Tristes historias

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Fui a la plaza donde Diana dijo que me esperaba, estaba algo triste, no podia creer que en tan solo un dia de conocer a Briana ya se me habia confesado, ¿por qué no dijo nada antes? Me preguntaba mientras caminaba hacia Diana.

Hola Adam -saludó ella- ¿Quieres contarme mejor lo que ha pasado? 

Hola Diana -saludé yo de vuelta- la verdad si.

Nos sentamos en una banca y le conté la mayoría, ella ya lo sabia por la llamada pero aun asi me escuchó atentamente.

¿nunca habias hablado con ella? -preguntó Diana.

No -respondí yo- nunca he tenido amigos.

Su mirada se puso triste, al parecer, sentia pena por mi.

¿soy tu primer amiga? -ella preguntó.

Si -dije algo triste- eres la primera y única. 

Diana solo me abrazó consolandome, era el segundo anrazo que me daba, me sentí débil y pequeño, sin darme cuenta, lagrimas bajaron por mis mejillas recordando mi infancia solitaria, no pude contenerme y solo la abracé con fuerza mientras sollozaba.

No seré la única -dijo Diana abrazandome con amor- tendrás amigos y amigas, yo te ayudaré, lo prometo.

Aquella promesa tan dulce me pareció la única que no fue vacia, la única a la que le creeré, ella es todo lo que no tuve y tengo.

Gracias -murmuré entre sollozos- eres la mejor.

Lo sé -se burló ella- soy mejor que tú. 

Aquella burla en el momento equivocado me pareció tan linda y correcta que solo reí y respondí- si claro, hablame cuando crezcas 10cm.

¡No es mi culpa que seas un titán! -bramó ella.

Y tampoco es la mia porque seas un pitufo -me burlé yo con lagrimas en la cara.

Eres tan molesto -se quejó ella para luego limpiar mis lagrimas con su manga.

Tenia mis manos en su cintura y estabamos cara a cara, era tan hermoso verla, su hermosa piel clara, su cabello claro casi rubio, sus ojos oscuros que parecen la noche pura, sus labios tan lindos y rosas, sus mejillas siempre de un color rosado, tenia el deseo de tomar su rostro y besarla, solo ser su amigo me mataba por dentro, esa chica tan hermosa es el amor de mi vida.

¿tengo algo en la cara? -preguntó ella algo avergonzada.

Eh.. ¿no? -respondí confundido- ¿por qué dices eso?

Oh, es que me estabas viendo mucho y pensé que me veia mal -dijo ella algo sonrojada.

Me puse nervioso, no me habia dado cuenta que la estaba mirando demaciado, aparté mis manos de su cintura y quité mi mirada de ella totalmente avergonzado por aquello.

Lo siento -me disculpé con pena- estaba pensando de más.

Ella rió con sus hermosos dientes de perla, sonaba como una melodia perfecta y su bella sonrisa me atrapaba en ella, DIOS, ella es hermosa.

Ya deja de mirarme rarito -se quejó ella.- ya sé que te gusto.

La miré sorprendido por la broma pero solo la continué-es que eres muy fea.

Mentirosoo -dijo Diana molesta- yo soy bella y tú no, me tienes envidia.

Pffft, clarooo -respondí con burla- prefiero mi cabello oscuro que uno claro.

Es que yo soy rubia y tú cabello quemado -tontea Diana.

Tanto llorar me dió hambre -agregué.

Vamos a comer algo delicioso para pasar los llantos -sugiere Diana.

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