CAPÍTULO 5: VERDAD

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La Tierra, Japón

Hace 3 días

A lo largo de su corta vida, Nick había visto muchas cosas que las personas normales no deberían presenciar nunca. Numerosos recuerdos de guerras libradas por bandos egoístas o inconscientes abarcaban su mente, batallas libradas por monstruos gigantes que no buscaban más que su libertad y el bienestar de su mundo, todo acontecido en el calor de brutales conflictos que ponían a prueba su fuerza y la de sus amigos, al mismo tiempo que lo obligaban a valorar más y más la vida que se le había dado.

Eran vivencias fuertes y severas para los que muy pocos estarían preparados, para las que muy pocos lograrían sobrevivir. Sin embargo, ninguna imagen había estrujado con tanta fuerza su corazón como la de una madre destrozada por la desaparición de su hija, era algo que nunca había pensado que vería con sus propios ojos. Pero aquí estaba él, tratando de dar con pistas que los ayudaran a detener las desapariciones de los peleadores en el IB.

Según había investigado, Kioko Akiyama era una mujer cálida y alegre frente a la vida. Una de esas personas capaces de sonreírle al mundo sin importar qué le lanzara. No obstante, su carácter alegre y positivo se había desvanecido junto con su hija de la faz de la Tierra.

No sabía mucho de la joven Aiko Akiyama, solo que era una peleadora sobresaliente en las arenas y una miembro frecuente del Interespacio Bakugan, pero solo esa información bastaba para entender el por qué los intrusos la querían reclutar para su guerra.

Los múltiples nombres de peleadores desaparecidos tras su último viaje al IB lo llevó a una gran multitud de hogares, con familias de todo tipo que habían perdido a uno o varios de sus seres queridos tras una desafortunada visita al interespacio.

Esta ya era la décima casa que visitaba en la mañana y aún no había logrado dar con un indicio contundente que lo ayudara a dar con agentes intrusos. Lo único que había logrado averiguar en este tiempo de búsqueda era que varios de los padres y familiares de los chicos desaparecidos querían demandarlos al considerar a la compañía de la familia de Marucho como cómplices de tales actos.

Tenía que agradecer al señor Marukura por evadirles responsabilidades legales, aunque no podía negar que se sentía culpable por haber tenido que dejar tal peso en los hombros del jefe de jefes cuando el IB era en parte su responsabilidad. Lo primero que había hecho al enterarse había sido redactar una carta disculpa al cabecilla de la empresa por dejarle el trabajo pesado de tratar con las autoridades por el campo que ellos manejaban, disculpa que había recitado con modificaciones a todas las familias que había visitado, esperando que la promesa de encontrar a sus seres queridos apaciguara un poco su dolor.

Jamás podría olvidar a los numerosos padres que habían tratado de atacarlo o amenazarlo al escuchar quién era y cual era su trabajo. No podía culparlos, era la reacción natural de cualquiera al conocer en persona a uno de los encargados de evitar este tipo de cosas y ver que había sido incapaz de cumplir con su trabajo. Por desgracia, ese conocimiento no hacía que los golpes de los familiares más jóvenes y temperamentales de los desaparecidos dolieran menos.

Aunque nada lo lastimaba tanto como las expresiones de dolor en los ojos de los padres y los hermanos que, con mucha ira, lo hacían responsable de los crímenes de sus nuevos enemigos o las madres rotas en llanto que le habían suplicado que hallara a sus hijos, que los regresara a casa sanos y salvos.

Al pensar en esos rostros, quebrados por el dolor de la pérdida incipiente, Nick solo podía pensar en como sus ganas de un día formar una familia aminoraban. No quería imaginarse lo que se sentiría encontrarse en una situación así, donde las personas que te importan están desaparecidas y tienes que depositar tu confianza en desconocidos para hallarlas. Era algo que prefería nunca experimentar.

Bakugan Invasores Gundalianos: En el Corazón de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora