Bajo las estrellas brillantes II

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Jennie

Hoy amaneció con el sol acariciando suavemente las cortinas, anunciando un día que prometía ser especial. Desperté entre sábanas cálidas y brazos amorosos, sintiendo la pequeña vida que crecía dentro de mí.

Lisa, con su sonrisa radiante, me miró y acarició mi vientre con ternura. Sus ojos brillaban con el amor más puro. "Buenos días, mi amor", susurró, y un escalofrío de felicidad recorrió mi cuerpo.

Juntas nos levantamos y preparamos un desayuno especial, lleno de frutas frescas y panqueques. Lisa me miraba con admiración mientras yo preparaba la masa, y sus manos no podían evitar posarse sobre mi vientre, como si quisieran estar lo más cerca posible de nuestro pequeño milagro.

Después del desayuno, decidimos dar un paseo por el parque. Bajo el cielo azul, tomamos de la mano y caminamos entre árboles y flores en plena floración. Cada paso era una promesa de un futuro lleno de amor y aventuras.

Cuando regresamos a casa, sentí un nudo en mi garganta al ver a Lisa, con los ojos llenos de tristeza, mirando su teléfono. Sabía que no quería hablar con su padre, un hombre que no entendía el amor que compartíamos.

Decidí abrazarla, envolverla en mis brazos y susurrarle palabras de consuelo. Le recordé que lo importante era la familia que estábamos construyendo juntas, y que nada ni nadie podía apagar ese amor.

Esa tarde, nuestras amigas Jisoo y Rose llegaron cargadas de risas y energía. Eran un torbellino de alegría que llenaba cada rincón de la casa. Jisoo, con su humor travieso, y Rose, con su ternura, eran el complemento perfecto.

Pasamos la tarde juntas, compartiendo anécdotas, risas y sueños. Había una magia especial en el aire, una complicidad entre todas nosotras que hacía que cada momento fuera único.

Al final del día, mientras el sol se ocultaba en el horizonte, nos acurrucamos en el sofá, abrazadas y rodeadas de amor. Sentía una gratitud inmensa por las mujeres increíbles que tenía a mi lado, y por la vida que crecía en mi interior.

Ese día, bajo el cielo azul, supe que estábamos construyendo un futuro lleno de amor, complicidad y apoyo incondicional. Y me sentí la mujer más afortunada del mundo por tener a Lisa a mi lado, como mi compañera, mi amor y la futura madre de nuestro bebé.

Después de compartir momentos especiales en casa, decidimos llevar nuestra celebración a un lugar donde la naturaleza nos abrazara por completo. Así que, con un picnic en mano y linternas para iluminar nuestro camino, nos dirigimos hacia un hermoso parque natural cercano.

El aire fresco acariciaba nuestras mejillas mientras caminábamos por senderos rodeados de árboles altos y arbustos silvestres. Las risas y los susurros de las hojas bajo nuestros pies creaban una melodía mágica.

Cuando llegamos a un claro, extendimos una manta y colocamos la cena que habíamos preparado juntas. Mientras compartíamos bocados y anécdotas, las estrellas comenzaron a despertar en el cielo.

Jisoo señaló hacia arriba, su rostro iluminado por la luz de las linternas. "¡Miren las estrellas! ¿No son simplemente increíbles?"

Jisoo, con su característico sentido del humor y una mirada amorosa hacia Rose, no pudo resistirse a hacer una broma coqueta. "Rose, si las estrellas fueran tan encantadoras como tú, el universo entero estaría bajo tu hechizo."

Rose rió, sus ojos brillando con complicidad y amor. Podías sentir la tensión amorosa en el aire, una chispa de atracción que no se podía negar.

Lisa, con sus ojos brillantes, miró a Jennie y le acarició la mano con suavidad. "Este es un momento mágico, mi amor. Gracias por compartirlo conmigo y con nuestro pequeño".

Jennie le devolvió la mirada, sus ojos llenos de gratitud y amor. "No hay otro lugar en el mundo en el que querría estar, Lisa. Eres mi todo".

Las horas pasaron volando entre risas, historias y miradas llenas de amor. La noche estaba bañada en un resplandor plateado, las estrellas brillaban como pequeños diamantes en el cielo oscuro.

Cuando decidimos regresar a casa, caminamos abrazadas y en silencio, cada una perdida en sus pensamientos, en el inmenso amor que nos unía.

De regreso, en nuestra acogedora sala, nos acurrucamos en el sofá, nuestras manos entrelazadas y nuestros corazones latiendo al unísono. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que estaba en el lugar donde pertenecía, con las personas que más amaba en el mundo.

Esa noche, mientras cerraba los ojos y sentía el calor de Lisa a mi lado, supe que cada momento, cada risa y cada mirada compartida eran tesoros que atesoraría por siempre en mi corazón. Éramos un equipo, unidos por un amor que era tan grande como el universo mismo. Y en ese momento, bajo el resplandor de las estrellas brillantes, me sentí completa.

embarazada a los 15Donde viven las historias. Descúbrelo ahora