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Jin sentado en una roca, tenía los pies hundidos en el lago, hacía círculos dentro, veía como se arremolinaba la sutil corriente. Se detuvo, mirando su hermoso reflejo en el agua. Pasó una mano por su pelo pintandolo de amarillo, luego castaño, luego rosa. Arrugó el entrecejo. -¡Ash!, estos mocosos me sacaron canas verdes. Se ven ¡horribles!. Dijo en alto, mientras arrancaba las pequeñas hojitas verdes que salían de su pelo rosa con enojo.

-A mi me gustan mucho- una voz risueña proveniente del agua había contestado. Un hermoso rostro perfilado salía de entre los pies de Jin.

Jin sonrió al ver al rey del agua. Fuentes danzarinas alrededor de él emergían. Se paró sobre el agua, finalmente se sentó a su lado.

Una brisa fina refrescaba el rostro enrojecido de Jin. Aunque sabía porque se sentía así, trataba de disimular.

Hoseok era totalmente diferente a su ex novio, el rey del viento, solo tenía un poco de miedo de ser lastimado otra vez.

Sutilmente puso su mano algo fría sobre la suave mano del rey de las flores. Su piel era como los duraznos frescos de primavera, sumamente suave y delicada.

-¿Te puedo ayudar en algo?... El agua conoce de cambios y avances, tal vez, yo te pueda ayudar... finalmente lanzó la cuestión.

Jin se removió en su asiento. Adoraba a Hoseok por ser tan disciplinado, tan honesto; como agua transparente de manantial. Adoraba la precisión que tenía con las gotas de agua que bailaban al rededor de los elementales en las ceremonias pero sobre todo, adoraba que pudiera ver a través de él.

-Tienes que hablar con el emperador de los elementales, lo sabes, ese par está hasta las manitas por esos humanos y no podemos poner en peligro otra vez el bosque, recuerda lo que pasó hace 200 años.

Claro, como olvidarlo, en ese entonces, ambos a penas tenían 150 años, eran unos adolescentes, un ángel de la muerte se descontroló y quiso acabar con El bosque con ayuda de unos humanos, ahí murió la mamá de Yoongi y Jungkook. El padre de ellos se quedó petrificado en la roca del olvido. Todo por la ambición desmedida.

-¿Por qué tan serios chicos?- el rey del viento se asomaba por esos lares.

Jin rodó lo ojos. Soltó la mano del rey del agua, se fue de ahí sin decir palabra pese a la suplica de Hoseok.

-¡Oye Namjoon!- le riñó Hoseok, rompiendo la calma que lo caracterizaba. -Sabes que Jin aún está molesto, ¿por qué no lo dejas en paz?

Una sonrisa ladina cruzó en el rostro, mostrando los coquetos hoyuelos que lo caracterizaban. Se justificó diciendo que Jin exageraba, que no era para tanto, solo estaba soplando un poco de viento para que las hadas bailarán.

-¿Ah, si?, y ¿ por qué las hadas no traían ropa mientras te besaban?, es más, ¿qué hay de la vez que alzabas la falda de las ninfas?, y cuando te contró soplando entre las ramas del rey de los árboles.... y...

-Ay ya, ya, hasta parece que Jin y tu tienen una lista.

Hoseok mejor se aventó al río, era un fastidio poder razonar con Namjoon. Había tenido en sus manos al hermoso rey de las flores, pero haciéndole honor a su nombre se le había esfumado de la manos.

Jin caminó aprisa. Pero a su paso otra vez salió Namjoon. Jin trató de evitarlo pero como si no fuera suficiente que fuera el rey del aire, simplemente no lograba esquivarlo.

-Ay ya, ¿qué quieres?- dijo Jin sumamente enojado sentándose en el piso, peinandose el cabello rosado que el poderoso viento, había revuelto.

Namjoon tomó su forma humana y se sentó frente a frente.

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