Capítulo 2

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Cinco años antes de la caída de Shiganshina

–Ven Aisha, hoy te llevaré conmigo al interior, Rhea, prepara las cosas de la niña –Martha acomodó el gorrito de la niña terminando de alistarla –asegurate de que todos sus medicamentos estén bien cerrados y empaquetados, será un largo viaje.

–¿No será difícil? ya sabes que los viajes largos le pasan factura –dijo Rhea pasandole la maleta a su mentora –me preocupa que se enferme de gravedad y él doctor Jaeger no pueda revisarla.

–No nos heches tu mala suerte, iré con muchísimo cuidado para que no le pase nada, es momento de que salga a conocer un poco –la niña observaba a sus dos madres hablar sobre si era factible llevarla o no, tampoco le interesaba, jugar con Eren era mucho mejor que salir de casa, meció sus pies con aburrimiento empezaba a quedarse dormida de tanto parloteo entre las adultas.

–Está bien, ten muchísimo cuidado –derrotada Rhea accedió a dejarla partir, su Madre Martha la subió al carruaje y con cuidado emprendieron su viaje.

–Isha cuidate mucho –gritó Sigmund corriendo detrás, su corazón no se quedaba tranquilo pero no podría hacer más que verla partir.

La niña sacó medio cuerpo por la ventanilla sacudiendo su mano hasta verlo desaparecer, se sentó recargándose en la ventana, sus hermosos ojos miraban todo el paisaje, las casas que iban quedando atrás hasta llegar a la puerta de la muralla María, era inmensa e imponente.

Martha tuvo sumo cuidado con la salud de la pequeña, dejándola descansar en los pueblos que se encontraban en el territorio de la muralla María, la niña visitó y conoció tantas cosas que no se encontraban en Shiganshina.

–Ese es el bosque de árboles gigantes, vengamos otro día con Mamá Rhea y los demás –prometió Martha señalando los enormes árboles, Aisha miró asombrada, había tantas cosas gigantes que la hacían sentir tan pequeña pero no menos maravillada –. Espera aquí sentadita, mamá tratará unas cuantas cosas con los señores de allá adentro, más tarde compraremos cosas deliciosas para compartir en casa.

Días después llegaron a su destino en el interior de la muralla Sina, Martha no podría entrar con la pequeña a la sala de sus superiores, solo quedaba esperar que estuviera quieta y tranquila, de todos sus niños Aisha era la más obediente por lo que no vio ningún problema en dejarla sola por unos momentos.

La niña asintió y esperó pacientemente balanceando sus pies, sin embargo su curiosidad por investigar el castillo fue mayor, bajó con cuidado y caminó entre los pasillos hasta perderse entre los pasillos, empezó a asustarse hasta recordar a su hermano mayor, siguiendo las instrucciones de Sigmund empezó a buscar adultos que pudieran ayudarla a encontrar a su cuidadora.

–Ya te dije que ese nuevo producto es importante, solo busca la manera de encontrarlo –la niña se acercó al lugar donde provenía la voz, cautelosa observó al hombre que daba el portazo, parecía molesto sin embargo era el primer adulto que veía en todo el tiempo que llevaba vagando.

–Disculpe –susurró acercándose a pasos pequeños –¿podría ayudarme a encontrar a mi madre? –preguntó jalando la capa verde del hombre.

–...de dónde salió esta cosa.

–No soy una cosa, me llamó Aisha, Aisha Meyer, estoy perdida y necesito ayuda, mi hermano dijo que cuando fuera así me acercara con un adulto para que me orientara a...

–Sí, sí ya entendí Aisha Meyer –paró su discurso –supongo que esto es uno de mis deberes aún si no se trata de titanes –susurró para sí mismo –sígueme –ordenó a la pequeña que lo siguió sin preguntar.

PerenneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora