Capítulo 16

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Se hizo silencio.

   —¿Qué has dicho?— preguntó Garra Sombría, sin poder creer lo que acababa de escuchar.

   —Lo que oíste. Estoy embarazada— repitió la curandera, a punto de volver a romper a llorar.

   —Pero, pero... ¿Cómo siquiera te arriesgaste a eso?

   —No me di cuenta, Garra Sombría. No creí que fuese a pasar, o tal vez pensé que me las arreglaría. Pero, ¿cómo? No sé qué hacer ahora. Pedregosa no tardará en darse cuenta...

   —Rayos... pero creo que sé que podemos hacer.

   —¿Qué cosa?— maulló ella, esperanzada.

   —Puede que suene tonto y alocado...

   —Dime, Garra Sombría.

   —Hmmm, podríamos... decirle al clan que estás enferma.

   —¿Cómo?

   —Te armaremos una guarida lejos del campamento. Tendrás una enfermedad muy contagiosa, y sólo yo iré a verte. Así podemos guardar el secreto.

   —Eso es... peligroso. Pero no tenemos ninguna otra idea...— murmuró.


Un rato después, se encontraban en el mismo sitio, sólo que Manto Abrasado también estaba presente. Tras explicarle lo que ocurría, puso los ojos como platos.

   —¿Qué..? ¿Clan del Río..? ¿Mullido..? ¿Guarida..? ¡¿Cachorros?!— exclamó, finalmente.

  —Sí, sí, sí y sí— dijo Garra Sombría, que francamente estaba tan sorprendida como él. Pero lo manejaba mejor.

   —¿Y necesitan que yo las ayude?— repitió el gato anaranjado.

   —Sí.

   Luego de un pequeño silencio, aceptó.

   —Está bien. Ayudaré a Garra Sombría a armar la guarida.

   —No sabes cuánto te lo agradezco...— maulló Luciérnaga.

   —Ya, ya— dijo Garra Sombría—. Es hora de ponernos patas a la obra.


Recorrió un pequeño trecho de bosque hasta encontrar unos zarzales. Tomó todo lo que pudo y regresó al sitio donde habían arreglado construir la guarida. Cerca de las Rocas de las Serpientes, Manto Abrasado cavaba un hoyo en el suelo.

   —¿Cómo va eso?— dijo Garra Sombría.

   —Falta mucho— respondió su pareja.

   —¿Qué pasó con Luciérnaga?

   —Emprendió una sñenorme recolección de hierbas. Quiere que todo esté bien abastecido cuando se vaya.

   La gata negra repitió el proceso de ida y vuelta varias veces, hasta que finalmente tuvieron las zarzas suficientes y el hoyo cavado. Manto Abrasado se encargó de traer a Luciérnaga, la cual se metió dentro del agujero.

   —¿Cómo está?— preguntó la guerrera de ojos verdes, entrando detrás de ella.

   —Nada mal— respondió la curandera—. Creo que funcionará. ¿Qué piensas decirle al Clan?

   —Lo que te he dicho. Que tienes una enfermedad que podría ser muy contagiosa y que es necesario que te mantengas alejada. Que te hemos ubicado cerca del las Rocas de las Serpientes y que nadie debe acercarse allí porque el riesgo de contagio es muy alto.

Días Sombríos #3 / Zafiro y Esmeralda / Los Gatos GuerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora