el comienzo

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En el tranquilo y majestuoso Reino de Liones, un lugar donde la paz y la armonía eran la norma, una escena de profundo pesar comenzó a desarrollarse. Era un día soleado, pero las nubes de tormenta se cernían sobre el corazón de Meliodas, el capitán de los Siete Pecados Capitales. Sus ojos, normalmente vivaces y llenos de determinación, ahora estaban nublados por la tristeza y la incredulidad.

Parado en un rincón oculto, observaba a Ban, su leal amigo, y a Elizabeth, la mujer que había robado su corazón, en una escena que parecía una cruel traición. Los dos estaban en un dulce abrazo, sus labios unidos en un beso apasionado que cortaba como una daga a través del alma de Meliodas. Había esperado que fuera una ilusión, un truco de su mente, pero la realidad era ineludible.

El dolor en su pecho era insoportable. Meliodas sintió que su mundo se desmoronaba mientras observaba a los dos seres más cercanos a él entregarse a un amor que no podía compartir. La traición y la confusión se entrelazaron en su mente, amenazando con ahogarlo.

Sin poder soportar más la agonía que lo consumía, Meliodas huyó de la escena, corriendo a través de los exuberantes bosques que rodeaban el reino. Sus lágrimas se mezclaban con la lluvia que comenzó a caer, mientras maldiciones incoherentes escapaban de sus labios. La tormenta que se desataba en su interior reflejaba la desolación de su corazón, una tormenta que amenazaba con cambiar para siempre el destino de los Siete Pecados Capitales.

Meliodas, arrodillado en medio del bosque, con las lágrimas mezclándose con la lluvia que empapaba su cuerpo, dejó escapar un lamento angustiado. Su voz temblorosa resonó en la quietud del lugar, una expresión de su profundo dolor y confusión.

"¿Por qué, Elizabeth? ¿Por qué me haces esto?", murmuró con voz quebrada, como si sus palabras fueran arrastradas por el viento y absorbidas por los árboles circundantes. El sonido de su propia voz le parecía extraño, como si estuviera hablando con un eco de su pasado.

Su mente giraba en círculos mientras trataba de comprender el torbellino de emociones que lo abrumaba. "Yo, que traicioné a mi propia familia por ti", continuó, sus palabras cargadas de amargura y autodesprecio. "Di mi vida por ti, Elizabeth, y así me pagas..."

Sus recuerdos lo atormentaban, los momentos compartidos con Elizabeth, los juramentos de lealtad eterna y el amor que había creído inquebrantable. La traición que ahora sentía cortaba más profundo que cualquier espada. Cada promesa rota era como un cuchillo en su alma, y el peso de su sacrificio parecía en vano.

Meliodas, en su momento más vulnerable, miró al cielo tormentoso en busca de respuestas que parecían escaparse de su alcance. El destino le había jugado una cruel y dolorosa carta, y él se encontraba en medio de una tormenta emocional que amenazaba con arrastrarlo hacia un abismo de desesperación.

Las palabras de Meliodas, cargadas de rabia y amargura, resonaron en el aire como un trueno que precedía a la tormenta. "Eres una maldita perra", gritó, su voz llena de veneno, como si esas palabras fueran la única forma de liberar la furia que ardía en su interior. Su expresión se retorció en una mezcla de dolor, traición y desesperación mientras miraba a Elizabeth, quien permanecía en silencio, incapaz de encontrar palabras para responder a su antiguo amor.

Pero lo que ocurrió a continuación fue aún más aterrador. Meliodas, desbordado por una cantidad inmensa de energía oscura, parecía transformarse en una fuerza de destrucción incontrolable. Su aura se oscureció, sus ojos brillaron con una malicia siniestra y su cuerpo irradiaba una presencia abrumadora y tenebrosa.

La tierra tembló bajo sus pies mientras la energía oscura se desató, arrasando todo a su paso en el Reino de Liones. Edificios se derrumbaron, la tierra se resquebrajó y el cielo se llenó de una oscuridad sobrenatural. Los ciudadanos indefensos, incluyendo a los leales Caballeros Sagrados y los habitantes pacíficos del reino, fueron arrastrados por el caos y la destrucción que Meliodas había desencadenado.

Meliodas X EnidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora