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«Los lobos se callaron».

«Los lobos se extinguieron casi en su totalidad».

«Ya no queda más que hacer».

«Siguen allí en esencia pero su presencia fisica a expirado».

«¿Es el fin de una generación?».

«¿Qué sigue?. ¿Qué pasará?».

En su tiempo, las jerarquías iban más allá de clasificaciones, olores y roles biológicos internos. Antes, hace mucho tiempo, el suficiente para recordarlos aún pero el suficiente también para ser hoy a día leyendas, casi mitos más que memorias, los humanos tenían lobos físicos, que no solamente irradiaban feromonas perfumadas o que te portaban de especificaciones sexuales.

Ellos emergían de lo más profundo y amorfobo de los interiores. Los sabios ancianos comentaban de un eje central de nuestras energías espirituales y el vigor de lo físico. El alma. Por eso que los lobos eran tan instintivos, emocionales, protectores y fuertes. Eran la sabiduría de nuestra sique más profunda y celestial.

Pero ahora eso habían sido meros cuentos de hadas, la sociedad había olvidado lo que era convivir con ellos piel a piel y ser uno mismo. Los dejó de escuchar y silenciar los instintos nos hacía débiles ante los errores.

El últimos cambiaformas pereció ciento veinte años atrás, así que vivir en un ambiente marcado por una nueva cotidianidad, convertía en rareza, lo que una vez fue normal.

-Eres raro, niño perro, no te queremos aquí, tu feo animal podría salir y dañarnos.

Las bruscas palabras de Jaewoo, uno de los niños que tanto le molestaba junto a Boomwa, le hicieron sentir realmente mal. Sus ojos estaban cristalizados, no derramaba lágrimas más la tristeza estaba impregnada en ellos.

-No, no es así, les juro que no les haré nada, mi lobito no es malo y yo tampoco.

Pero excusarse no serviría de nada, no sus amables palabras, ni su dulce voz o sus ojos afligidos y brillantes. Ellos estaban condicionados a ser malvados con el pequeño Jimin pues sus padres les inculcaban la falta de abertura y los estereotipos a tan corta edad como son los seis años.

-Dije que te fueras- demando más fuerte dando un último paso para quedar frente al temeroso Jimin, no comprendía porque le trataban de esa manera, el era un buen niño.- ¡Largo!.

Y con ese gritó sin advertir acciones próximas, Jaewoo empujó a Jimin provocando que en su intento por no caer, quisiera sostenerse de algo, fue instintivos y sin pensarlo, se trató de tomarse del brazo de Jaewoo, pero el niño se retorció como si su acto fuera sal sobre una herida abierta, cuando se deshizo de las manos de Jimin, este estaba en el suelo y el brazo de Jae tenía unos raguiñitos de pequeñas uñas desesperadas.

Minnie estaba por derramar lágrimas, entonces un grito fuerte de llanto y dolor exagerado inundó el área de juegos, todos los que por allí andaban se detuvieron buscando aquella conmocionada escena para mirar.

No, no fue Jimin quien gritó de tal manera sino al contrario, permanecía callado y sorprendido por los berridos de Jaewoo.

Las maestras no tardaron en llegar hacia ellos verificando el proceder del escándalo.

¿Qué si Jimin estaba tirado en las piedrillas?. ¿Qué si estas se habían incrustados en las palmas de su manos y lastimado?. ¿Qué si su trasero dolía también?.

Bueno, no importó mucho pues Jaewoo acaparó todas la atención con sus gigantescas mentiras.

-¿Qué a pasado aquí?- preguntó la maestra Suny y eso, ya era una mala señal.

BESOS DE LIMON Y MIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora