Kang Taehyun no quiere aceptar que le gustan los chicos...,
Kang Taehyun no quiere aceptar que le gusta Huening Kai.
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Kang no quería nada, estaba harto.
Había leído la carta e inevitables lágrimas cayeron por sus mejillas al hacerlo. Leyó cada parte, donde estaba nervioso, donde decía que desde pequeños le hacía sentir mariposas en su estómago, donde decía que hace poco varios amigos de Kazuha le hacían burlas de vez en cuando, etc.
Ahora estaba caminando bastante molesto, confundido y soft al ya sabes claramente los sentimientos del menor. Estaba molesto porque ese día había huido y le había dicho que lo olvidara, pero, ¿cómo iba a olvidar algo tan importante, más cuando dejó aquella carta en el suelo?
– Ning – habló claramente demandante. – Abre la puerta, ya.
Huening estaba del otro lado leyendo, pero al oír pasos rápidos hasta su dirección se quedó estático mirando la puerta. Negó con su cabeza al oír la voz de Taehyun; ¡no iba a abrirle! Su dignidad estaba treinta kilómetros bajo tierra, no iba a abrirle... No.
– Ning, ya – dijo nuevamente Taehyun, tocando la puerta repetidas veces.
Huening sintió su corazón estrujarse al darse cuenta de que era una de las únicas veces en las que el que tenía que insistir era Taehyun; generalmente Huening era el que insistía en situaciones así.
– Voy – susurró, si hablaba fuerte su voz iba a temblar y lloraría ahí mismo. No era de llorar en público, pero gracias a la puerta y paredes nadie podría verlo.
Se levantó tembloroso y caminó para luego abrir la puerta con delicadeza y cuidado. Alzó su vista levemente para poder ver a los ojos de Taehyun, pero se sorprendió de sobremanera al sentir sus labios siendo presionados sobre los de Kang.
Sus ojos se llenaron de lágrimas finalmente y cerró sus ojos, intentando tranquilizarse. Kang comenzó a mover sus labios de manera suave y tranquila, sin apresurarse. Pasó sus brazos suavemente por la cintura de Huening para sostenerlo.
Por otro lado, Kai estaba temblando sin saber que hacer. Comenzó a mover sus labios de igual manera, correspondiendo a aquel dulce y tímido beso.
Era perfecto.
Porque ambos lo querían.
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