MEGUMI FUSHIGURO

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Azumi era una muchacha dueña de una hermosísima cabellera larga color marfil que caía en suaves cascadas y enmarcaba su bien parecido rostro de elegantes rasgos. Su encandilante y arrulladora voz al expresarse maravillaba a quienes eran bendecidos con oírla. Cada vez que su boca rompía en una abierta sonrisa cegaba a los expectadores y al batir sus pestañas largas emanaba frescura. Bien podría enumerar más cualidades acerca de su fino porte; sin embargo, su bonito aspecto angelical contrastaba por completo con su actitud oscura cual fría noche de invierno. Esta ilusión óptica asombraba de sobremanera a más de uno.

Megumi casi inconsientemente cayó en las insondables redes malintencionadas que Azumi creó para atraerlo ávidamente al abismo maldito que ella gobernaba con personalidad inquebrantable sin importarle más que su bienestar. Egoísta y peligrosa eran algunos calificativos para el ser lúgubre de la criminal que había sido protegida por un chamán desertor antes de la muerte del mencionado. Las fuentes indicaban que ella apenas se inmutó por el deceso del chamán, además se creeía que había sido víctima de maltrato por parte de quien fue como su padre, quizás por eso ignoró hábil la ausencia de su mentor. Azumi vivió como un antihéroe que podía encontrarse en varios cómics desde muy pequeña; preocupándose únicamente por sí misma y asesinando tanto a humanos como a víles maldiciones sin temblarle un poco el pulso al realizar tales actos inhumanos.

La sola existencia de Azumi representaba un desmedido e inminente peligro para los no hechiceros a causa de sus extraordinarias habilidades en hechicería y combate, por ello Satoru envió a Megumi a encargarse personalmente de la chica, confiando que podría neutralizarla y así llevarla ante él. El pelinegro no contó con que Azumi lo hipnotizaría con simples palabras y deslumbrantes sonrisas dibujadas con gran picardía. Megumi no sabría explicar cómo o cuándo empezó a admirar a Azumi de modo inapropiado. Ya no la observaba con hastío por los juegos de escabullirse de sus shikigamis, en cambio se descubrió viendo sofocadamente sus labios rosas llamativos, ambicionando con perfilar su voluminoso y encantador cuerpo con sus dedos largos, y siendo fanático empedernido de sus órbes mieles tan refulgentes como un bello amanecer.

Azumi estaba consumida por su mala vida, aún así un deseo creciente en su pecho que lo hacía sentir enfermo lo obligaba a codiciar con salvarla de su tormentoso mundo, de no ser así prefería ser quien la acompañase en su enturbiada forma de vivir. Megumi ansiaba absolutamente todo con esa chica de piel de porcelana con fisonomía tan suave como las nubes, planeaba tomar cada gota de su ser sombrío y proclamarlo como suyo.

"Esto es malo", le remarcó esa pequeña vocecita de su mente que aún continuaba cuerda. Pero no quiso hacer caso. No cuando el cuerpo abrasador y dotado de hermosas curvas de Azumi yacía tan cerca suyo que podía satisfacer sus profundos y desesperados deseos de tocar su agraciada anatomía digna de infinidad de elogios. El estado de misticismo que arremetía hacia él teniendo sometida a la criminal contra la pared fría del callejón donde se habían encontrado hacía unos minutos era insano. Idolatró sus ojos destellantes al segundo de hacer contacto visual, fascinado con la amena sensación de sus cuerpos rozándose en todas partes. Tampoco fue saludable ni racional permitirle tomarlo de la nuca y ejercer presión para instarlo a acortar la distancia que separaba sus rostros pálidos. Sus vellos se erizaron ante su caliente tacto, maravillado y complacido. Ella atrapó risueña sus labios en un perjudicial beso que robó su aliento con una facilidad desmesurada. Megumi la sostuvo en un agarre firme, acariciándole la esponjosa cintura y contentándose con el temblor que atravesó el cuerpo de Azumi en cuanto profundizó el beso como había esperado hacer desde hacía semanas enteras donde no conseguía sacársela de sus indecorosos pensamientos.

Megumi se lanzó de lleno hacia el abismo, sin paracaídas ni boleto de retorno, dejándose corromper por la boca vehemente y merecedora de reverencias de Azumi, las parsimoniosas caricias que con gentileza le regalaba desarmaron cruelmente sus defensas y él lo consintió enérgicamente a sabiendas de que estaba cometiendo un pecado imperdonable. Amaba el descaro de pecar con Azumi, pues ella era una provechosa tentación que estaba dispuesto a tolerar. Apartó los pensamientos lógicos y se centró en los labios de Azumi que, contrario a ella, se movían con espléndida dulzura. En medio del ferviente beso Megumi aspiró a convertirse en buen conocedor de lo más recóndito del alma teñida de negro de Azumi. Desde ahora sería fiel creyente de la venenosa pero cautivadora persona que era su preciada y sumamente nociva Azumi.

Por supuesto, nadie podría creerse que el severo, serio y reflexivo Megumi Fushiguro, quien solía ser bastante insensible respecto a criminales que según su pensar no se merecían ningún tipo de misericordia, se viera involucrado en una peculiar relación con una delincuente buscada por chamánes. No obstante, su profesor Satoru estaba enterado de esto y no podía estar más conforme ya que a propósito mandó al chico a capturar a Azumi, presintiendo el desenlace final, para tener algo con lo que pudiese manipularla y utilizar sus habilidades en un futuro de hacerle falta. Con suerte Megumi empujaría a la joven hacia su bando para tener una aliada más que hiciera frente a próximos enemigos.

ELEMENTAL ✦ JUJUTSU KAISENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora