Prólogo

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“Me perdí en la galaxia de
tú rostro y me enamoré de
Brillo de tus ojos”

Conocí a alguien especial y no pude evitar enamorarme de él, su rostro está adornado con preciosas pecas, su sonrisa hace que todo mi mundo se ilumine y tome color

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Conocí a alguien especial y no pude evitar enamorarme de él, su rostro está adornado con preciosas pecas, su sonrisa hace que todo mi mundo se ilumine y tome color.

Fue amor a primera vista, eso puedo asegurarlo.

Lee Felix, estudiante de gastronomía, un estudiante ejemplar, nadie estaba a su altura, nadie era merecedor de su atención, el soltero más codiciado, amado y odiado en la universidad.

Nadie era lo suficientemente bueno para él, ni quiera yo, un pobre diablo que odia el contacto físico pero que anhelaba ser tocado por las manos de ese bello ángel.

Lo estuve observando de lejos durante muchos meses, quiza muchos lo consideren como acoso pero es que me era imposible no admilarlo aunque fuera de lejos.

No importa que tan gris estuviera mi día, con solo ver sonreír a Lee Felix, las nubes grises se iban y quedaba un brillante sol.

Lee Felix se convirtió en mi sol personal, en mi paleta de colores, en mi arcoiris después de la tormenta.

Lee Felix, nunca se había enamorado, hasta que un día deje de ser invisible para él, por primera vez aquella preciosa sonrisa estaba dirigida a mí, quise morir ese día y de pronto, todo cambio, ya no era solo yo quien lo acechaba, ahora él también me perseguía con la mirada, dios, yo era el hombre más feliz, ambos nos gustabamos pero ninguno se atrevia a dar el siguiente pasó, hasta ese día.

Siete de septiembre del año 2018, esa fecha jamás la voy a olvidar, yo estaba sentado en una de las banquetas del patio de la universidad, estaba distraído tratando de escribir una canción cuando sentí que alguien toco mi hombro, volteé a ver hacía atrás y ahí está él, el chico que tiene la galaxia en su rostro, si sus pecas fuera constelaciones, yo conectaría cada una de ellas.

—Hola— Susurró, se notaba nervioso, le sonreí al notar el sonrojo en sus mejillas y el jugueteo con sus dedos y mentiría si dijera que yo no estaba igual.

—Hola— Le respondí y por unos segundos, ambos nos quedamos en completo silencio, ambos con nuestras miradas puestas en el otro.

—¿Me puedo sentar junto a ti?— Preguntó y luego se mordió el labio inferior, por favor mi amor, no hagas eso, no ves que me muero de ganas por besarte.

—Claro, me encantaría— Conteste, hice a un lado mi guitarra y él se sentó junto a mí, sus mejillas aún seguían rojitas, de alguna manera, me hacen pensar en uno de esos frutos del dragón.

Y quién imaginaria que ese día nos volveríamos inseparables.

Con él pasar de los meses ambos decidimos formalizar, le pedí que fuera mi novio y él acepto.

Un año después, ambos decidimos mudarnos juntos, compramos una pequeña casa cerca de la universidad y  adoptamos un gatito, todo era más que perfecto, eramos tan felices, a veces teniamos desacuerdos pero es normal en las parejas pero la felicidad no dura para siempre ¿Verdad?.

—Felix, si cruzas por esa puerta ya no quiero que vuelvas— Grité al borde de las lágrimas y dios, ojalá nunca hubiera dicho esas palabras, no sabía de lo mucho que me arrepentiría después.

—Bien, jamás volveré— Contestó, él subió a su auto y lo ví desaparecer en la carretera, cerré la puerta con fuerza y me derrumbé en el piso, nunca habíamos tenía una discusión tan fuerte.

Subí a la habitación y me dejé caer en la cama, quería dormir para siempre pero el sonido de mi celular me lo impidió.

—Hola— Respondí con molestia.

—¿Con  el joven Yang Jeongin?— Una voz masculina preguntó, mi corazón empezó a latir rápidamente, presintiendo que algo no anba bien.

—Si, soy yo— Respondí.

—Le habló del hospital, Soul— Mi pecho dolió —El joven Lee Felix, tuvo un accidente mientras, mientras conducía otro auto colisionó con él— las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas.

—Él ¿Cómo está?— pregunté en medio del llanto.

—Lamentablemente murió al entrar al hospital— El doctor siguió hablando pero yo dejé de escuchar, el celular resbalo de mi mano, yo sentía que el oxígeno se estaba acabando, el tic Tac del reloj se escuchaba muy fuerte y de repente, se detuvo, todo a mi alrededor se detuvo y entonces quise que él reloj fuera una maquina del tiempo.

Si Sus Pecas Fueran Constelaciones (Hyuninlix) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora