Black Cat

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El despertador sonó con su insistente bip, bip, bip, hasta que yo alargué la mano, y a tientas traté de apagarlo.
Eran las cinco y media de la mañana y tenía que coger un vuelo a las nueve para ir a NuevaYork.
Suspiré y me quité las calentitas sábanas de encima. Me arrepentí al instante, por que me congelé las piernas, pero me obligué levantarme de la cama para no llegar tarde.
Me froté los ojos y llegué al baño con los ojos entrecerrados. Abrí el grifo y puse el tapón del lavabo, esperando a que se llenará de agua fría.
Mientras, cogí el movil de la mesilla y me lo llevé conmigo.
Una vez estuvo a rebosar el lavabo, me recogí el pelo y metí la cara de lleno.
Un escalofrío me recorrió entera pero yo continué hasta que me aseguré de que estaba bien despierta.
Después me sequé la cara y me puse crema hidratante.
Revisé que tenía todo listo para irme hacia el aeropuerto, y salí de la habitación del hotel cerrando silenciosamente la puerta a mis espaldas.
Bajé las escaleras con la mochila rebotando en mi espalda, y esperé a que los empleados trajeran mis maletas viendo un rato Instagram.
Rick Riordan acababa de poner una historia sobre las grabaciones de Percy Jackson, y de como se acercaba el estreno.
He de decir que soy una fan loca, LOCA, de Percy Jackson, y me ilusionaba muchísimo que hicieran una serie a su altura (por que, no nos mintamos, las películas...ñeh).
Cuando llegaron los jóvenes, les di las gracias, y me monté en el taxi que habian encargado para mi.
Fue un bonito trayecto, por que Los Ángeles se estaba despertando, y los locales estaban abriendo.
Entablé una conversación muy agradable con el conductor, y me dio pena despedirme, pero le dejé una generosa propina.
Llegué a la entrada y me puse la capucha para que no se me reconociera (no me apetecía lidiar con los paparazzis). Busqué la zona Vip, y una vez la encontré le di mi identificación al guardia de seguridad que estaba en la puerta.
Cuando entré en la sala me senté en uno de los sofás y esperé a que anunciaran mi vuelo.
4 horas después
Bajé del avión con los ojos entrecerrados, y me tapé la cara con la mano, para que la luz del sol no me dejara ciega.
Nueva York, por fin.
Un coche negro se estacionó frente a mi, y yo me subí sin dudar.
-Hola Calliope, soy Mark. Creo que te habían dicho que tenías que ir directamente al estudio. Si quieres puedo pasar yo por el hotel y te dejo las maletas.
-Muchísimas gracias, Mark. Me has salvado la vida.
El conductor soltó una risita y emprendimos el camino hasta el estudio escuchando música.
-Entonces...¿Eres británica?
-¿Qué? No no, que va. Soy española, pero mi acento es británico por que así lo estudié en el colegio, además viví en Londres un par de años.
Nos sumimos de nuevo en el silencio mientras veía los edificios y los rascacielos hacerse más y más grandes a nuestro paso.
-Bueno, aquí es-anunció Mark, parándose enfrente de un rascacielos- el hotel es el Queen Elisabeth, supongo que ten mandarán la dirección si no, te puedo venir a buscar.
-No te preocupes, se en donde está. Gracias de nuevo Mark.
El joven se despidió de mí con una sonrisa, y yo respiré hondo antes de entrar.

Holaaaa. Este es mi primer fanfict, y tengo un mogollón de ideas para nuestra protagonista.
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