Okay... ¿Y ahora qué?
Mulán.
—No, no, no, Mulán— repetía Camilo una y otra vez, alborotándose más el cabello.
Ya la escena rara había pasado. Nos dimos cuenta de lo que estábamos haciendo y no queríamos (al menos yo) cagar la amistad.
Después de eso, subí yo primero. Me metí al baño y me puse una camiseta negra de tirantes y unos shorts de mezclilla. Sequé mi cabello solamente con una toalla y luego salí, encontrádome a Camilo con la nota que yo había dejado en la mesa de noche.
Se volvió completamente loco al instante.
Ahora está sentado al borde de mi cama, aún leyendo la nota. Ya es incontable las veces que la ha leído.
—¿Quién te dejó esto, Lan?— preguntó en un tono muy molesto.
Tenía apoyados sus codos sobre sus rodillas, su pierna derecha subía y bajaba a un ritmo desesperantemente nervioso.
—No lo sé. Me estaba duchando cuando escuché un toque en la puerta del baño y lo que había era la nota, solamente.
—¿Cómo coño llegó eso hasta ahí?— su tono ya me estaba desesperando.
—¡¿Y yo qué sé, Camilo?! ¡¿Yo qué sé?!— tomé respiraciones profundas, intentando calmar todos los gritos que estaba a punto de soltar. — No tengo ni puñetera idea de cómo carajos llegó eso a mi habitación, lo que sé es que es bueno. Me está avisando que alguien quiere hacerme daño, Camilo. ¿Te das cuenta?
Él se puso de pie, quedando frente a mí sin dar siquiera un paso.
—¿Y esto de "100pre tuyo"? — la rabia se distinguía en su voz.
—Y dale otra vez con las preguntas— pasé las manos por mi cabello en frustración — Camilo, sé lo mismo que tú.
Suspiró. Se dio la vuelta dejando la nota otra vez donde estaba inicialmente. Volvió hasta donde estaba yo, dando pasos lentos pero fuertes y determinados, sin vacilar.
—¿Siquiera sabes por qué te la envían? — intenta ralajar su expresión facial, es notable su esfuerzo por controlarse.
Suspiro otra vez— Me enviaron un mensaje hace rato.
—¿Un mensaje? ¿Qué mensaje?— su ceño fruncido.
Tomo mi celular que se encontraba sobre la cama, lo desbloqueo y le muestro el mensaje.
Sus expresiones hablan por sí solas al leer el texto. Su mandíbula está tan tensa que temo que sus dientes exploten. El pecho de Cam sube y baja rápidamente.
—Joder, joder, ¡JODER!
Lanza el celular a la cama. Lo menos importante era si se rompía, lo importante es que quien se está rompiendo es Cam, MI Cam.
—Cami, por favor, relájate— doy pasos lentos pero seguros hacia él.
—¿Por qué no me dijiste, nena?— su expresión por fin se relajó.
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Tres meses para vivir
Ngẫu nhiênNo todo tiene que ser tan básico ni tan cliché. Cada cual tiene su historia, y una manera distinta de contarla. Puede que sea romántica, oscura, perversa, misteriosa, suspensa, o como fuese, pero la contaría de una forma especial. En mi caso... hay...