Archivo 9: Hambre informática

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Los servidores de la ESAC continuaban funcionando a su mayor capacidad. El sistema autónomo de energía, mantenía todos los servidores y asuntos importantes de la agencia mediante motores diésel, los cuales, gracias al cielo, no habían explotado por el ataque de la superficie.

Las luces de emergencia entregaban su ambiente fantasmal, mientras que el eco de los pasos alienígenas se escuchaban cada vez más fuertes. Scott no lograba mantener la boca cerrada, aunque fuera mediante susurros.

―Lo sabía... ―musito tan cerca de la oreja de Jhon, que le hizo sentir incómodo. El olor a orina se sentía aún más fuerte en ese momento―. Ellos deben estar buscando los servidores de la agencia espacial europea, sino ¿por qué no ingresaron rompiéndolo todo? Ya viste lo que pueden hacer sus armas...

Jhon intentó hacerlo callar, pero como siempre, su amigo bocazas era de lo peor.

―Cierra la boca o nos encontraran... ―gesticuló con ira Jhon, susurrando lo mejor que podía―. ¿No entiendes que nos pueden matar?

―Ellos no nos dispararán... ―prosiguió Scott bañado en su propia seguridad―. ¿No te fijaste? Ellos solo dispararon a quienes poseían un rifle o algún arma... creo que no buscan hacernos daño, a menos que supongamos una amenaza real para ellos...

―¿Estás loco? ¿En qué mundo podríamos suponer una amenaza para ellos? ¿No viste de lo que son capaces? ¡Nos pulverizaran a la velocidad de la luz!

―Por eso lo digo... si ellos nos quisieran muertos, con las armas que tienen en su poder, nos habrían eliminado de la superficie de la tierra en un santiamén. ¿No te parece raro que aún no lo hayan hecho?

―¡Lo estaremos pronto si no te callas!

―Solo hay una razón que se me ocurre para todo esto... todas las civilizaciones necesitan recursos naturales para expandir su cultura, si ellos aún no nos han destruido, es porque necesitan explotar nuestros recursos... ¿Pero para qué? ¿Por qué necesitan apoderarse de nuestra tecnología y recursos...? A menos que...

La última puerta de seguridad se deshizo en polvo.

Los extraterrestres ingresaron a la bóveda de archivos.

Cuatro de ellos avanzaron con torpeza a causa de su gran tamaño. Las luces de emergencia seguían operativas, estaban sumidos en la obscuridad, y aun así, ellos parecían ver todo como si fuera de día.

Unos pasos torpes y temblorosos se escucharon repicar contra el suelo. Era una de las investigadoras que por poco les dejo afuera, era la mujer que ambos amigos se encontraron en el último tramo de escaleras. Ella había caído, y parecía muerta, por esa razón tuvieron que continuar su desenfrenada carrera. Jhon obtenía una vista completa de los acontecimientos mientras se atrincheraba tras los servidores.

La bóveda de archivos era un lugar restringido para todo el personal no esencial. En él se mantenían la información clasificada de la agencia espacial europea, por lo que la seguridad de aquel óvalo, era la más moderna que poseían. Jhon llevaba tiempo trabajando en la ESAC, pero jamás imaginó que una estructura similar pudiera descansar en el fondo del completo.

Los servidores, libres de la humedad mediante hileras de vidrio y extractores, formaban una pared similar a un laberinto en los costados, mientras que la habitación principal, que desde su altura gobernaban todo el sistema, se encontraba completamente sellada con los otros dos investigadores que entraron primero. En aquella habitación del pánico, era probable que tuviera toda la red de comunicaciones que Jhon y Scott necesitaban.

La última arca de los GeekersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora