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Ya que se había quedado despierto por más tiempo del qué acostumbraba, aprovecho para irse a minar un poco. Tenía sus cofres llenos de materiales como minerales y maderas, diría que no necesitaba nada más, pero era lo poco que podía hacer mientras estaba solo. El piso de su sótano se estaba oxidando, al este ser de cobre se aceleraba el proceso, lo cual es extraño ya qué él recuerda haber encerado todo con miel, fue por esa razón por la que trajo a las abejas a su casa.

Mientras buscaba en las cuevas recibió un mensaje, era Maximus. Le hacía una pregunta que no le era habitual recibir, mas no le nego una visita a su hogar cuando se lo pidió.

Se apresuró a salir de las minas, antes de llegar se sacudió el polvo y quito la tierra de sus zapatos. Mientras se iba acercando a su casa, escuchó unas voces provenientes de la construcción, podía reconocer la voz de Maxo, aunque era extraño escucharlo hablar en inglés, suponía que uno de los angloparlantes estaba con él y que fue invitado sin avisarle. No podía mentir, se la hacía sospechoso.

–es obvio que es él, ni se te ocurra preguntarle nada sobre el asunto, ya te dije que no sé que pueda pasar. –decía el de lentes, quien lo acompañaba parecía molesto por su petición ¿a que se refería? ¿Sería qué si saben algo?

–¿entonces como quieres que responda? ¿Habrá alguna forma de hablar con ya-sabes-quien? –el contrario buscaba respuestas, era su oportunidad ¿pero que querían decir? Su curiosidad le decía que se quedara escuchando un poco más antes de ir a saludar.

–pareciera ser que cambian de lugar cuando duermen, podríamos esperar a que se haga de noche y lo averiguamos. –sugirió el español.
–¿estas seguro? –respondió su contrario, no muy convencido de su afirmación.

–hola Maximus ¿de que querías hablar? –el castaño interrumpió finalmente la pequeña conversación de los otros 2.

–¡Luzu! Querido amigo ¡es un gusto verte! –el de lentes se acercó a su compañero y le dio un fuerte abrazo.
–ha sido tanto tiempo desde la última vez que te vi. —

Luzu intento soltarse del agarre de su amigo, pero debido a lo fuerte que lo abrazaba, no pudo hacer nada.
Una risa nerviosa se le escapó —¿a que te refieres? Yo no me he ido a ninguna parte. –

Maximus se alejo, soltó al castaño y puso sus manos en los hombros del contrario, antes de preguntar nada, miro a atrás donde estaba el brasileño qué lo acompañaba, parecía ser que no podrían hacer muchas preguntas.

–pero Luzu, si estuviste desaparecido más de 5 meses, incluso llegaron más personas a la isla. —se giro y señaló con su mano a Cellbit.

Pues ahora había una cosa clara, algo muy preocupante. El castaño analizó a quien tenía en frente de pies a cabeza, ya que no lo conocía en lo absoluto.

—Luzu, él es Cellbit. Cellbit él es Luzu. —Maximus hizo el intento de presentarlos. Quien se acercó primero fue el brasileño, estiró su mano para saludarse formalmente.

—un gusto conocerlo, Luzu. — esperó a que el español le diera la mano también, mas solo recibió una pregunta que venía de la desconfianza del contrario.

—un gusto ¿puedo saber porque vinieron a mi casa? —aunque él fuera muy respetuoso y, si la ocasión lo requería, muy formal. La situación no le transmitía nada de seguridad, la charla qué tuvieron antes de que él llegara no le daba confianza.

—vinimos para saludarte, yo porque no te había visto hace un siglo y Cellbit solo quería conocerte. —aclaró el de lentes, podía notar como el ambiente se había vuelto tenso.

—si eso es, me han hablado muy bien de usted. —quito su mano, incómodo. Investigar se le iba a hacer complicado.

—y bueno ¿vosotros sabeis que podría haber pasado antes de que yo me fuera? O ¿qué pasó? —fue directo al grano, ellos parecían saber algo más que él no.

—uhmm... —Maximus miro a Cellbit, sabia perfectamente que pudo haber sucedido para que el castaño no recordara a donde se fue. Veía a su amigo y como estaba preocupado por ello, pero no podía explicarle nada, debía recordar la promesa que le había hecho a la IA.

—Oh bueno, quizás fue-. —Maximus se apresuró antes de que Cellbit dijera algo erróneo.
—lo sentimos Luzu, nosotros no tenemos ni idea. —intento sonar lo más calmado qué pudo luego de soltarle un golpe al otro.

La mirada de Luzu sobre el par solo transmitía su disgusto, el hecho de haber desaparecido y, según Maximus, por más de 5 meses sin que ni él mismo sepa absolutamente nada, no tenía sentido alguno. Pensó que ellos podrían saber algo, y era muy obvio que así era, pero no le querían contar lo que pasó. Lo que más lo molestaba, es que ni siquiera estaban haciendo el esfuerzo por ocultarlo.

Podía sentir como su cabeza palpitaba y empezaba a dolerle de un momento a otro. Sentía cansancio y un deseo de recostarse y finalmente dormir, ya no tener que preocuparse por lo acontecido ni por el par que parecia estar discutiendo en voz baja, pero Luzu no podía escucharlos más.
   


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