Cap. 6•

333 25 17
                                    


Dios mío, eso se sintió tan real, ¡este hombre vale cada maldito centavo!

Después de saludar a más gente que ni yo conozco, le digo a Satoru que nos estacionemos en el bar, hace una cara de molestia, pero el que paga manda y el jefe aquí soy yo.

- Satoru, ¿has visto esas películas de comedia donde cada miembro de la familia es raro y un poco loco y torpe, pero al final los amas porque son tu familia?

- Sí

- Bueno, mi familia no es así. - Termino con un microexpresión de derrota, pero soy interrumpida por la estrella de la familia.

-¡Hola queridísima hermana 5 años mayor que yo!

Mei siempre recalcando que soy mayor, que ella es más joven, más bonita o simpática, dime algo que no sepa...

- ¡Hola hermanita! ¿Disfrutando de por fin ser el centro de atención?

Me entregan mi trago y Mei me lo pide con la mirada, siempre quiere lo que es mío, se lo doy y Satoru me pide otro.

- Aquí estás querida, vamos a bailar. - Dice Nanami mientras hacen un extraño paso de baile que termina con Mei en el piso por haber tropezado con los pies de él.

- Eso pasa cuando el novio no quiere tomar clases de baile.

- Mei, sabes que no tengo tiempo.

- Los acompañaremos. - Interrumpe Satoru para romper la leve tensión que se había formado en el ambiente.

- Aún no te conozco, pero ya te amo guapo. - Dice Mei guiñándole el ojo, a lo que él responde con una sutil sonrisa.

- Hola a todos, pongan atención por favor.

¡Dios! ¿Quién le dio el micrófono a mamá?

- Toji y yo estamos muy agradecidos con su presencia, también estamos felices de que nuestro querido Kento se enamorara de la chica de al lado, la hermosa y bondadosa Mei. Estamos tan emocionados por la boda, así como también nos emocionamos hace 3 años cuando pensamos que Naoya le iba a proponer matrimonio a Utahime y creímos que sería una Zenin, pero ya ven cómo todo terminó...

Siento que estoy a punto de llorar y que todas las miradas recaen sobre mí, Satoru pone su mano en mi hombro y escucho sonar el piano con notas sin sentido, todos volteamos y ahí está, el padrino del novio, Naoya sonriendo, todos ríen y mamá retoma su discurso, dice algunas tonterías sobre el amor, todos brindan y ríen.

Salgo apresuradamente al baño, le llamo a Shoko, no sé qué horas son en Nueva York, pero es mi mejor amiga y debería contestarme, ¿no? Bueno, no lo hace. Salgo un poco derrotada Naoya está frente a mí, como si hubiera esperado durante mucho tiempo, tiene una expresión de tristeza y alivio, le sonrío.

- Perdón por eso, mamá nunca sabe cuándo callarse.

-Yo solo acepté ser padrino porque sabía que solo así te volvería a ver. - Me sorprendo, pero mi reacción natural es irme, rápidamente toma mi mano, me detengo y se acerca para darme un abrazo.

Yo me quedo inmóvil, y luego correspondo al gesto, cierro mis ojos, mis sentidos se agudizan y huelo su aroma. Mi mente vuelve en el tiempo y rememora los momentos felices que viví aquí, en esta ciudad y junto a él, siento que estoy a punto de llorar cuando papá interrumpe.

- Hija, ¿hasta cuándo vas a saludar al hombre que más te ama? Hace tanto no te veo y quiero que me cuentes cómo conociste al joven que te acompaña... Naoya, ¿estabas aquí? Si me permites, me llevaré a mi niña.

- Adelante, no se preocupe.- Dice Naoya, y parece triste y arrepentido, como si aún tuviera tanto por decirme, aunque ese abrazo creo que habló por los dos.

The DateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora