12. Aquel 20

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No he sentido el tiempo pasar, no conozco el final pero sí recuerdo  perfectamente el comienzo. Caminé lanzando indirectas al cielo, el aire desbloqueó cada uno de sus secretos, números intercambiados, intereses indiscretos, me busqué en sus ojos y encontré su mirada esperándome en silencio. Andaba perdido, sin dueño y me refugié en sus dos ojos negros, acomodé mi cabeza en su pecho, recuperé la confianza que me escondieron entre tantas piedras, fuego y noches de desvelos.

El primer beso lo robé, preferí pedir perdón antes que pedir permiso. La rosa sobrevivió entre las hojas de mi agenda, seca y eterna, color otoño como mis ojos, cada tarde se convierte en un nuevo tesoro. Te
bauticé como mi nuevo vicio, hiciste de mí tu escritor favorito. Dos corazones curiosos de la ansiedad sin importarles lo que sucederá, borrachos de amor, embriagados por amar. Soy el toque perfecto, eres el trono de mi reino, mi cama de ensueño, el sol dorado en el azul de mis recuerdos. Fin del juego, te adoro, te quiero.

No voy hacer promesas que puedan terminar rompiéndose en mi cara, no quiero en un futuro que la costumbre nos toque la puerta ni
la mentira nos cierre las ventanas, no permitiré la visita del aburrimiento a nuestras vidas y mucho menos dejaré a la lluvia mojar nuestras almas, no cederé ante los demonios de la desconfianza. Quizás no sea yo todo lo que buscabas, tal vez no seas tú lo que tanto esperaba, pero al final encontré en ti lo que siempre buscaba y tú en mí lo que nunca esperabas; completamente diferente, especial, más real, trayendo a mi mundo la paz que necesitaba.

Nuestra montaña rusa podrá dar muchas vueltas en círculo y quién
sabe si mañana no te tengo, si me pierdes o te pierdo. Estamos cerca
de lo incierto sin embargo deseo ser la parte favorita de tus novelas,
porque tal vez Wendy no haya vuelto a nunca jamás, pero de ningún modo olvidó a Peter Pan o quizás Alicia después de atravesar el espejo dejó de pensar en su amigo el conejo, entonces dime si la magia se terminó cuando los cien años se fueron; todos se hicieron inolvidables aunque nunca volvieron; cada uno es el pedazo de una parte de sus cuentos.

En mitad de mi década de los 20, precisamente fue cuando encontré  mi suerte, tu sorpresa de tenerme, desde el uno, exactamente aquel día 20, inolvidable para siempre.

**El verano más lindo de mis 20**

Todos Estos AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora