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La miro con una ceja levantada mientras ella se desnuda y queda en lencería

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La miro con una ceja levantada mientras ella se desnuda y queda en lencería. Sonreí, claramente disfrutando de verla.

— Bueno, bueno, bueno. ¿Un pequeño traje de zorra para mí, Rachel? Nunca lo hubiera esperado. — Le doy un fuerte apretón a uno de sus senos.

Me inclino para capturar uno de sus pezones en mi boca, chupándolo y mordiéndolo bruscamente mientras mi mano se movía hacia abajo para frotar y provocar su clítoris a través de su ropa interior. Podía sentir que se mojaba bajo mi toque, pero no mostró ningún signo de ceder a nuestros más profundos deseos.

— Te gusta que te diga así. — Aseguro pero simplemente muerde su labio en un intento de no gemir.

podía sentir su vacilación y vergüenza, pero no me importa. Estoy disfrutando el momento y quiero asegurarme de que lo sepa.

Me aparto de su pecho con un suave pop y la miro con una sonrisa. — No me ocultes tus gemidos, Rachel. Quiero escuchar cada sonido que hagas. Déjame saber cuánto estás disfrutando esto.

Sin previo aviso, le quito la ropa interior, exponiendo su humedad al aire fresco. Me coloco entre sus piernas, provocando lentamente su entrada con mis dedos mientras observaba su reacción.

— Boss. — Jadea aferrandose al lavadero levantando su espalda chocando su cabeza contra el espejo.

Suelto una risita divertida mientras empujo dos de mis dedos dentro de ella, metiéndolos y sacándolos a un ritmo provocativamente lento. Me inclino para capturar sus labios en otro beso contundente, y mi mano libre encontró el camino de regreso a su pecho.

Podía sentir su cuerpo comenzar a tensarse alrededor de mis dedos, indicando que estaba cerca del orgasmo. Pero tan rápido como empezó, le saqué los dedos y me alejo, dejándola colgando del borde.

— Todavía no, Rachel. Quiero divertirme contigo un rato más. — Dije con una sonrisa.

Pensaba dejarla preñada pero lo que ha hecho me hizo dudar si de verdad era digna de cargar a mi descendencia, el coraje me invade de solo saber que tengo que ponerme un condon. Ella debe aprender la lección.

Saco el paquete dorado de mi bolsillo haciendo que ella me mire, sigue mis movimientos mientras estoy abriendo el paquete del condón antes de enrollarlo en mi longitud.

— ¿Por qué? — Me mira con un deje de dolor y confusión.

Niego sin darle una respuesta y posicionarme frente a su entrada, con una mano agarrando su cadera con fuerza.

— ¿Lista, Rachel? — Pregunté con una sonrisa cruel.

Sin esperar una respuesta, empujo dentro de ella con fuerza, haciéndola jadear y arquear la espalda de dolor. Comencé a moverme a paso rápido,

Las lágrimas se estaban formando en sus ojos, cada embestida era dolorosa. Se agarró mis hombros mientras me dejaba ser.

Agarro sus muslos y los levanto para darme un acceso aún más profundo. Continuó golpeándola sin piedad, sin importarme su comodidad o placer. Que inconscientemente hacia antes.

Siento como mi propia liberación aumenta, me inclino para susurrarle al oído. — Eres mía, Rachel. De ahora en adelante ya no voy más Ilenko. Me llamaras Boss con respeto si no quieres que te destroce sin piedad como ahora.

La sostengo del cuello y ella asiente entre lágrimas sin dejar de gemir y aferrarse a mi, sus ojos se blanquean dándome su liberación.

Con eso, me dejo ir con un gemido bajo, antes de sacar y tirar el condón usado. La miro con una mirada fría antes de levantarme y alejarme, dejándola sola y adolorida en ese baño de la discoteca.

A mi nadie me cuelga y mucho menos me juega sucio, ella no será la excepción.

Soy una masoquista

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Soy una masoquista.

Me siento enferma y satisfecha al mismo tiempo por disfrutar esa jodida follada que me ha dado, no puedo nisiquiera moverme para acomodarme de forma decente o incluso bajarme del lavadero.

Su trato rudo por naturaleza me ha encantado, sus palabras sucias, su dominio, sus manos, su fuerza.

Ilenko Romanov me terminó de joder la cabeza, si antes me gustaban estos tratos en silencio ahora me fascinan a los cuatro vientos con ganas de ignorarlo.

Debo estar loca o aún peor, enferma.

Luisa tiene razón, si ya probé una vez el sexo rudo y dominante como lo es con Christopher si encuentro a alguien peor o mejor me volveré más loca.

— Maldito Ilenko. — Gruño y como puedo me bajo del lavadero para verme al espejo y es obvio lo que veo.

— Soy un asco.

Es obvio hermana, nos acaban de dar una acomodada de matriz que no tienes una idea.

Mi pecho se oprime cuando me hecho agua en el rostro y veo el condón tirado, lo ha usado conmigo. Jamas pensé que ese gesto tan simple y cuidado me lastimara o me pusiera tan mal que tengo que sobrepasar nuevamente.

No debo darle más vueltas al asunto pero inevitablemente lo hago. Jodidamente lo hago, Ilenko antes me dijo que quería que tuviera a su descendencia y ahora...soy muy joven.

Recupero la razón y palmeo mis mejillas en mi momento de lucidez, llegar al hijo de Ilenko o peor, al Boss de la Bratva es demasiado complicado, implican muchas cosas como sacrificios que no estoy dispuesta a hacer.

Uno de ellos es salirme de la FEMF y eso no sucederá, no puede suceder. Un debate mental aparece cuando el mencionó que estaba molesto sin embargo yo tendría que ser la molesta pues el me sacó de mi apartamento.

¿Por qué estamos molestos ambos? Esa debería ser la verdadera pregunta, miro mi reflejo en el espejo y acomodo mi ropa para tomar mi bolso e irme de ese lugar.

Veo a los guardaespaldas de Ilenko verme y me siguen como siempre que no son nada discretos hasta que subo al auto.

Se supone que venía a bailar, olvidar y relajarme. Ahora regreso a casa como una cobarde recién follada y con más problemas en la cabeza.

Golpeo el volante con irá varias veces hasta que un claxon suena haciéndome voltear dispuesta a insultar.

Ilenko está a mi derecha en el lado del piloto y me mira con burla. — Ven aquí James.

 — Ven aquí James

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Por una Misión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora