Esto No Es Un Prólogo

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Mis ojos se fueron cerrando poco a poco, me encontraba entre nubes
desvanecidas en un viejo puerto, con hiedra muerta en el piso; a lo lejos podía ver un barco hundiéndose entre las olas, en mitad del silencio una voz me susurraba al oído: “Vas a estar bien, no te detengas, sigue nadando, no ancles nunca tu corazón en otros barcos, no regreses a los puertos que te dieron la espalda, no comercialices tu
amor con villanos que enmascaran su hipócrita inseguridad con felicidad y promesas falsas”. Seguía caminando y detrás de mí continuaba aquella voz susurrando; di la vuelta y encontré mi pasado,
era quien me estaba hablando todo este tiempo en mi sueño. Mientras
caminaba hacia delante, más se alejaba y gritaba: “Rompe tus cadenas, agradece quién eres, agradece al pasado porque gracias a ti aprendiste a ser quien eres hoy”.

Al despertar, escribí mi sueño entre cielos rotos y suelos abiertos, en un mar de esperanzas, a la orilla del olvido, en el medio de la nada, lejos de tus huesos, donde vi aquellos zombis arrastrándose tras mis letras, por mis besos, por mis sueños; no  me quisieron cuando se fue el sol, no regresarán ahora que soy mi propio dueño. En sus cabezas siempre seré el payaso que escribe para los corazones rotos y sus amantes; en mi cabeza soy uno más del montón en sus listas de películas con errores sin diamantes. Almas plásticas contra cerebros de gomas,  sentimientos reales y amor de sobra. Aposté: piedra, tijera o papel; dibujé tréboles de la suerte y números siete intermitentes, el chico bueno de los malos recuerdos se volvió valiente,
demostró todo lo que tiene.

La suerte abrazó al karma, la verdad desnudó a la mentira, los sueños
se convirtieron en historias reales, los pensamientos rompieron sus cadenas, las lágrimas secaron el fuego de sus ojos, aquellas cenizas
volaron con el humo de sus recuerdos, los días acabaron y las noches terminaron, el mundo siguió girando pero los sentimientos nunca expiraron. Amigos que están y otros que se fueron, un corazón cicatrizando desamores perdidos en el tiempo. Los errores caminaron
junto a la experiencia, la vida aprendió de cada batalla, en todos estos años cambió pero no dejó de ser quien siempre fue, nunca se rindió, transformó su final en un nuevo comienzo, el valiente lanzó sus dados y enfrentó sus miedos, de cada imperfección algo perfecto.

Regresé con los colores, crucé mis dedos en cada estación por las  cuales pasé y aposté al amor. Descubrí que existe suerte al otro lado del mundo, más allá de las estrellas y el sol, entre tragos dulces y amargos, jugando a la ruleta azul en una luna abandonada, entre
fiestas de blanco y mariposas caducadas, a centímetros de las locuras colgadas por una tortura bendita, en mi espacio, donde soy lo que siempre quise ser, entre mis veintisiete y sentirme jodidamente bien.

Mis escritos dan honor esta vez a los chicos buenos que les dañaron el
corazón, a los afortunados en el juego y desafortunados en el amor.

Todos Estos AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora