Para ti, en dos mil años

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–¡Eren lo prometiste! – gritó con fuerza tratando de escapar de los brazos de quién la sujetaba –no puedes retractarte...¡Eren!– pisó con fuerza el pie de Armin y mordió su brazo logrando soltarse, corrió hacia el frente dejando atrás a todos los demás, su mirada se encontró con la verde que bien conocía, el cariño en esos ojos esmeralda reflejaban su silueta que avanzaba hacía a su encuentro.

El mundo se encontraba en llamas que extinguen toda la vida a su alrededor, sin un rastro de alguna ceniza, todo se destruye bajo la crueldad del retumbar, todo se consume en el mar del odio que gobierna el mundo en las memorias de un pasado ya inexistente.

–Lo cambiare, lo juro –movió su mano hacia el frente tratando de alcanzar una silueta que se desvanecía en la distancia –. Este futuro y cualquiera en el que te pierda, los cambiare todos y cada uno, Eren no renuncies a mi –lloro con desespero –no quiero...– cayó de rodillas incapaz de alcanzarlo –esperarte bajo ese árbol...nunca más.

Agitado Eren abrió sus ojos, su cuerpo temblaba debido a la horrible pesadilla que acababa de tener, el sudor frío cubría su cuerpo, su respiración errática daba signos del miedo que aun lo consumía, sus ojos se centraron en su mejor amiga que le miraba.

–¿Eh...Aisha?

Sin decir alguna palabra Aisha lo observó en silencio.

–Es hora de volver.

–¿Qué hago aquí? ¿Por qué tienes el cabello largo? –pregunto aun aturdido.

–¿Largo? ¿Eren estás bien? –preocupada colocó su mano en la frente del niño.

–No, es como si hubiera tenido un sueño muy largo –se quejó restregando su mano en sus ojos –¿Qué pasaba?...No me acuerdo.

–Solo fue un sueño –ella dio la vuelta y recogió unos cuantos palillos –Mikasa debe estar...Eren ¿Por qué lloras? –volteo siendo sorprendida por las lágrimas que resbalaban de las mejillas del niño.

–¿Eh? – llevó su mano a sus ojos, el viento sopló meciendo las flores en el prado, acariciando la piel de aquel muchacho bajo el árbol, dentro de unas murallas que se alzaban con imponencia encerrandolos en jaulas de concreto que les impedían la libertad.

"Así pasen mil años y mil vidas buscaré la manera de estar junto a tí por siempre y para siempre, en estos caminos infinitos que unen nuestras vidas"

PerenneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora