6 - Outer Wilds

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No soy de las que suele despertarse temprano un sábado, pero la ocasión lo ameritaba. Mi alarma sonó a las siente con treinta minutos de la mañana, bien. Al levantarme voy a la cocina, lo primero que tengo que hacer en el día es desayunar. Me preparo algo ligero y a las ocho ya termino en la cocina. Vuelvo a mi habitación para darme una ducha y producirme un poco, me levanto muy macabra. No tardo mucho en la ducha, al salir peino un poco mi cabello, solo lo acomodo un poco, me gusta ese estilo despreocupado que obtiene por sí solo. En la noche se enredó con mi piercing septum, pero nada que no pudiera solucionar rápidamente.

Voy a mi armario a decidir mi ropa de hoy, opto por un shorts de color verde olivo que deja visible uno de mis tatuajes, una rama de espinas que rodea mi muslo izquierdo. Para la parte superior una camiseta a rayas verdes, blancas y negras de mangas muy finas que deja a la vista mi otro tatuaje, en mi brazo derecho tengo tatuado las fases de la luna. Me coloco mis converse a juego con el verde de mi blusa y ya estoy oficialmente vestida. No suelo cambiar mis accesorios. Siempre son unos collares o gargantillas de un cuero fino y alguna figurita enganchada a ellos. Mis pulseras son simples al igual que mis anillos. Cepillo mis dientes, me echo un poco de perfume, preparo mi mochila tejida con todo lo que pueda necesitar, y me voy de camino a casa de Alan. Me despido de mis padres que hoy no trabajan y están teniendo un momento matrimonial en la sala.

Mi auto está con el tanque de gasolina lleno, gracias a papá. Tomo asiento frente el volante, lanzo literalmente mi mochila en el puesto del copiloto, pongo algo se música y me dirijo a casa de mi compañero.

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Llego pasados unos minutos desde que salí de casa. Salgo de mi auto con mi mochila en mi hombro, pero primero reviso mi apariencia en el retrovisor, todo bien, perfecta. Al tocar el timbre de la casa, tardo unos segundos en ser atendida por la otra Daphne, la abuela de Alan.

-Hola, querida -saluda mientras sonríe y me deja pasar.

-Hola, Daphne, ayer me extrañó no verla por aquí.

-Oh, no te preocupes, el tiempo lluvioso hace que me ponga mal.

Solo asiento y ella me dice que puedo pasar, le hago caso. Al adentrarme a la casa todo estaba muy organizado, en toda la semana no me había dispuesto a observar demasiado bien mi alrededor. Los colores que predominaban era el blanco y el marrón. Llegué a la puerta de la habitación de Alan y estaba entre abierta, toqué y llamé pero nadie me atendió, decidí entrar por mi cuenta, GRAVE ERROR.

La habitación estaba vacía, y estando completamente sola -eso creía- pude detallarla mejor. Suelo de madera, paredes de un gris casi blanco, llenas de pósters de bandas, películas o videojuegos. Una cama personal vestida con ropa de cama de color azul, sobre esta una laptop con una película en reproducción. Tenía un escritorio lleno de libros y una lámpara. Había un armario bastante grande abierto de par en par y se podía ver en él ropa por todos lados, desorganizado. Por el suelo habían zapatos, revistas, discos de vinilo... deberían verse demasiado bien en mi pared, decoro mi cuarto con esos. También había un espejo bastante grande, podía verme en él de pies a cabeza. Mi habitación se veía ridículamente pequeña comparada con la de Alan, a parte de todo eso que mencioné, había un espacio amplio donde sólo habían los instrumentos de los chicos. En mis días de manager me explicaron que cuándo necesitaban ensayar para algo en específico siempre los dejaban ahí.

Muy tranquilamente me volteo sobre mis pies para seguir observando la habitación cuando me topo frente a frente con la puerta del cuarto de baño, abierta, con un Alan de cabello mojado bajo el marco de esta, con un cepillo de dientes en su boca mientras sus labios formaban una sonrisa, con su torso desnudo Y SOLO UNA TOALLA ERA LO QUE LE RODEABA LA CINTURA.

Todo Menos Un ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora