• Finally, my love.

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Estaba decidido, estaba a punto de rogarle por aquello que anhelaba. El valor reunido por tantos años, el amor y desenfrenado afán por su cuerpo junto al mío no iba a ser en vano.

Fue una propuesta simple, su tierna cara de niño perdido y curioso ante el nuevo mundo que pretendía presentarle me hizo perder la cabeza. Ciertamente, aquel profesional en tantos ámbitos, carecía por completo de práctica en el amor físico, y aquello me encantaba, pues podría ser su eterno maestro.

Con un rostro de hombre debastado, me miró a los ojos por quinta vez aquel día.
En un suspiro largo y serio, me dió la órden típica, replantando su figura autoritaria para que aquella idea se perdiera en el recóndito aire caliente del vehículo.

- Déjese de tonterías...

Mencionó algunas palabras luego de esa infame dedicatoria, pero mis audición se denegó al oírlo de repente, pues mi adoración se hallaba en pena, y veía venir el infierno; continuaría mi sed por su cuerpo, hasta que nuestras almas continúen juntas, pero sin una anatomía en el mundo terrenal.

Suspiré, copiándole, también debastado.
Obedecí su decreto, tomando dirección hacia mi lugar de trabajo.

Mientras preparaba la bebida por excelencia, pues supuse que aquella había sido la actividad que me envió a realizar sin más, mi pena acrecentaba, mis ojos humedecían en llanto, anteriormente oculto de manera talentosa.

Bien sabía que mi hombre no era un amante de élite, pero negarme el hecho de adorar su físico era demasiado cruel para ser cierto.
O acaso yo mismo era el infortunio, había notado una extraña expresión de repulción al mantener un contacto con su cuerpo...
¿Acaso él no lo deseaba o mi entrega no era suficiente?

Mi mente solo manejaba pensamientos que negaban una sonrisa en mi rostro.
Hasta que de repente, algo por demás inusitado me interrumpió.

— Stone...

Oí a mis espaldas.
Alzé una ceja abriendo levemente mis labios con sorpresa.

— ¿Doctor?... — su pose se dirigió hacia el contrario.

El nombrado de dedicó a rascar su nuca y desviar su mirada en la nada.

— Yo... — suspiró — Yo desearía... — cruzó sus brazos tembloroso.

— ¿Le sucede algo, mi señor? — puso una expresión de pena.

Robotnik se vió molesto por la interrupción.

— Si vuelves a interrumpirme, juro no dirigirte la palabra por los siguientes tres años — amenazó.

— Lo lamento... — también desvió su mirada.

- Como sea... Escúchame... - masajeó su sien - su nefasta propuesta fue... fue algo innovador... ¿No lo cree? - se acercó hacia Lee.

- ¿Innovador? - habló tembloroso por el instinto severo de presa fácil.

Como era ya una grata costumbre, el moreno se vió acorralado contra su propio escritorio. Ivo intentaba mostrarse frío, por demás, gélido y distante, pero la cercanía y los pensamientos recientes hacia las palabras de anhelo por parte de su amado le hacían querer suspirar.

- Que sea la última vez que pretendes someterme a un deseo tuyo tan infame... - se acercó a su rostro con lentitud.

- Lo lamento... Realmente... No fue... - negó con su cabeza, acobardado - lo siento.

- Ohh... No lo sientes... - frunció su seño - eres tan repugnante cuando te lo propones seriamente.

El doctor procedió a realizar un recorrido con una de sus manos, pasando por la mitad del pecho ageno hasta su cuello, el que por supuesto, apretó levemente en una caricia perfectamente disimulada.

- ¡I'm crazy about you! - Stobotnik Donde viven las historias. Descúbrelo ahora