Tristeza

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XXXVI

Qué triste fue llegar a ese punto,
cuando de tantos agujeros que tus balas dejaron en mi corazón,
una más no hizo la diferencia.

Usamos perdón en lugar de buenos días,
insultos en lugar de te quiero,
indiferencia en lugar de besos.

Podría rogar a Dios que te recuerde
cada promesa, cada beso y cada momento,
pero ¿de qué valdría?

Quizá una tarde, cuando escuches la lluvia caer,
recuerdes que me querías.

Ojalá venga a tu mente alguna noche
y recuerdes que pudiste ser muchas cosas
y terminaste siendo alguien más.

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