CAPÍTULO 24: LUZ VS OSCURIDAD

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Gundalia, Ciudad Capital

Coliseo Abandonado

Hideaki Takamura

Masashi Yoshida

Tetsuo Yamada

Sora Yamagawa

Hinata Kimura

Yuma Ishikawa

Aiko Akiyama

Sabía que no tenía sentido aprenderse los nombres enviados en la lista del príncipe, pero no podía evitarlo. No después de haberse visto forzado a abandonar a abandonar la escasa seguridad y calma de su habitación para desplazarse a las celdas del castillo con el propósito de sacar a los prisioneros indicados por su nuevo maestro.

No sabía para que necesitaba el Príncipe Freidr a estos terrícolas, pero lo inquietaba. No sabía mucho del aparente heredero de Barodius, nadie parecía hacerlo realmente, y eso lo inquietaba. No conocía de nada al hombre que lo había obligado a estar a su servicio y eso le provocaba una fuerte angustia.

Después de entender cuál era la forma de operar del hombre de cabello grisáceo, solo podía sentir inquietud al recibir una orden tan extraña de su parte.

Las indicaciones que precedían la lista de nombres eran simples: tenía que sacar a los humanos que respondían a dichos nombres de las profundidades de las celdas del castillo y llevarlos con discreción al coliseo abandonado al sur con ayuda del subordinado del príncipe, Lundarion Eximus, el cual los había dejado hacía poco para reunirse con alguien más. Por supuesto, nadie más que la gente del príncipe podía enterarse de lo que estaban haciendo y por eso se habían visto obligados a vestirse como guardias del castillo con falsas indicaciones de trasladar a los prisioneros a una zona remota para librar espacio en las celdas.

Lo habían hecho, y ahora se encontraban en el destino indicado por el príncipe, esperando pacientemente el regreso de Lud desde el interior de uno de los túneles a los costados de la construcción que conducían directo a la arena de combate, donde el Príncipe Freidr esperaba pacientemente con los brazos cruzados; mientras miraba con atención uno de los túneles vacíos que tenía a metros de su posición.

Había intentado acercarse, preguntarle qué es lo que estaba pasando, pero Lud había sido muy claro al mencionar que no debía acercarse ni cuestionar al príncipe este día especialmente. Aunque, hablando con honestidad, tampoco sentía un gran deseo por estar demasiado cerca del hombre, no después de su clara amenaza disfrazada con hipócrita cortesía en su estudio hacía ya unos días.

Sinceramente, el Príncipe Freidr lo asustaba y no era para menos, pues aún tenía muy presente que era el hombre que había amenazado con devolverlo a la cloaca de la que Barodius lo había sacado y el mismo que había masacrado una ciudad terrestre con tal de aprisionar a unos cuantos miembros de los Peleadores Bakugan. Gracias a eso, no se atrevía a acercarse demasiado al príncipe y mucho menos hoy.

Normalmente, Freidr se mostraba siempre orgulloso detrás una máscara de amabilidad y cortesías dignas de alguien en su posición, siempre con una falsa mirada amistosa en los ojos para apaciguar a quienes tuvieran miedo de él con tal de obtener algún beneficio. Sin embargo, este día no parecía querer presentar ningún esfuerzo por esconder su lado más oscuro.

Estaban en una de las construcciones más grandes que había visto en su vida, el coliseo abarcaba kilómetros solo para dar forma a la arena de combate, se extendía mucho más contando el espacio que ocupaban las gradas y los gruesos muros de piedra gris que delimitaban el espacio y los distintos niveles inferiores y superiores pegados a los muros de la obra.

Bakugan Invasores Gundalianos: En el Corazón de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora