Capítulo 2.

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Los fines de semana eran una bendición para Carre, no porque tener clase en la semana le impidiera hacer lo que quería, eso lo hacía de todos modos, sino porque era el momento en que podía hacerlo sin que su mamá lo retara o sentirse un poco culpable cuando la hacía enojar por no preocuparse demasiado por la escuela. No le gustaba ir más que para joder, no le interesaba, al menos tenía la suerte de que sólo yendo a las clases le era suficiente para aprobar todo prácticamente sin estudiar. Agradecía tener buena memoria. Lo mejor era que no le importaba ir, se divertía con sus amigos y jodiendo con todo el mundo. Era un poco el payaso del curso pero eso le encantaba.

Para Spreen no era demasiado diferente. No odiaba ir a la escuela y estudiaba lo justo y necesario como para tener buenas notas, su problema era pura y exclusivamente tener que despertarse temprano. Para una persona con insomnio como él se volvía una tortura tener que hacerlo todos los días, por eso los fines de semana eran una bendición, donde por fin podía dormirse a la hora de la madrugada que fuera sin quererse morir al despertarse a la mañana siguiente por haber dormido tan poco.

Por eso mismo estaba a las 2am de ese sábado jugando al Valorant con sus amigos con total tranquilidad mientras en su casa ya todos dormían. Ya llevaba así un buen rato, ni siquiera sabía cuánto.

– Che yo ya estoy para irme a dormir, no doy más – dijo Facu en cuanto terminó la partida que estaban jugando (y acababan de perder).

– Na, dale hijo de puta, que si te vas no podemos seguir – se quejó Goncho.

– Dale, ni siquiera es tarde. Son las dos recién – dijo Spreen mirando la hora en el reloj de su pantalla.

– Pero estoy matado igual boludo, hoy jugué un partidito a la tarde no puedo más.

– Sos re mami vos – lo cargó Nico, sacándole risas al resto de los integrantes de la llamada. – Yo quiero seguir jugando, digámosle a Mauro – propuso como única opción posible.

– Anda pollereando ese – dijo Santi un poco riéndose de él, desde que se puso de novio era recurrente que los sábados no estuviera para jugar con los pibes. – Vamos a tener que dejar acá me parece.

– Las bolas – se quejó Spreen. – El hijo de puta de Mauro ya nos re abandonó, quedate Facu, dale.

– No amigo estoy re cansado posta, ni les sirvo en el equipo jugando así. Nos vemos muchachos – se escapó dejando la llamada antes de que pudieran decirle algo más.

– Que paja boludo – bufó el pelinegro.

– Le puedo decir a Rodri a ver si se copa – tiró Goncho como opción de la nada.

– De una, a quien sea pero dale que quiero jugar – Spreen no tenía idea de quién sería Rodri, seguramente algún amigo de Goncho fuera del colegio que él no conocía, pero fuera quien fuera le servía para que no se termine su posibilidad de viciar tranquilo hasta la hora que quisiera.

– No podes ser tan vicio hermano – comentó entre risas Santi al escucharlo decir eso.

– Me dijo que sí, ahí se conecta al discord – avisó Goncho cuando recibió respuesta a su mensaje.

– No es de vicio pelotudo es que nunca están todos ustedes para jugar juntos – le aclaró a Santi, mintiendo un poco, porque si bien lo decía por jugar con los pibes la realidad era que se había quedado con bronca por perder y quería seguir viciando.

De repente, unos minutos después, una nueva persona fue añadida a la llamada, el pelinegro ni siquiera llegó a ver la foto ni el nombre de la persona conectada antes de reconocerla perfectamente por su voz en el instante en que habló.

– Buenas – dijo alargando la última letra de la palabra. – ¿En qué andan los pibes?

Parecía la voz de Carrera y, efectivamente, era él.

¿Cómo no se había acordado que su nombre era Rodrigo? ¿Desde cuándo Goncho se llevaba tanto con él como para decirle Rodri y no por su apellido como hacían todos siempre? Tenía demasiadas preguntas y no podía hacer ninguna de ellas en ese momento en presencia suya.

– ¿Qué onda Carre? – contestó Nico con una pregunta.

– Acá, tan al pedo que no me quedó otra que venir a jugar con ustedes – dijo en tono de joda.

– Si no queres jugar no hace falta igual – claramente Spreen no había entendido el tono en el que lo dijo o, en realidad, había encontrado la excusa perfecta para que se fuera por donde vino.

– Uh ya empezó el mala onda – habló Carre por lo bajo.

– ¿Qué? – el pelinegro lo había escuchado perfectamente.

– Nada nada – se rio bajito pero lo dejó ahí, no quería pelear ni en joda en ese momento, le había dicho que sí a Goncho porque estaba aburrido por no haber salido ese sábado y quería divertirse un rato nada más. Era una paja para los pibes si se ponían ahí a discutir.

Ahí quedó todo entonces, al menos por unos cuantos minutos. Si se insultaban entre ellos era pura y exclusivamente por el juego, que fuera solo el uno al otro y no a ningún otro de los chicos era pura casualidad.

– No podés ser tan malo – se quejó Spreen cuando lo mataron a Carre en su segunda partida.

– Bueno, habló al que ya lo mataron primero dos veces – el pelinegro simplemente rodó los ojos, no podía decirle nada si tenía razón.

Y le molestaba que la tuviera, porque él era bueno, no sabía qué le estaba pasando desde que entró a jugar el más bajito. Simplemente su presencia le molestaba y hacía que jugara mal, lo desconcentraba estar constantemente discutiendo tonterías con alguien.

– Cualquiera tiene una mala racha – fue su única excusa.

– Lo mismo cuenta para mí entonces – parecían dos nenes chiquitos "peleando".

– No creo – Spreen no iba a dejar que el castaño tuviera la última palabra.

– Quién iba a decir con esa carita que eras tan mala onda – comentó Carre para cerrar y Spreen frunció el ceño frente a sus palabras. Que desperdicio pensó el castaño, pero obviamente no lo dijo en voz alta, ya bastante parecía odiarlo por más que él intentara ser buena onda como para cagarla más de alguna manera. – Con lo calladito que sos siempre encima – agregó cuando se hizo un silencio en el que no obtuvo respuesta a lo que había dicho.

– Y bueno preferible ser callado que andar hablando boludeces todo el día ¿no? – bueno, definitivamente le caía mal posta, nada de lo que decía parecía ser jodiendo como Carre hacía con él.

Era un punto un poco sensible para Spreen aunque nadie lo supiera, no le gustaba para nada que lo jodan con que era tímido o callado, él sólo hablaba cuando le interesaba hacerlo, no entendía por qué eso parecía ser un problema para la gente.

– Bueno che no peleen – interrumpió finalmente Goncho después de aguantar largo rato sus pelotudeces.

– Yo no peleo eh, todo bien de mi parte, es todo jodiendo nomás – se defendió Carre enseguida, diciendo la verdad aunque pudiera no parecerlo. Él era así siempre, con todos, el problema era cómo recibía las cosas del otro lado el destinatario de sus jodas.

– Sí, yo también – agregó seco Spreen, claramente mintiendo. Lo que dijeran no iba a cambiar lo que él pensaba de ese chico.

– Así me gusta, todos amigos – siempre conciliador, parecía el padre del grupo queriendo que todos se llevaran bien con todos.

Pero él no pensaba ser amigo de Carrera, ni siquiera entendía por qué de repente se había acercado tanto a él su grupo de amigos cuando siempre había sido un compañero más al que apenas saludaban y nada más.

En cuanto cortaran la llamada grupal iba a hablar con Goncho por privado sobre eso. Quería compartir lo menos posible con ese chico, no quería que lo incluyeran casi como uno más de los pibes, no le importaba si pensaban que era un exagerado. A partir de entonces pensaba hacer todo lo que estuviera a su alcance para mantenerse alejado de él.

Kill My Time | Spreen x CarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora