-9-

44 5 0
                                    

Los habitantes de Kaon se agrupaban a las afueras del salón en donde se velaba a Megatron. Acudieron con flores metálicas negras, blancas y rojas, así como con retratos del fallecido.

Los guardias se aseguraban de que los mechs y femmes que fueron al velorio, pasaran lo más rápido posible, pero ordenados, por delante del féretro. 

Los más ancianos no podían evitar llorar mientras se quedaban viendo a Megatron, pero eran instados a avanzar para evitar la aglomeración y que cundiera el desorden. Años de propaganda había surtido efecto en una generación completa.

El salón que había sido escogido para dejar descansar el cuerpo del difunto líder decepticon, no era cualquier sitio, fue el mismo lugar en donde los jueces decepticon, por ordenes de Megatron, juzgaron y condenaron a muerte a los principales líderes autobots, y a sus colaboradores, que habían sobrevivido; Ultra Magnus, Ratchet, Ironhide, entre otros. Optimus Prime, como era de esperarse, fue juzgado y castigado por el propio Megatron. Jamás se supo que ocurrió con sus restos, solo se sabe que le arrancó la Matrix de Liderazgo del pecho y la ocultó, pero nada más.

La misma sala en donde se realizaron los llamados "Juicios de Kaon", donde se condenó a muerte a los mayores enemigos de Cybertron, ahora era el lugar en donde él yacía muerto.

—Es bastante abrumador, ¿no lo crees?— le dijo Whiteout a Starscream, estando ambos un piso más arriba, viendo a los mechs y femmes que pasan por la sala.

—Sí...

—Y nadie los está obligando a llorar ni a venir, ¿verdad?

—No, no... no, para nada— Starscream mentía, para variar. Muchas de los asistentes acudieron por miedo a represalias si no se presentaban a mostrar su dolor por la partida de Megatron, o bien directamente eran transeúntes que la policía agarró y forzó a ir. 

Starscream miró a Whiteout, luego de estar contemplando, de forma retorcida, el cádaver de Megatron.

—Disculpa, ¿no quieres una silla?

—No, estoy bien. No puedo sentarme, sería una falta de respeto para él— señaló a su padre.

—Sí...

Whiteout suspiró pesadamente y se aferró a la barandilla cubierta por las cortinas fruncidas. Durante los últimos días, había recordado a un viejo amor de su adolescencia. Uno que, por desgracia, había terminado muy mal.

—¿Te acuerdas de... de Bumblebee?— preguntó pareciendo una youngling.

—Eh... yo me acuerdo de todos. Es un don que tengo.

—¿Y recuerdas como se reía?— dijo tomándole el brazo y riendo un poco.

—Je... sí... Bumblebee... Bee— Starscream recordaba que, si bien él no era un Autobot, sí tenía simpatía por su causa, lo que le trajo problemas una vez terminada la guerra. —Él era... muy especial para ti, lo recuerdo... pero con relaciones inapropiadas para tu padre... trágico, muy trágico, de verdad.

Los sistemas de Scream se retorcían al tener que expresarse así sobre Bumblebee. Sobre todo porque fue él mismo quien se encargó de hacerlo desaparecer, tarea que completó con mucho gusto, y ahora tenía que fingir remordimiento por él.

—Lo siento mucho, de verdad... sólo cumplía ordenes.

—Sí, bueno, quiero que lo traigas de vuelta.

—¿Qué? ¿Traer a Bumblebee de vuelta?

—Sí... igual que como trajiste de vuelta a la sparkmate de Barricade.

Starscream: Emperador de la DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora