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—no creo que podemos hacerle más preguntas, sería mejor que esperemos a que se duerma y vemos que pasa. — Maximus habló en un susurro, sabia que no podría sacarle nada de información a su amigo sin tener que mencionar a la IA

Cellbit asintió, si Luzu no recordaba ni su paradero, poco o nada podría preguntar, no aportaría mucho a la investigación qué tantas incógnitas sin resolver tenía, las afirmaciones del emo no hacían más que añadir varias más.

—Uhm.. Luzu, me parece que ya se esta haciendo tarde y... —el de lentes intentaba buscar una excusa. —... Y Maximus y yo tenemos que ir a terminar de construir algo en mi castillo, si no te molesta, creo que podemos hablar en otro momento. —termino de hablar Cellbit.

Claro que ambos estaban felices de ver al castaño luego de tanto tiempo, en especial Maximus, quien solo había tenido oportunidad de hablar con la IA, pero los dos debían admitir que estaban incómodos, por un lado. Tenían que esconderle la verdad, realmente no sabían porque, pero Maximus recuerda ver a Arin tan asustado mientras le pedía que, por favor, no le contara nada a Luzu, y la cara de preocupación con la que se expresó luego de que Maxo le preguntara si es que creía que Luzu no lo sabía ya. No quería enterarse de que iba a suceder si ese era el caso, y aunque mucho quisiera a su amigo devuelta en ese momento, no se atrevería a hacerle daño a quien había confiado en él tan fácilmente.

Por otra parte, no era la reacción qué esperaban de él. Luzu, normalmente se detiene a saludar con cordialidad a quienes le dan la mano, se preocupa en hacer qué el resto se sienta cómodo, intenta guardarse sus reacciones violentas si de dar una buena primera impresión se trata, cosas que ignoró completamente esa tarde con Cellbit. Sorprendido quedó después de semejante rechazo y desconfianza injustificada, le habían hablado muy bien de él —lo poco que pudo oír sobre Luzu, aparte de lo que le contaban sobre la inteligencia artificial— sonaba como una persona agradable. aunque la principal intención de Cellbit, fuera sacar información, también quería conocerlo, se desepciono cuando afirmo no recordar nada de su desaparición, y más aún cuando, sin importarle su sentir, cuestionó sus intenciones en su hogar.

—si quieres, vengo después y hablamos un ratito ¿te parece? —propuso Maximus, extrañaba a su amigo, aún si podía ser una conversación incomoda, no quería perder la oportunidad de, por fin, hablar con él.

—...—Luzu no respondía, miraba un punto fijo, específicamente, el lugar donde estaban con anterioridad, Cellbit y Maximus.

—fue un gusto conocerlo, Luzu. —Cellbit sostuvo el brazo de Maxo y lo arrastró con él luego de despedirse.

La luz del sol era cada vez más tenue, dando paso a la luz de la luna y a la noche. Dejando de lado su intento de excusa, Maximus y Cellbit se quedaron atrás de la casa de Luzu, escondidos entre los árboles qué estaban por ahí. Esperaban a que su teoría fuera cierta, y que al fin pudieran conversar con la IA de una vez por todas, la noche había caído, el castaño no podria estar despierto por mucho tiempo.

—¿Y este a donde va? Hey. —miró al brasileño para llamar su atención. —tú, qué el loco se acaba de ir. —dio unos pasos hacia la dirección en la que el castaño, como si estuviera en trance, se había de ido.

Cellbit, giró su cabeza hacia el lugar que Maximus señalaba.

—¿a que te refieres? —

—Luzu, Luzu se acaba de ir— habló Maximus, con un poco de molestia en su voz, ya que, lo había perdido de vista.

Sin saber porque, el recuerdo de Arin caminando por primera vez, llegó a la cabeza de Maxo, recordaba lo torpes que eran sus pasos y como miraba al suelo para no fallar, tal y como ahora se desplazaba Luzu ¿y si ya no era él...?

—¿Arin?— Maximus intentó seguir al castaño. —¡¿Arin?!–gritaba para llamar su atención y que se volviera a verlo, que sus ojos color cyan le confirmaran qué, efectivamente, era Arin. que lo reconociera y se acercara con la amabilidad y calidez qué eran características de la IA.

Cellbit siguió a Maximus —¡A-Arin! ¿Podrías acercarte, por favor?— solicitó el brasileño, sabía que debía ser más cuidadoso con él y no gritarle para no asustarlo.

Quien sea que estuviera al mando de el cuerpo de Luzu, hizo caso omiso, se había perdido de nuevo. Caminaba sin rumbo mientras se adentraba por el bosque más y más, odiaba ese pequeño lapso de tiempo en el que, la desorientación y los mareos lo atacaban, solía pasarle cuando hacía el cambio, Luzu dormía, Arin despertaba. Si bien era un estado de inconsciencia, podía sentir lo que pasaba a su alrededor y como sus sentidos se agudizaban para mantenerlo en alerta, aún si no podía razonar. Todo se detenía cuando la transición se completaba, cuando ya no era Luzu, era Arin.


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