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Veo a cada herido, cada persona que gracias a Dios no murieron por mi culpa, debería sentirme pésima persona, horrible, sin sentimientos, aprovechada

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Veo a cada herido, cada persona que gracias a Dios no murieron por mi culpa, debería sentirme pésima persona, horrible, sin sentimientos, aprovechada...

Andamos caliente manita. Osea mira lo que hizo el Boss para tenerte a salvo.

No puedo huir todo el tiempo.

No, pero puedes hacer que alguien más se encargue de Mascherano.

Es lo mismo, estoy huyendo de mis problemas.

Más vale tarde que nunca, hay que saber cuando retirarse y es momento de ir con el Boss a que nos acomode las ideas con esa gran vergota.

¡Ey!

Es la verdad. Salmosle encima un tiempo, no se va a quejar, hay que agradecer que puso nuestro culo hermoso a salvo.

Sin personarlo mis propios pies me llevan al estacionamiento y me muevo en automático a la dirección que me mando cuando termino destruido el avión en el que nos iríamos.

Nos mandaron a todos a nuestros hogares ya que nos tomará tiempo recuperarnos, conduzco a la ubicación y abro la boca cuando veo el gran edificio es el mejor de Londres. Algo lejos de la central pero...Dios.

Bajo al subterráneo a dejar mi auto para ver el que conozco perfectamente que me dan ganas de montarlo en su coche.

Estaciono y bajo dándome la vuelta para ver al Boss, me mira con una pequeña sonrisa en los labios y no dudo en ir a él. Sus brazos reconfortantes me reciben con una sonrisa y me carga sin problemas.

Lo tomo de las mejillas besándolo con ferocidad que tanto nos gusta a ambos. Sus manos me aprietan el culo y me río cuando muerdo su labio.

— Ilenko — Lo veo a los ojos y me mira con un brillo que jamás pensé que me mirarían así.

Mi corazon se agita con emoción y cariño que comienzo a tenerle más que deseo.

— Rachel. — Susurra en mis labios.

— Estoy a salvo.

— Lo estas. — Me asegura y vuelvo a besarlo dejando que me lleve dentro del elevador.

Nos besamos un buen rato hasta llegar al último piso, en ningún momento me baja y estoy cómoda en sus brazos besando su cuello y mandíbula.

No emite ninguna queja, mi egoísmo ahora mismo es demasiado que deseo tenerlo conmigo siempre sin importar nada.

Me baja frente a la puerta y pone unas llaves frente a mí rostro que tomo fascinanda, mi sonrisa aparece junto a un puchero el cual besa.

Abro la puerta sintiendo sus manos en mi cintura, veo todo con detenimiento y admiración. Una voz suena por el Penthouse y abro la boca asombrada.

Por una Misión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora