se permitía hacerlo. Las puertas del elevador se abrieron ante él y pudo sentir el viento frío de la madrugada acariciandolo. Sintió un alivio cuando vio una figura femenina observando toda la ciudad desde lo alto de aquel edificio.

— ¿Me compartes un poco? — le preguntó colocándose a un lado de ella. La chica lo miro de reojo, le dio una última calada a su cigarrillo y se lo dió al chico a un lado de ella. — Hace frío, ¿qué haces aquí afuera? — preguntó sacando el humo de su boca y regresandole el cigarrillo a la chica.

— Lo mismo que tú, es obvio. — contestó ella sarcásticamente y le dio otra calada al cigarrillo.

— Qué graciosa, Ella. — contestó con el mismo sarcasmo provocándole una risa a la castaña.

Ella por fin lo miró directamente y le regaló una pequeña sonrisa. — ...No podía dormir, así que por eso salí a fumar, ya sabes, para relajarme un poco. — la castaña regresó su mirada hacia la ciudad.

— Y es a penas el inicio, Ella. — Tom también apartó su vista de Ella y miró la ciudad debajo de él. — Aún faltan 31 conciertos.

La castaña colocó sus manos en su cabeza. — Ni me lo recuerdes. — regresó sus manos a su posición original, le dio otra calada a su cigarrillo y nuevamente se lo dió al guitarrista. — Estoy cansada... — dijo en un susurro a penas audible.

Tom la miró y sintió una sensación extraña recorrer su cuerpo, era una mezcla de tristeza y miedo... Sí, miedo.

— Sabes que siempre estaré aquí para ti, Ella. — Tom le dió nuevamente el cigarrillo y trato de buscar su mirada, pero la chica seguía con su vista en la ciudad. — Eres mi mejor amiga... No importa cuántas veces peleemos, siempre lo serás.

En el rostro de Ella apareció una pequeña sonrisa. — Bill te lo dijo, ¿cierto?

— Sí...

La chica le dio una última calada al cigarrillo y lo apago en la barda en la que estaban recargados. — Tu también eres mi mejor amigo, Tom. — Ella por fin lo miró. — Eres un idiota, pero aún así eres mi mejor amigo. — dijo con una sonrisa provocándole diversión al guitarrista.

— Tu siempre tan amable, ¿verdad?

— Es un don. — ambos rieron. — ...No tienen porqué preocuparse, lo prometo. — dijo ahora un poco más seria.

Tom le dio una pequeña sonrisa, pero en realidad no lo convencía del todo. — Ya vamos a dormir, se supone que tenemos que estar en la Arena temprano. — Ella hizo una expresión de sufrimiento exagerada. — Ya no te quejes, entre más lo hagas, será más pesado para ti. — dijo divertido, Ella rió y ambos se adentraron nuevamente a su hotel para descansar un poco.

𝗣𝗵𝗮𝗻𝘁𝗼𝗺𝗿𝗶𝗱𝗲𝗿; Bill Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora