Capítulo 11

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Ya habían pasado unos cuantos días desde su salida en busca de nébeda. Garra Sombría despertó y comenzó a estirar las patas. Se levantó y, bizqueando ante la luz del sol del amanecer, salió de la guarida. Observó el claro con tranquilidad. Leónido charlaba con Flor Centelleante, mientras Abedul se encaminaba hacia la maternidad. Polvorosa ya se había unido a las reinas, y las cosas apuntaban a que no le faltaba demasiado para dar a luz.
   Garra Sombría había sido asignada a la patrulla del mediodía, pero faltaba mucho aún para que llegara la hora indicada. Decidió ir a ver cómo estaba Polvorosa.
   Entró en la maternidad y se encontró con Abedul junto a la atigrada.
   —Buen día— saludó—¿hay noticias?
   —Sí. Pedregosa me dijo que serán menos de tres cachorros— anunció Polvorosa.
   La guerrera negra no estaba segura de si eso era bueno o malo, por lo que se limitó a asentir con la cabeza.
   —¿Cómo te encuentras?— preguntó.
   —Bien— respondió la joven—aún debe faltarme media luna.
   Tras conversar unos momentos más, Garra Sombría salió de la maternidad. Vió a Manto Abrasado, que acababa de regresar de cazar. Se dió cuenta por el olor que desprendía. Había conseguido... una urraca y un campañol.
   Se acercó y comenzó a charlar con el guerrero. Mientras conversaban, pudo ver a Luciérnaga, que salía de su guarida. ¿Debería decirle a su pareja sobre Mullido? ¿Acaso se lo contaría a alguien?
  
●   ●   ●

   Garra Sombría escuchó con atención mientras Leónido recitaba:
   —Manto Abrasado, Flor Centelleante, Garra Sombría, Corazón de Pino, Espinosa, Manto Celestial, Tormenta Gris, Flor Trigüeña y Patas Blancas.
   Los gatos mencionados fueron armando una fila en la entrada del campamento, uno detrás del otro. Garra Sombría esperó hasta ver que Estrella Arenosa salía de su guarida y se colocaba a la cabeza del grupo. El líder realizó una señal con la cola, la cual provocó que todos los guerreros y guerreras echaran a correr por el bosque. Tras unos minutos, descendieron la ladera que llevaba a los Cuatro Árboles.
   El Clan del Río y el Clan de la Sombra ya se encontraban allí, pero el Clan del Viento no. Recordó lo ocurrido en la asamblea anterior, y casi deja escapar un gruñido.
   ¿Zafiro se presentaría en aquella reunión? A Garra Sombría le daba algo de curiosidad saber cómo era.
   El Clan del Viento llegó pero... no era Estrella de Liebre quien iba al frente. Era Zafiro. Un gato negro de pelo largo brillante, con dos ojos azules. El silencio llenó el claro, sólo roto por algunos susurros y murmullos. El lugarteniente saltó a la Gran Roca, lo cual causó aún más confusión entre los presentes.
   —Gatos de todos los clanes— saludó. Había un extraño brillo en sus ojos, algo que a Garra Sombría le resultaba familiar, pero no recordaba qué significaba, ni de dónde lo recordaba —. Mi nombre es Zafiro, y soy el lugarteniente del Clan del Viento.
   Algunos suspiros de alivio brotaron de entre los presentes. Se habían esperado lo peor.
   —¡¿Dónde está Estrella de Liebre?!— bramó un veterano del Clan del Río, casi a modo de protesta.
   —Comprendo tu inseguridad— respondió Zafiro con la mayor tranquilidad— lamento decirles que Estrella de Liebre no ha podido acudir a esta reunión. Hace unos días, perdió una de sus vidas por causas desconocidas, aunque se sospecha que comió algún tipo de veneno. Se estaba recuperando, pero ha vuelto a caer enfermo, y nuestro curandero no sabe por qué.
   Maullidos de tristeza y de aliento brotaron en el claro. La mayoría apoyaba al Clan del Viento en sus problemas, debido al respeto que le tenían al viejo líder. La otra minoría se mantenía más reservada, y estaba conformada por aprendices y guerreros jóvenes.
   —Gracias a todos— agradeció el lugarteniente. Luego Estrella Parda dió un paso adelante.
   —Lamentamos mucho lo sucedido. El Clan del Viento cuenta con nuestro apoyo.
   Y así continuó la asamblea. Luego se hablaron las cosas normales, y se dió fin a la reunión. Garra Sombría se topó con Cedrón y, rápidamente, comenzó a hablarle.
   —¿Cómo está Hoja Seca?— preguntó, apresurada. Su Clan se iría pronto.
   —Bien— respondió el gato, inexpresivo—sus cahorros no han nacido aún.
   Justo en ese momento, Manto Abrasado apareció junto a ella.
   —Vamos. Nos estamos marchando— llamó, y dirigió una mirada asesina a Cedrón. ¿Acaso nunca se tratarían bien entre ellos?
   Corrieron a través del bosque, de regreso al campamento. Garra Sombría entró, y se chocó contra Manto Abrasado, que se había quedado observando, estupefacto. Lo rodeó y comprendió. Abedul yacía en el suelo, sangrando por un gran tajo en el lomo y con una oreja desgarrada. Pero lo más impresionante era su cola. Le faltaba la mitad, y un pequeño muñón de pelos y carne se encontraban en el suelo. Polvorosa le hablaba entre sollozos, muerta de miedo.
   —¿Qué fue lo que ocurrió?— preguntó Estrella Arenosa, con terror reflejado en sus ojos ámbar.
   —Un zorro— gruñó Nube Blanca, que sangraba por el omóplato—. Apareció de la nada. Yo estaba sintiendo un olor extraño, como a carroña, cuando encontré eso en la entrada.— Señaló un conejo podrido a un costado— no sé cómo llegó allí, pero creo que eso atrajo al zorro. Se metió en la maternidad y trató de atacar a Polvorosa, pero Abedul estaba ahí para protegerla.
   —¡Abran paso!— gritó Pedregosa, que corría entre los gatos congregados. Ingresó al claro y abrió los ojos como platos al ver al guerrero en el piso. Garra Sombría imaginó que la hemorragia iba a ser muy difícil de frenar... tal vez imposible.
   Luciérnaga llegó detrás de su mentora y, casi como si se hubiesen comunicado telepáticamente, comenzó a arrastrarlo con mucho cuidado hacia su guarida, mientras que Pedregosa corría allí y volvía a salir con un montón de hierbas en la boca. Todo sucedía tan rápido... la guerrera negra se limitaba a observar.
   —¿Lo van a sanar?— preguntó Polvorosa, con los ojos vidriosos.
   Nadie le respondió. Continuaron yendo de un lado a otro con las hierbas, y trayéndolo poco a poco hacia la guarida. No se movía ni emitía ningún sonido... ¿acaso estaría vivo aún?

Días Sombríos #3 / Zafiro y Esmeralda / Los Gatos GuerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora