JUA & JIN

47 9 11
                                    

CH.

Debo ser estúpido.

En medio del desastre que conlleva el fin del mundo, continúo trabajando en una tienda de antiguedades que no ve la luz del sol y me doy el lujo de rechazar a, tal vez, el mejor tipo de la ciudad.

A Junmyeon lo conocí en un restaurante elegante en el que trabaja como mesero.

En un principio, cuando me dijeron que el magnate, el gran señor Kim, quería hablar conmigo, pensé en ir y decirle que no era un maldito acompañante; sin embargo, en cuanto llegué a su mesa noté el nerviosismo en sus manos, la timidez que cargaba su sonrisa y no pude evitar responderle amigablemente.

Probablemente él sería la mejor persona para hacerse cargo de mis  pequeños dezastres. Por otro lado, traicionar una amistad con una respuesta complaciente es lo último con lo que quiero cargar. Sé que lo lamentaré aún más si el lunes Junmyeon no aparece como de costumbre.

El rojo de la alarma del cambio de turno titila desde el fondo de una de las vitrinas, al lado de la puerta trasera. Es hora de ir con las niñas.

Jua y Ji son mellizas, tienen seis años y no puedo hacer más que dejarlas a cargo de una guardería clandestina que la anciana Kim mantiene debido a su nieto.

Ni yo mismo estoy seguro de por qué las acogí en mis brazos, simplemente sucedió, no quería verlas morir en medio de bolsas de basura y la lluvia nocturna acumulándose alrededor.

Sus cuerpecitos estaban golpeados cuando noté que algo se movía entre las bolsas del contenedor del oxidado contenedor de basura que usábamos para verter los desechos, rogando que  se acordasen de recogerlos o alguien se los llevase, pues suelen rebuscar y dejar pequeños montículos de basura. Nada sorprendente en una ciudad de mierda.

Como sea, el día no había sido diferente a otros, pero al ver a esas dos pequeñas figuras de apenas meses me paralicé. Como si un gran hoyo negro se formase en mi interior y mi estómago cayese en algún punto de la vía, dejé en un degundo de creer que eran muñecas. Sus ojos inocentes  brillaban aun con tanta suciedad sobre ellas. Estaban extrañamente calmas, como si supiesen de su destino inminente.

Lloré por ellas y mi cuerpo las abrazó de forma mecánica. El hoyo no sanó; en cambio, la emoción lo lleno. Sin idea de cómo criar a un niño, llegando a fin de mes a rastras y con miedo hasta de mi sombra, el mundo en llamas se volvió un mundo cálido. Ya no importaba si me quemaba, la tristeza no me llevaría con ella.

Entregarlas a un orfano hubiese sido dárselas en bandeja de plata al mercado negro.

Como pequeñas aves ellas revolotean por el sendero que conduce al parque con un arenero y juegos destartalados aunque funcionales. La caminata no toma mucho tiempo, pero controlar el volumen de sus risas o la dirección en la que caminan es difícil, sobre todo cuando no se sabe en qué momento nos pueden abordar para asaltarnos. El parque también es usado como refugio por ebrio, drogadictos, prostitutas, predicadores, comerciantes callejeros e incluso alguno que otro muerto. Al final, es meramente un rincón el que ellas pueden usar para divertirse sin correr grandes riesgos.

¿Quieren saber algo de Jua y Jin? Son hijas de la muerte, así se les llama.

Hace más de 20 años el mundo dejó de concebir hijos. Los niños nacidos después son seres trabajados a partir de fetos  congelados y bioingeniería. Por supuesto, algo que solo la gente privilegiada podría permitirse. Sí, permitirse porque terminan siendo adornos, objetos o parte de una subasta, dependiendo de qué tan bien hayan sido logrados. Como el nieto de la señora Kim, un niño con discapacidad motora adoptado por su hija, una trabajadora de uno de los centros que los desarrolla.

Entonces, se preguntarán, ¿si son seres tan valiosos cómo es que yo las expongo trayéndolas a un lugar público?

Me arriesgo. Es algo de lo que no las puedo privar en fines de mes y fechas especiales. Bajo un cúmulo de ropa roída y un arma entre el montón, el valor del ex oficial de policía Park vuelve de entre las cenizas para protegerlas.

MAÑANA (chanbaek) #TOTHEDARKSIDEFESTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora