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Miraba su vestido de forma despectiva sintiendose un poco cohibida y ansiosa. Jugaba con sus manos y mordía sus labios levemente mientras en su mente recitaba una y otra vez el pequeño pero importante discurso que tenía que decir esta noche,  su padre había organizado una reunión especialmente para ella.

Hoy era un gran día, era su union directa con el todopoderoso. Sin embargo no era la unica. Su gran amiga de la infancia Meredith, también había pasado las pruebas para recibir la instrucción monástica. Todo con el fin de ser una mujer ideal para la sociedad.

Para que su padre este orgulloso de ella.

Por eso mismo, todo tenía que salir perfecto.

—¿Ya esta lista señorita Dankworth? —pregunta una de las sirvientas de su padre, Dorothy. Ella era una mujer de cuarenta y dos años, pero no parecía realmente. Sus delicadas facciones y su esbelto cuerpo la hacían una mujer hermosa, no sólo físicamente.

Dorothy la había cuidado desde su nacimiento, era una mujer amable y muy amorosa. Le tenía un gran afecto a la mujer mayor.

—Do, estas hablando conmigo. Puedes dejar las formalidades. —ríe levemente.

—Ay señorita Lilith, hoy es un día importante es adecuado que la llame como se merece. —Dorothy se acerca a Lilith y del bolsillo de su atuendo saca una tinta roja y con cuidado pinta sutilmente los labios de la menor. —Listo, ahora tu belleza resalta aún más.

Lilith la abraza fuertemente, trataba de reconfortarse ya que estaba muy nerviosa. Al parecer Dorothy lo sintió y la abrazo de vuelta susurrandole dulcemente que todo iba a salir bien.

—¡Lilith por todos los cielos! —irrumpe su madre el momento. Dorothy al ver entrar a la señora Dankworth, se separa rápidamente de la menor para ofrecerle una gran reverencia. —Se hace tarde, muevete.

Lilith asiente sutilmente en silencio y sale primero de la habitación bajo la estricta mirada de su madre, Emilia. Dorothy seguía agachada incapaz de verle, estaba totalmente prohibido y no quería hacerla enojar más de lo que se encontraba.

—Todo está a tu cargo, Dorothy. Cualquier error es tu culpa. —le advierte.

—Si mi señora, entiendo. —le responde Dorothy con mucha cautela.

Emilia le mira seriamente inspecionandola de arriba hacia abajo sin perderse ningún detalle de la mujer. Da un sosnoro suspiro y sale de la habitación con un aura de superioridad con cada paso que daba, bajo las escaleras para encontrarse con su hija y su esposo que se encontraban esperándola en la puerta junto con la servidumbre.

—Es hora de irnos, cariño. —Emilia le dice cariñosamente a su esposo, el señor Gregory Dankworth.

Gregory solo asiente y mira a su hija fijamente. Lilith al notar la insistente mirada de su padre se tensa un poco y baja la mirada en un intento de calmarse.

—Jamás bajes la mirada, Lilith. —la reprende. —Eres una Dankworth, tu no debes titubear ante nadie.

Lilith pasa saliva y levanta la mirada del suelo para mirar fijamente a su padre quien mantenía un rostro ilegible. Gregory le brinda una servilleta y Lilith la toma totalmente desconcertada.

—Limpiate la tinta de los labios, eso no es propio de una señorita. Menos de mi hija.

Lilith se encoje en su lugar y obedece avergonzada. Toda la atención estaba en ella. Gregory la mira por última vez para empezar a caminar mientras le abrían la puerta y le hacían reverencias hacia su persona. Emilia quien se mantuvo al margen de la situación solo le pasa por un lado a su hija.

—Camina Lilith. —le ordena sin siquiera mirarle.

La menor obedece sin pensarlo dos veces, sin embargo voltea un poco y ve a Dorothy en la ventana de su habitación brindandole una sonrisa. Lilith le sonríe de vuelta y sigue su camino junto con sus padres.

Dorothy la había reconfortado.

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Jungkook era dirigido por los pasillos rústicos de la iglesia por Christopher hacia su habitación. Examinaba cada rincón del lugar buscando si había algún tipo de seguridad en el lugar, y efectivamente así era.

En cada esquina de esta, se encontraba un guardia vigilando estrictamente el lugar sin moverse, parecian estatuas. Seria muy dificil investigar, tenia que planear algo prontamente.

—Es aqui señor Kang. —Cristopher se detiene en una gran puerta de madera con decoraciones en oro.

Jungkook solo puede mirar la puerta incrédulo guardandose para el mismo sus comentarios. Cristopher le abre la puerta y le deja pasar primero para después dejar el equipaje del pelinegro adentro de la habitación.

—La servidumbre vendrá después a traerle su merienda. Espero su estadía sea de su agrado. —le dice Cristopher mientras hacía una reverencia. — Con su permiso me retiro para que pueda instalarse y descansar.

—Gracias, Cristopher. —le agradece Jungkook. El nombrado abre sus ojos en sorpresa, jamás había recibido un alago de gratitud así que desconcertado y sin saber cómo reaccionar hace torpemente una reverencia y se retira bajo la mirada del pelinegro.

Jungkook da un sonoro suspiro e iba a cerrar la puerta. Sin embargo, pudo percatarse de una pequeña sombra detrás de una viga observandole sigilosamente.

Le estaban espiando.

Actuando lo las normal posible, cerro la puerta y miro por el rabillo y observó como la persona se iba sigilosamente incapaz de poderle observar el rostro.

Esto es malo.

Como iba ser capaz de investigar si le estaban acechando, tenía que cambiar todos sus planes y le frustraba. Debía contactar a Oliver lo más antes posible.

Se adentró más en su habitación y en una pequeña mesa junto a una ventana que daba hacia la entrada de la iglesia vio un sobre.

—Que mierda...

Lo abrió, era una invitación. Escrita a mano por nada más que Gregory Dankworth invitándole a una reunión esta noche. Era aquella invitación que le había comunicado Oliver.

Pero no se esperaba que el mismísimo Gregory se tomará la molestia de escribirle.

Dio un fuerte suspiro, sin embargo el ruido de un ostentoso carruaje llegando al condominio llamo su atención y observó desde la ventana.

Y vaya fue su sorpresa al ver bajar a Gregory de este junto con su esposa.

¿No estaba atendiendo negocios?

Sonrió irónicamente apretando sus puños sintiendo poco a poco su ira acumulada emerger de lo más profundo de el.

Sin embargo bajo una tercera persona del carruaje. Una castaña con ojos almendrados, figura esbelta con sus facciones delicadas y a la luz del sol su piel parecía de porcelana. Era una belleza encantadora, inocente y pura.

Jungkook miraba sin apartar la vista, totalmente perdido. Sin embargo, sintió se respiración detenerse cuando ella alzó su mirada y mirarle fijamente...

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CROSS ✾ 𝙹𝚎𝚘𝚗 𝙹𝚞𝚗𝚐𝚔𝚘𝚘𝚔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora